Capítulo 22

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La voz de Aitana sonó por el altavoz del teléfono de Luis haciendo que se le erizara el pelo y se pusiese más nervioso de lo que ya estaba.

—Aitana, tu crees que podríamos vernos? Necesito hablar contigo

—Puedes decírmelo por aquí? No creo que pueda salir de casa, me tropecé y tengo el tobillo bastante inflamado, el medico me dijo que reposo

Este suspiró, si ya le costaba hablar, no se imaginaba lo que le costaría hablarle a través del teléfono, puede parecer fácil, pero este cinco años sin verse, es difícil hablar con la persona que más te marcó.

No se atrevía, se había vuelto a quedar sin palabras, el nerviosismo había aumentado, parecía que le iba a dar algo, respiro hondo y cogió un cigarro, se lo encendió y le dio la primera calada.

—Luis? Sigues ahí?—Preguntó la catalana al no escuchar la voz del gallego

—Si, si, perdón, si quieres cuando se te pase lo del tobillo quedamos si quieres

—Claro, y podemos tomar algo todos juntos

—Bueno, ponte hielo si? Y haz caso al doctor y no seas cabezona

Esta se ríe al escucharle, tiene razón, pocas veces hace caso al doctor, necesita estar siempre en movimiento, ya sea para ensayar, para componer en el piano, hacer ejercicio o salir a pasear a sopa.

Cierra los ojos recordando la última frase que le dijo, se arrepiente, no la debería haber dicho, pero le salió sola, el teléfono en la mesa, apagado del todo, no quería que nadie le llamara ahora, necesita silencio y que nadie le moleste.

No sabe qué hacer, debería olvidarse de ella, pero no puede, más bien, no quiere, la echa de menos, echa de menos aquella voz cantandole en el pequeño estudio de la casa, aquellos labios que le traian suerte, y a la vez una sonrisa.

¡¡AQUÍ OTRO CAPÍTULO!!

Perfectamente Imperfectos || AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora