18. Michel

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"¡Angel!" Grite cuando la niña corría alrededor de la sala jugando y gritando. "¡Basta! Por el amor de Dios, ya casi estoy listo. Solo sienta tu tonto trasero en el sofá y espérame." Mi mirada volvió a centrarse en el reflejo del espejo, acomodando mi cabello.

"Sabes, realmente no deberías decirle esas cosas a una niña. Mi mama probablemente te asesinara si alguna vez se entera de la mala influencia que estas siendo con esta dulce niña pequeña." Ella se apoyo en el marco de la puerta y me sonrió con orgullo, sabiendo que yo haría cualquier cosa por ella con tal de que no le diga a Alice el montón de groserías y mierdas que digo cuando estaba a su lado. Trataba de retenerlas; pero a veces no podía, salían de mi boca de forma natural.

"Bueno, tengo suerte de que ella nunca lo sabrá." Oí como Angel se rio, poniendo mis zapatos con los que había estado jugando de nuevo en su lugar y saltando en mi cama justo después. Ella se centro en atar sus propios zapatos mientras yo agarraba una chamarra que estaba detrás de la puerta.

"No hay manera de saberlo, Mich."

"No me hagas esto. ¡Vamos! ¿Te llevare a pasear y aun así me estas chantajeando? Eso no es muy amable de tu parte, pequeña mente perversa." Angel se encogió de hombros ante mis palabras y pronto se puso a mi lado, tomando rápidamente su abrigo de mis manos y luchando para ponérselo.

Nos íbamos a dar un paseo por el centro, ya que ella lo había estado pidiendo durante semanas. Ahora que Lance finalmente había regresado a casa, podía relajarme y dejar de preocuparme si estaba solo o no en el hospital. Definitivamente no tenia ese problema en casa; No se molesto en estar solo, sin gente que lo juzgara a su alrededor. Aun se estaba recuperando de la pelea en la que se metió, y todavía tenía algunas partes de su cuerpo enyesadas (básicamente su pierna y su brazo derecho) pero podía caminar con la ayuda de una muleta. Por eso no me preocupe mucho por salir con Angel y dejarlo solo; podría cuidar de si mismo durante unas horas.

"Oye, Lance. ¿Quieres que te traiga algo?" Pregunto Angel, arrodillándose junto a Lance en el sofá y mirándolo con emoción y esperanza en sus ojos. Vi como ella apretaba su mano sobre la de ella, jugando con sus dedos mientras el pensaba en una respuesta que dar.

"Umm... En realidad no, cariño. Pero gracias." Dijo Lance, tomando su mano y abrazándola con cuidado, tratando de no dejar que gran parte de su peso cayera sobre él, de lo contrario se lastimaría.

"Mich, vamos. Tenemos que ir a muchos lugares hoy y mi mama dijo que solo tenemos hasta las 8pm. Adiós, Lance." Saludo por ultima vez antes de salir alegremente por la puerta principal con esa gran sonrisa en su rostro.

"Lance, intenta no quedarte en este estúpido sofá todo el día y llama a tus amigos. Mientras mantengan las cosas en su lugar, no me importa si te hacen compañía."

"No te preocupes, lo hare." El sonrió y lo miré fijamente por un momento, tratando de descubrir si realmente quería decir eso o si lo estaba diciendo solo para tranquilizarme e ignorar por completo lo que dije después. Pronto llegue a la conclusión de que lo decía en serio, así que me incline y bese sus labios rápidamente.

"Necesito las llaves del auto." Susurre mientras sus ojos todavía estaban fijos en los míos.

"Sobre la mensa de la cocina." Mientras pronunciaba las palabras yo ya me dirigía hacia donde había dicho, lanzándole un ultimo beso para finalmente salir de la habitación tal como lo había hecho Angel. "¡Diviértanse!" Escuche su voz desde adentro y sonreí, sabiendo que, de hecho, me divertiría mucho con esta niña.

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"No vas a comprar nada más, Angel. Mira esto." Señale las bolsas que tenia en mis manos, cada una con una muñeca diferente. La niña había pedido dinero el día de su cumpleaños, así que en lugar de recibir muchos regalos no deseados, pudo comprarlos. Cada uno de los invitados le había dado una pequeña cantidad de dinero, y me rogo durante semanas que la llevara al centro para poder finalmente conseguir las muñecas con las que ha estado soñando desde hace mucho tiempo.

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora