95. Max

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Una hora y media y todo comenzará a quedarse atrás.

El aeropuerto estaba en calma considerando su habitual alboroto, pero todavía estaba abarrotado y yo estaba demasiado ansioso para quedarme quieto y esperar mi vuelo como lo haría cualquier persona normal. En lugar de eso, elegí caminar de un lado a otro.

"Max, lo juro. Haces que sea muy difícil pasar estos últimos momentos contigo." Refunfuñó mi madre, soltando un suspiro de cansancio mientras se dejaba caer en un banco, arrastrando a mi padre con ella hasta que ambos estuvieron de lado a lado, con los brazos entrelazados.

"Oh, por favor." Gruñí, poniendo los ojos en blanco y riéndome, sentándome junto a ellos también. "No me estoy muriendo. Vas a volver a verme."

Mi padre le dio unas palmaditas en el muslo a mi madre mientras ella se limpiaba una lagrima del rabillo del ojo, frunciendo los labios mientras intentaba no llorar. Honestamente, todo el día había sido bastante emotivo y, después de todo, esa era la razón por la que había reservado un vuelo por la noche. Sabia que esto sucedería, sabia que querrían pasar tantas horas como pudieran conmigo y, sinceramente, yo también tenia bastante miedo de irme.

No es que estuviera dudando de mi elección, porque no era así. Pero me iba, y no me había impactado tanto hasta que salí de mi departamento y metí todo en el maletero. A partir de ahí, todo empeoro.

Cuando llegamos al aeropuerto, estaba un poco desesperado.

Aunque sabia que Victoria había viajado a Londres para esperarme cuando llegara, no pude evitar asustarme un poco. En los siguientes minutos, supe que los chicos vendrían a decir un ultimo adiós, y eso era todo. Todo lo demás estaba solucionado y, por suerte, solo vería a los demás en vacaciones.

Todos los demás, incluido Sergio. Eso si algún día pudiera volver a verlo.

Lo que pasó es que el no apareció después de nuestra platica. En realidad, el no hizo ningún esfuerzo por contactarme, lo cual fue un poco deprimente. En algún momento de mi vida llegué a creer que el llamaría a mi puerta y se disculparía, diciendo que se daba cuenta de que se suponía que debíamos estar juntos; que el ya no podía ver una vida sin mi.

Que tonto fui.

No debería haberme enamorado de el. Supongo que era bastante obvio que no debería hacerlo. Pero aun así, era inevitable no hacerlo después de todo el tiempo que pasamos juntos; o debería decir probablemente el tiempo que tuve que hacer tal esfuerzo para lograr que el se quedara conmigo completamente en contra de su voluntad. Todavía pensaba que a el si le gustaba; incluso de rió un par de veces, sus ojos brillaban, tal vez. Simplemente no fue mi culpa, en realidad no sabia como sucedió y definitivamente no estaba preparado para una persona como el. No era fácil, y probablemente nunca lo será, pero había muchas razones por las que era quien era.

Era una pena que no pudiera afrontarlo.

Ni siquiera pensé que algún día podría hacerlo cambiar de opinión. Si no había hecho eso hasta ahora no lo iba a hacer después; al menos no en corto plazo. Ya había cometido el error de intentar cambiarlo una vez, y después de todo no terminó bien. Ninguno de los intentos lo logró, para ser honesto. Probablemente simplemente creí que podía hacer desaparecer esa mala personalidad y sacar a relucir ese lado dulce.

Bueno, me equivoqué.

Quiero decir, si, el tuvo esos momentos, pero eran tan raros que comencé a preguntarme si realmente sucedieron. A veces llegué a pensar que no eran mas que un sueño; todas las pocas cosas buenas, ¿saben? Realmente no se siente bien cuando te das cuenta de que no puedes hacer nada por la persona que mas deseas. Era devastador. Fui tan ingenuo al creer que había algo que realmente podía hacer por el. Bueno, lo único que hice fue enamorarme de ese tipo tan molesto y testarudo; perdí mi tiempo, mi sueño, mi mente, mi racionalidad y ¿para que? Nada mas que unas cuantas copas y risas a lo largo de la noche, seguidos de una rápida disculpa y pasos corriendo hacia la puerta.

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora