86. Sergio

524 110 12
                                        

La familia de Max era mas que encantadora; todos ellos con enormes sonrisas y cálidos abrazos e historias agradables que contar (y por agradables me refiero a historias vergonzosas sobre la infancia de Max que me hicieron reír demasiado) y, en definitiva, también con corazones enormes.

Desde el momento en que entré me sentí envuelto en un ambiente hogareño, con bebidas frescas, comida casera y decoraciones baratas de cumpleaños en las paredes. Simplemente ese tipo de decoración cariñosa, suficiente para transmitir su punto de vista; hacer que Max se sienta amado.

Era todo tan imperfecto, tan lleno de imperfecciones, pequeñas deformaciones, clara falta de coordinación en algunas partes, pero tan familiar. Max había sonreído de oreja a oreja desde el momento uno, hablando con sus padres y su hermana como si albergaran todo su mundo. Y probablemente lo hacían.

La forma en que el Sr. Verstappen se reía tan fuerte como lo hacia su hijo, aunque mas profundamente; mas áspero. Sus ojos se arrugaban de alegría cada vez que pensaba que habían hecho una buena broma, ganándose una sutil sonrisa de mi pare, abrazándome por el hombro, mirándome a los ojos con tanto agradecimiento. La forma en que me hablo de Max como si ya fuera parte de la familia, como me hizo sentir como si tuviera derecho a saber mucho sobre su familia en ese momento.

La forma en que Victoria se sentó a mi lado en el sofá con una secuela de quejas: sobre su trabajo actual, como tenia que pasar tanto tiempo alejada de todos; como luchó con el anhelo constante en su pecho. Cuando no echaba de menos a su familia, echaba de menos a su novio, y viceversa. La forma en que me entregó un vaso de refresco, de como nunca me preguntó nada, sino que solo hablo de si misma. Como si supiera que no debería preguntarme nada.

Como Max se había disculpado cuando tuvo que contestar el teléfono, porque algunos de los amigos de su madre estaban esperando al otro lado de la llamada para desearle un feliz cumpleaños y, sin embargo, me sentí como si fuera bienvenido en la casa, sin tenerlo a mi lado, protegiéndome.

Se trataba de eso y mas, mucho mas, tantos detalles en los que ni siquiera podía atreverme a pensar. Porque todo fue perfecto, familiar, molesto, en algunos puntos, pero aun así. Todo me estaba asfixiando físicamente, llegando al punto de que necesitaba desesperadamente un descanso, para evitar tropezar con mis propios pies, palabras y extremidades en general.

Era demasiado, demasiado.

Cuando Max se fue para atender otra llamada telefónica y Sophie regresó con una bandeja llena de brownies aun humeantes, me obligué a levantarme, excusándome por un momento y preguntando si podía ir al jardín trasero a tomar un poco de aire. Sophie fue quien frunció el ceño y asintió, murmurando un 'ponte cómodo, cariño', antes de colocar la bandeja sobre la mesa de café y correr para abrir la puerta, una vez que acababa de sonar el timbre.

Tan pronto como salí, suspiré profundamente, mis pulmones pesaban mas de lo que esperaba; el corazón latía considerablemente mas rápido. Me sentía mal, me temblaban las piernas ya sea por el frio o por algún miedo estúpido e inconsciente que no podía entender del todo.

Caminé hacia el borde del jardín, apoyándome en la barandilla y dejando caer mi cabeza entre mis brazos, todo mi peso presionado contra ese aparentemente frágil trozo de madera. El mundo parecía girar mas rápido, lo suficiente como para que pudiera notarlo, así que respire hondo nuevamente y traté de calmar el ritmo de los latidos de mi corazón.

La noche era evidentemente fría, y ahora también se oían mas voces dentro, y era demasiado, demasiado.

No mas tarde, escuché la puerta abrirse de nuevo, y no tuve que girarme para reconocer esos pasos perezosos pero feroces resonando en el suelo. Fue bastante satisfactorio cuando unas manos grandes rodearon mi cintura y me arrastraron hacia atrás hasta que golpeé su frente, y el me presiono, enterrando su rostro en mi cuello.

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora