La catalana comenzó a abrir los ojos confusa, no entendía que le había pasado para que acabara en el hospital.
Todos la miraban espectantes, esperando a que les dijera como se encontraba, cosa que no iba a pasar, ya que ni ella sabía como se encontraba.
Luis le acariciaba la mejilla de manera suave, en ese preciso momento Aitana era como una muñeca de porcelana y en cualquier momento podía hacerle daño, y no quería, deseaba achucharla entre sus brazos mientras escuchabas sus quejidos mezclados con su risa.
Añoraba esos momentos que podían ser ellos mismos, riendose, besándose y abrazándose sin tener la preocupación de que en cualquier momento se puede volver a desmayar o que en cualquier momento sufra algún problema físico o mental.
Entre esos pensamientos del gallego, Aitana agarró su mano, esperando una sonrisa por parte de él, cosa que consiguió en el momento que salió de sus pensamientos y la miro.
Sonrió de manera sincera, transmitiendole toda la paz y tranquilidad que podía, él estaba un poco nervioso, pero no quería preocuparla más.
No sabe qué se siente en el momento en el que te desmayas, tampoco tiene ganas de sentirlo, pero odia ver a sus seres queridos mal.
Ya dije que él se preocupa más por sus seres queridos que por él mismo, y el simple echo de intentar ayudar a alguien cercano a él y no poder, le mata por dentro.
Pero supongo que es así, a veces se puede ayudar y otras no se puede, pero lo que si se puede es estar con esa persona a su lado, dandole la mano y cuidándole.
El médico entró en la habitación tras llamar a la puerta y que estos le dieran el permiso para entrar.
—Buenas noches, Aitana se encuentra bien, las pruebas han salido muy bien, solo necesita descansar, que estos días no haga mucho esfuerzo, puede ir a dar paseos, ir a comprar y tal, pero nada de deporte, tiene que reposar y si ve que le entra sueño, que duerma, las horas que necesite, así durante esta semana y si ve que se va encontrando mejor pero necesita descansar más, pues la semana siguiente también. Y por último —Les da un papel —Aquí os doy el alta, os podéis ir a casa a descansar
—Perfecto, muchas gracias, doctor
El doctor sonrie amable y se va de aquella habitación cerrando la puerta, dejando a una familia mucho más tranquila.
—Pues ya sabes, a dormir todo el día —Advierte el gallego sonriendo
Aitana asiente sonriendo mientras acaricia el brazo de su pareja, sabía que tenía que levantarse, pero la pereza le ganaba, quería quedarse en la camilla del hospital y aunque no fuera muy cómoda, estaba demasiado cansada como para levantarse y vestirse.
¡¡AQUÍ OTRO CAPÍTULO!!
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Perfectamente Imperfectos || AITEDA
RomansLa academia los unió y 5 años más tarde les vuelve a unir, obstáculos en su relación, alegrías y tristezas. El amor lo puede todo, o no.