El simple echo de volver a recordar la voz de su abuel haciendo vídeos, o cada muestra de cariño que se daban, la hizo ponerse triste, cosa que en segundos Luis se acercó a ella preocupado.
—¿Estás bien? —Cuestionó con voz preocupada
Esta asintió restándole importancia, y aunque sólo necesite un abrazo que haga que haga que se rompa y llore todo lo que en ese momento no lloró, no sé pide, porque en el fondo no quiere romperse y seguir con la pequeña fe de que aún sigue con ellos.
Luis le acaricio la mejilla suavemente, él sabía que le ocurría algo, pero sabía que si seguía preguntandole, ella se iba a agobiar y ahora lo que necesitaba era descansar, y no agobiarse ni estresarse.
Se montaron todos en la furgoneta la cual solo se escuchaba la música que salía de la radio, ya que, Belén, Cosme y Jesús estaban mirando por la ventana, en el caso de Olga, estaba conduciendo, por otro lado, Luis miraba el teléfono concentrado, mirando que tenía que hacer la semana que viene, y por último, Aitana miraba por la ventana en dirección a la carretera, no le apetecia hablar, ni nada, simplemente, quería recordar en su cabeza los momentos que pasó con su abuelo.
A las horas llegaron a Vitoria, aparcaron la furgoneta cerca del hotel donde se iban a hospedar y mientras todos cargaban su maleta, Olga recogía la llave de las habitaciones en recepción.
Cada uno entro en su habitación, es decir, Belén y Cosme, en la habitación 113, Olga en la habitación 114, Jesús en la habitación 115 y Aitana y Luis en la habitación 116.
Era bastante tarde, lo cual significa que nada más desearse las buenas noches y meterse cada uno en su habitación, se colocaron el pijama y se tumbaron el cama arropandose.
La noche iba pasando y la cama de Luis y Aitana no paraba quieta, las sabanas arrugadas, la cama totalmente desecha y vueltas de un lado para otro de la catalana.
Se le hacia imposible conciliar el sueño, le parecía algo imposible, y ya harta de no poder estarse quieta, decidió levantarse, se preparó un té de jengibre, se colocó la bata que normalmente utiliza, sale a la terraza y se sienta en una de las sillas mirando el cielo mientras se va tomando el té.
El echo de sentir la cama vacía hizo que gallego se despertará y buscara a la catalana por toda la habitación, sin éxito alguno, decide levantarse y poner rumbo a la terraza, donde se la encuentra mirando al suelo y bebiendo el té.
Le preocupaba verla así, pensó que era el post-concierto, pero no podía ser eso, porque si no estaría durmiendo profundamente, sin embargo, algo le preocupaba, desde que había salido del camerino estaba muy callada, y muy seria.
Se colocó a su lado dándole caricias en los brazos de ella, consiguiendo así sacarle una pequeña sonrisa.
—¿Qué te pasa enana?
—Nada, de verdad, vuelve a dormirte que es tarde —Susurró con voz triste
Luis negó, cogió una silla y se sentó a su lado sin dejar de darle caricias por su mejilla, pelo y brazo.
—Echo de menos a mi abuelo, a veces solo necesito que me diga que está orgulloso de mi, tipo, que me lo dices mucho tu y me encanta, pero esque necesito escucharlo de su voz —Comenta la catalana sintiendo como cada palabra que suelta su voz se va quebrando
Luis no supo qué hacer, y fue muy inteligente de su parte abrazarla fuerte mostrándole su apoyo y cariño, consiguiendo que esta poco a poco se vaya quedando dormida.
Ya lo había soltado, estaba tranquila de habérselo dicho y haberse desahogado con él.
¡¡AQUÍ OTRO CAPÍTULO!!
ESTÁS LEYENDO
Perfectamente Imperfectos || AITEDA
RomanceLa academia los unió y 5 años más tarde les vuelve a unir, obstáculos en su relación, alegrías y tristezas. El amor lo puede todo, o no.