79. Max

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'Yo también te amo', respondí; o tal vez no lo hice. Pero el estaba sonriendo, y yo estaba sonriendo, el entendió el mensaje.

Cuando desperté, me llevó largos segundos darme cuenta de donde estaba, notando el ligero dolor que palpitaba en mi cabeza. Afortunadamente, no había bebido mucho la noche anterior; al menos, no mas alcohol que agua, y estaba bien. Mucho mas que bien, si me preguntan.

Una vez que fui plenamente consciente de mi entorno, sentí una mano todavía enredada con la mía, y un cuerpo mas pequeño presionado contra mi, su respiración tranquila y uniforme, aferrándose a mi incluso inconscientemente. Y luego volví a mi rápidamente, todos los eventos de anoche; desde que Sergio apareció en mi puerta, durante el tiempo que me contó sus miedos e inseguridades y la puta ruptura (Dios bendiga esa puta ruptura), hasta que llegamos aquí, a esta misma cama.

Y luego, luego comencé a sonreír como un idiota otra vez, porque todavía podía sentir sus labios contra mi palma y todavía podía sentir sus palabras sobre ella 'te amo' pronunciadas en mi piel. Y pude sentir como el se acercó después, como sonrió como si acabara de conquistar lo que siempre había querido. Y si, yo seguía sonriendo como un idiota, mas que nunca, porque el estaba aquí y estaba feliz simplemente por estar conmigo.

Sonreí de nuevo, enterré mi rostro en su cabello e inhale el aroma, deje que todas mis preocupaciones se desvanecieran porque ahora aparentemente no tenia ninguna. No tenia que preocuparme por cuando el huiría o si volvería a mi; no tenia que preocuparme de que el arruinara todo porque necesitaba volver con alguien que nunca lo querría como yo.

El era mío ahora y no tenia ninguna de las preocupaciones que tenia desde que me di cuenta de que estaba enamorado de el; mi vida volvió a ser como era antes de conocer a Sergio. Pero ahora había una diferencia: el agujero negro que me había consumido ya no estaba allí tampoco. Ese sentimiento de extrañar algo en mi vida simplemente se desvaneció y ya no sentí que aun estaba apegado a alguien que ya no estaba, porque ahora tenia a alguien para mi.

Justo la noche anterior, cuando Sergio se fue al baño y yo me quede allí en medio de la sala solo con mis amigos, pude ver las miradas de preocupación en sus rostros. Rebecca fue la primera en hablar, mirándome como si me tuviera lastima, aunque no podía dejar de sonreír.

"Realmente me agrada mucho, Max." Dijo, sonriendo con cariño. "Pero si el va a seguir yendo y viniendo en una relación contigo, será mejor que no te arriesgues. Es tu propio corazón lo que le estas dando."

Obviamente fue seguido por varios acuerdos, con algunos comentarios adicionales como: "Hace apenas unas horas intentabas ahogarte en alcohol otra vez y no queremos que vuelvas a eso, Max." Pero eso solo me hizo sonreír mas, porque en el momento en que les dije que todo había terminado, que yo era el único al que el conservaba ahora, suspiraron fuertemente, aliviados.

Fue simplemente satisfactorio saber que tenia amigos tan fenomenales hasta el punto de sentir mi dolor conmigo. No había conservado muchos de ellos a lo largo de los años.

Regrese a la realidad una vez que Sergio se movió a mi lado, saltando un poco sorprendido y calmándose al darse cuenta de donde estaba acostado. Giro la cabeza hacia atrás tanto como pudo, sonriendo mientras yo le devolvía la sonrisa.

Se tapo la boca con el dorso de la mano y bostezó, entrecerrando los ojos y manteniéndolos cerrados mientras nos rozaba la nariz.

"Buenos días." Murmuró, girándose completamente hacia mi ahora, agitando su cuerpo constantemente hasta que se acomodo en mis brazos, envolviendo los suyos alrededor de mi cintura y apretándolos con fuerza.

"No solo buenos, sino magníficos días." Dije, acercándolo mas a mi, colocando la manta sobre nuestras cabezas, deseando poder quedarnos en este lugar por el resto de la eternidad. O mientras vivamos, como sea.

Daño |  ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora