CAP. 92 SOMBRAS EN LA FIESTA: EL MISTERIO DE INGRID

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La música suave se mezclaba con las risas y el sonido de las copas tintineando. Arthur volvió a la fiesta, pero con una sensación de que algo malo pasaba, La fiesta organizada por Rafael había reunido a varios socios importantes de la organización, figuras clave en los proyectos que habían transformado la vida de muchas familias. Entre conversaciones sobre negocios y planes futuros, poco a poco el tema se fue desviando hacia alguien que había dejado una impresión marcada en todos: Ingrid.

- Tu sobrina, Rafael... —dijo uno de los socios, un hombre de cabello canoso y voz profunda—, ¿me recuerdas su nombre? Ingrid, ¿verdad?

- Sí, Ingrid. —Rafael sonrió con orgullo, alzando su copa.

- Es impresionante —continuó otro de los socios, con admiración en la voz— No solo por su belleza, que claro, es innegable, ese cabello oscuro, el porte... —alzó una mano en gesto de apreciación— Pero lo que me tiene realmente sorprendido es su inteligencia. ¿Sabías que desde que llegó a la organización, ha impulsado varios proyectos educativos? Ha ayudado a tantas familias, su capacidad de liderazgo es única. Y todo eso, a su corta edad.

Rafael asintió, complacido, por los elogios. Sabía lo especial que era Ingrid, pero escuchar a los demás, reconocerlo, siempre lo llenaba de orgullo.

- Y ni hablar de cómo se desenvuelve en situaciones difíciles. A los 17 años ya maneja la logística de varios proyectos. —Otro socio, un hombre más joven, intervino— Rafael, te felicito, tienes una sobrina extraordinaria. Cualquiera desearía tener a alguien así en su familia.

El ambiente se llenó de comentarios positivos sobre Ingrid: su belleza, su capacidad para trabajar en equipo, su determinación. Todos parecían tener algo bueno que decir.

- Es cierto —interrumpió otro socio, uno de los más influyentes— pero lo que más me fascina de ella es su seguridad. En esa gala de caridad el año pasado, su discurso fue... impecable. No cualquier joven tiene esa capacidad de hablar con tanta convicción y pasión.

Rafael sonreía, aunque en su interior sentía una ligera preocupación. Era cierto que Ingrid era una persona excepcional, pero también sabía que toda esa atención podía ser abrumadora para ella. No quería que la presión la consumiera, aparte ella está en un momento muy vulnerable, aunque no lo diga, Rafael puede ver el dolor en los ojos de su sobrina.

- Tienes que presentármela, Rafael. —Un hombre alto, de traje impecable, dijo con una sonrisa ladeada— Me encantaría conocer a esa joya de la familia.

Rafael asintió, levantándose de su asiento.

- Claro, claro... —dijo, mientras comenzaba a buscar con la mirada a su sobrina entre los invitados— Ingrid estaba aquí hace un momento.

Sin embargo, al recorrer la sala con la vista, no la encontró. Sus ojos revisaron cada rincón de la fiesta, pero Ingrid no aparecía por ninguna parte. Sentía una creciente inquietud en su pecho. Se acercó a uno de los camareros que pasaba cerca.

- ¿Has visto a Ingrid? —preguntó Rafael, intentando sonar despreocupado.

El camarero negó con la cabeza.

- Lo siento, señor, no la he visto.

Rafael caminó entre los invitados, saludando a algunos de paso, pero su objetivo era claro: encontrar a Ingrid. Preguntó a varios conocidos si la habían visto, pero nadie parecía tener respuestas. La preocupación empezó a crecer. Él sabía que Ingrid, a pesar de su fortaleza y habilidades, también era una joven que había atravesado momentos difíciles. Su desaparición repentina no era común.

Uno de los socios que lo había visto buscarla, se acercó.

- ¿Todo bien, Rafael?

Rafael forzó una sonrisa.

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