Cap. 2 ENTRE EL FUEGO Y LA CULPA

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Cleo miró a Alex con preocupación mientras se mantenían en la sala de estar, ambos sumidos en una discusión intensa.

- ¿Por qué tratas así a tu hijo, Alex? - Cleo preguntó, su voz llena de angustia.

Alex suspiró, su mirada perdida en el suelo antes de levantarla para encontrarse con la de Cleo.

- Tal vez porque siento que destruyó mi gran futuro como abogado - admitió con amargura.

- No destruyó nada, Alex. No puedes culpar a Arthur por tus propias decisiones - respondió Cleo, su tono firme pero compasivo.

Alex soltó una risa cínica, sacudiendo la cabeza.

- Claro que sí, él es el culpable de todo lo que me sucedió – sonríe cínicamente -Desafortunadamente, tú sabes perfectamente por qué no lo quiero murmuró, su voz cargada de resentimiento mientras se apartaba hacia la ventana.

Cleo lo siguió con la mirada, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros.

- No puedo aceptar que le pegues, Alex. No puedes seguir ignorando el daño que le has causado todos estos malditos años - dijo con determinación, sus ojos buscando él suyos, buscando cualquier indicio de arrepentimiento.

La expresión de Alex se endureció mientras se volvía hacia Cleo, sus manos apretadas en puños.

- No necesito tu opinión sobre cómo criar a mi propio hijo - gruñó, su voz llena de ira contenida.

Cleo se mantuvo firme, su corazón latiendo con preocupación por Arthur.

- Pero como su madre, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras lo lastimas. Necesita que estemos ahí para él, no que lo empujemos más lejos - dijo con voz temblorosa, luchando por mantener la compostura.

La tensión entre ellos era palpable, el silencio llenando la habitación mientras ambos se enfrentaban a la realidad de su situación familiar fracturada.

Ingrid llegó a casa de su madre con una mezcla de emociones, sabiendo que la visita no sería fácil. Su madre, siempre distante, apenas levantó la mirada cuando Ingrid entró por la puerta.

- Hola madre, ¿cómo has estado? - Ingrid intentó romper el hielo, buscando algún indicio de conexión.

- Todo bien, estoy bien - respondió su madre con frialdad, apenas prestando atención.

Ingrid se sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su madre.

- Desde que te fuiste, todo está mejor aquí. – responde – por cierto, qué suerte tienes Hija Mateo es un buen hombre, deberías sentirte orgullosa de tenerlo - continuó su madre, su tono lleno de admiración hacia el hombre que causaba tanto sufrimiento a Ingrid.

Los recuerdos dolorosos se agolparon en la mente de Ingrid mientras su madre seguía elogiando a Mateo. Recordó los momentos de abuso, el miedo palpable en el aire mientras él perdía el control.

- No, no, no basta - murmuró Ingrid, casi como un mantra, pero su voz apenas sonaba un susurro en el vacío.

La voz de su madre la sacó bruscamente de sus pensamientos.

- ¿Estás bien, hija? ¿Estás bien, Ingrid? - preguntó, aunque su atención ya estaba de vuelta en Mateo.

- Sí, mamá - respondió Ingrid con un nudo en la garganta.

- Qué bueno – responde fríamente

- De que estábamos hablando – pregunta

- Estábamos hablando de Mateo

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