80. Sergio

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El cielo era invisible por la oscuridad y las nubes estaban ocultas por la neblina, como todo lo demás. Ni siquiera podía ver una mano delante de mi cara. Así que camine con cuidado hacia la puerta de Alice, tratando de ver el suelo bajo mis pies, fallando.

Cuando finalmente pude tocar el timbre, ya no podía ver el auto de Max junto a la acera, aunque sabia que todavía estaba allí en alguna parte. Antes de traerme aquí, se había asegurado de hacerme saber que debería llamarlo si necesitaba algo, o si Alice no podía ir conmigo por mis cosas con Lance.

Antes de que la puerta se abriera, vi a Alice asomándose a través de las cortinas, frunciendo el ceño pero sonriendo cuando me vio, justo en ese momento colocando la llave en la cerradura y abriéndola. Una vez que se permitió que entrara el aire, se estremeció, envolviendo la manta con mas fuerza alrededor de sus brazos y haciéndome un gesto para que entrara. La abrace en mi camino hacia adentro, arrastrando ligeramente mis pies sobre la alfombra de "bienvenido" antes de pisar el suelo de madera.

Bostezo antes de decir: "¿Que haces aquí tan temprano, Michel?" Alice miro el reloj en la pared de su cocina, se froto los ojos adormilada y me miro. "En realidad son las 6 a.m. en mi día libre, y no tendría que despertarme hasta al menos dos horas mas tarde, así que será mejor que tengas una buena explicación, señor."

Le sonreí disculpándome, tirándome en el sofá y encogiéndome de hombros, tratando de ir por lo casual.

"¿Esta todo bien?" Pregunto después de unos momentos llenos de mi silencio, así que asentí, solo para tranquilizarla. "Bien. Entonces estoy esperando la explicación."

"En primer lugar, tampoco estaba en mis planes venir aquí tan temprano, pero Max tuvo una emergencia en su trabajo, y como el era mi único transporte, tuve que levantarme temprano también, por lo tanto te castigue junto conmigo. Lo siento Alice." Me disculpé, sintiendo que se lo debía.

Ella arqueo una ceja, sentándose a mi lado y ofreciéndome parte de su manta, que con mucho gusto aproveche para colocarla sobre mis piernas.

"Pasaste la noche con Max, ¿eh?" Alice incitó, sonriendo. "Siempre supe que sería bueno para ti. Me alegra que también lo aceptes."

A pesar del frio, sentí que el calor se extendía por mis mejillas y esperé que el ligero sonrojo pudiera confundirse con el calor que me había dado el propio clima. "Es encantador, si. Me ha estado ayudando mucho." Tosí en mi puño, reprimiendo una sonrisa, mirándome los dedos antes de volver a mirarla a los ojos. "Estoy aquí por otra razón, Alice. Estoy aquí para pedirte un favor."

Una vez mas, levanto una ceja, se acerco a mi y tomo mi mano entre las suyas, su mirada maternal brillaba en sus iris, consolándome incluso antes de que le pidiera el favor. Tenia esa mirada de 'te ayudare en lo que pueda', la misma que me había ofrecido varias veces antes. A veces me hacia sentir mal porque, sinceramente, la mayor parte del tiempo siempre le estaba pidiendo algo.

"¿Puedo mudarme contigo?" Solté, con ojos suplicantes y manos apretando las de ella. "No, para siempre, pero solo hasta que consiga un lugar donde vivir. Prometo ayudarte con todo; las cuentas, cuidar a Angel, limpiar, cocinar, todo."

Tenia la boca abierta, pensando si debía decir algo, con las cejas arrugadas en pura confusión. Vi el momento en que el terror recorrió sus rasgos y pronto llego a su lengua.

"¿Que te hizo ahora?" Fue su única pregunta, con miedo escrito por todas partes, lo que me hizo sonreír con simpatía y apretarle la mano una vez mas, tratando de darle un poco de consuelo que me había brindado desde que llegue.

"El no hizo nada, Alice. No te preocupes, estoy bien." Le aseguré, mirándola profundamente a los ojos para que pudiera ver que estaba diciendo la verdad. "Fui yo quien hizo algo esta vez."

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora