47. Max

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Tiró el ramo al primer bote de basura que vio antes de caminar de regreso hacia mi, poniéndose la chaqueta y encogiéndose, intentando protegerse del viento que tal vez comenzaba a ser demasiado notorio. En lugar de sentirme molesto por sus acciones, - en realidad solo le había traído esas flores para burlarme de el; supuse que a el no le gustaban ese tipo de cosas -, me reí, acercándolo por los hombros y deslizando mi mano hasta su cintura una vez que estuvo lo suficientemente cerca de mi.

Como era de espera, el trató de alearse y no lo sujete porque sabia que aun no estaba completamente cómodo tan cerca de mi. Aunque tuve que intentarlo, quiero decir, si el me pidió – en voz alta – que lo besara, ¿por que no debería esperar algunas sorpresas mas? Ya podía decir que esta noche iba a ser una de las mejores.

Aunque Michel logró deshacerse de mis brazos, todavía logré tomar su mano y el no se opuso a eso. No me miró, no dijo una palabra, tampoco suspiró. Y honestamente, ese silencio me resultó bastante cómodo. No se sintió incomodo; o al menos así me sentí, porque el parecía bastante preocupado. Ciertamente se siente bastante avergonzado, culpable, confundido y tal vez algo mas porque, por primera vez, me pidió que hiciera algo con el, pero no es como si lo estuviera juzgando por eso. ¿Por que lo haría? El podría simplemente relajarse.

"¿A donde me llevas?" Pregunto finalmente, vacilante mirándome a los ojos.

"Estaba planeando algo como tu y yo en mi avión privado, luego ir a Paris a cenar en la Torre Eiffel, ver un espectáculo de fuegos artificiales y tal vez dar un paseo solo para apreciar las calles de la ciudad. Te enamorarías profundamente de mi en la ciudad del amor; tomaríamos algunas fotografías y luego regresaríamos a casa. ¿Qué piensas?" Michel puso los ojos en blanco ante mi sarcasmo (ya estaba tan acostumbrado que pensé que era adorable) y no pude evitar la mas grande de mis sonrisas. "O..." Me detuve, observando mientras inclinaba su cabeza hacia un lado, mirándome con curiosidad y molestia. "... algo mas simple, como cenar en el mejor lugar del mundo y luego ir a otro lugar."

"¿Puedo saber donde esta ese otro lugar?" Cuestionó, alzando una ceja, pero yo simplemente me encogí de hombros.

"Ahora quieres demasiado. No puedo decirte eso. Es una sorpresa." Fueron mis ultimas palabras y, afortunadamente, se conformó con eso. Después, simplemente caminamos en silencio a través del césped, Michel obviamente lucia muy confundido, porque, bueno, ciertamente no parecía un lugar donde pudiéramos cenar. En absoluto.

Así esta la cuestión: Conozco a esta mujer llamada Sarah, han pasado años. Organiza bodas, grandes fiestas y esas cosas, y la gente suele elegir este lugar para sus ceremonias porque es todo bucólico, enorme, incluso luminoso. Solo estar aquí te hace sentir mejor, rodeado de aire natural, en un lugar que parece no pertenecer a una ciudad tan civilizada.

Lo único cercano a la civilización era una tienda de campaña blanca que estaba allí solo porque al día siguiente iba a haber una boda, y la novia se escondería allí hasta que la marcha nupcial comenzara a sonar y eventualmente tendría que caminar en medio.

Detrás del arco nupcial – todo decorado con flores y toda esa mierda habitual – había un enorme espacio vació con solo arboles y algunas luces (aun apagadas) colgando de ellos, y mas lejos, un lago, rodeado por las mesas. Donde estarían los invitados después de los votos. Y bueno, todos los detalles aparte – supongo que la boda en si no importa en absoluto – le pregunte a Sarah si podía usar este lugar para venir con un amigo mío.

Después de mucha insistencia (probablemente se metería en muchos problemas si alguien descubriera que me había permitido quedarme aquí una noche antes de la ceremonia), ella estuvo de acuerdo y le prometí que mantendría todo en su lugar. No es que este planeando arruinarlo todo solo por diversión.

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora