CAP. 18 LA OSCURIDAD QUE PARECE NO TENER FIN

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Ingrid se encuentra cayendo hacia al abismo, el viento azotando su rostro mientras la lluvia empapa su ropa. El sonido del agua embravecida abajo parece llamarla, pero en ese momento, su mente se sumerge en un torbellino de recuerdos y reflexiones.

- ¿En qué momento me di cuenta? ¿Cómo logré dar este salto hacia una vida de violencia? - se pregunta Ingrid para sí misma, su voz perdida en el estruendo de la tormenta. Los recuerdos fluyen como el agua que la espera debajo, y entre ellos emerge la imagen de su padre.

Recuerda el día en que él sacrificó su propia vida para salvarla, el día en que el destino se torció y ella sobrevivió mientras él pereció. La culpa y el dolor se entrelazan en su corazón mientras contempla el abismo que la espera.

- ¿Por qué soy yo la que tiene que acabar con esta vida? - se pregunta, la angustia pintada en sus ojos. La memoria de su padre, su sacrificio desinteresado, se convierte en un faro en la oscuridad de sus pensamientos turbulentos.

En el momento en que se lanza al vacío, los recuerdos de su padre la rodean como una corriente acuosa. Se sumerge en las profundidades del agua, donde la realidad se distorsiona y las sombras del pasado se entrelazan con el presente.

- Algo que ya se ha roto, ya no sería algo. Y después es algo que resolví dentro de la sombra. Que me lanzara al vacío, era como si las propias corrientes me llevaran. Y dentro de mí resolví algo mucho más fuerte: estaba dispuesta a luchar por esta vida

La voz de su padre resuena en su mente, sus palabras de amor y protección envueltas en el eco del océano. Ingrid se debate entre la vida y la muerte, entre el perdón y la redención, mientras las aguas tumultuosas la arrastran hacia un destino incierto.

- Si no lucho por esta vida, ¿quién lo hará por mí? - se pregunta, su determinación renaciendo en medio de la adversidad. Se aferra a la esperanza como un naufragio, aferrándose a un salvavidas, dispuesta a luchar por cada bocanada de aire, por cada destello de luz en la oscuridad.

- A veces hay gente que te salva, que llega para echarte una mano. Pero a veces te encuentras sola y tienes que luchar y llevar la carga completa

- No sé qué existe más allá de la muerte. Parece que existe una vida, o puede ser que exista un infierno, o el infierno seguro, según las religiones. Eso nunca lo podré saber. En caso de que exista una vida más allá, ¿qué cuentas le daré yo a la persona que fue capaz de dar su vida por mí? Y eso sí es un verdadero gesto de amor. Que yo acabe con la vida que él protegió tanto eso sería un acto de crueldad hacia la memoria de mi progenitor – abre los ojos y empieza a luchar contra las corrientes

Con pasos temblorosos, Arthur se acerca al borde del abismo, sus ojos fijos en el vacío que se extiende ante él. El mundo parece desvanecerse a su alrededor, sus sentidos embotados por la devastación que lo consume. Se aferra al borde del puente, sus dedos blancos por la tensión, mientras la realidad se desmorona a su alrededor.

- Nooo - susurra, un susurro ahogado por el dolor y la desesperación - Ingrid... ¿Cómo pudiste? ¿Por qué... por qué hiciste esto? - Su voz se quiebra en un sollozo mientras las lágrimas corren por sus mejillas, mezclándose con la lluvia que cae del cielo. En ese momento, el mundo entero parece desvanecerse en un abismo de oscuridad, y Arthur se sumerge en la locura de su propio dolor.

Finalmente, llega al lugar donde Ingrid se lanzó al agua, y su corazón se detiene al ver la escena ante él, Arthur contempla el lago en la oscuridad con el corazón en un puño, lleno de angustia y desesperación. La lluvia golpea su rostro mientras el peso de la incertidumbre se apodera de él. Sin pensarlo dos veces, se lanza al agua con la determinación de encontrar a Ingrid, sin importar los peligros que enfrenta. Su corazón. Se sumerge en las frías profundidades en busca de Ingrid, pero el agua guarda sus secretos celosamente, negándole el consuelo que tanto anhela.

Se sumerge en las profundidades del lago, luchando contra las corrientes furiosas que amenazan con arrastrarlo. Cada bocanada de aire es una batalla, cada movimiento un acto de desesperación y esperanza.

- No me iré de aquí hasta encontrarla - murmura entre dientes, su voz ahogada por el rugido del agua.

Sus pensamientos están llenos de palabras emotivas y palabras de frustración.

- No puedo perderla - piensa mientras busca frenéticamente entre las sombras acuáticas, su corazón latiendo con la intensidad de su amor por Ingrid.

A medida que el tiempo pasa, la oscuridad se cierne sobre él, pero Arthur se aferra a la esperanza como un ancla en medio de la tormenta.

- Tengo que hacer todo para hallarla - se promete a sí mismo, cada músculo tenso con la determinación de encontrar a la mujer que ama.

Horas pasan en un torbellino de emociones y esfuerzo, cada minuto una eternidad de incertidumbre y desesperación. Pero Arthur se niega a rendirse, su voluntad tan firme como una roca en el océano tumultuoso de la noche. Finalmente, exhausto, pero no vencido, emerge del agua en busca de aire y consuelo. Sus ojos buscan desesperadamente en la oscuridad, su corazón latiendo con la esperanza de encontrar a Ingrid en algún lugar, en cualquier lugar. Con cada fibra de su ser, Arthur se aferra a la promesa de un nuevo amanecer, donde él e Ingrid puedan encontrar la paz en medio de la tormenta que los rodea.

Arthur se sumerge nuevamente en las oscuras aguas, su corazón latiendo con la intensidad de su amor por Ingrid. Lucha contra las corrientes furiosas, cada músculo tenso con la determinación de encontrarla.

- No me iré de aquí hasta hallarla - murmura entre dientes, su voz ahogada por el rugido del agua.

Horas pasan en un torbellino de emociones y esfuerzo, cada minuto una eternidad de incertidumbre y desesperación.

- ¿Dónde estás? ¿Por qué lo hiciste? - Sus palabras se pierden en el silencio del lago, su desesperación palpable en el aire.

Pero a pesar de todos sus esfuerzos, Ingrid sigue siendo esquiva, como una sombra que se desvanece en la noche. Arthur lucha contra la corriente, su mano batallando contra el agua en un último intento desesperado por encontrarla.

- No pude protegerte - murmura, las lágrimas confundidas con la lluvia que cae implacablemente a su alrededor - No pude protegerte de él, no pude protegerte de Mateo. Mierda. Quería, de todo corazón, protegerte.

Las horas pasan como siglos, y finalmente, exhausto y derrotado, Arthur emerge del agua una vez más. Con el corazón destrozado y la mente confundida, se dirige a la orilla y llama a las autoridades con manos temblorosas.

Arthur balbucea apenas

- Una chica se lanzó del puente - sus palabras apenas audibles en la noche. Con las últimas fuerzas que le quedan, se dirige hacia su casa, prometiendo en silencio encontrar a Ingrid, aunque le cueste todo.

Caminando por las calles desorientadas, Arthur llega a su casa en la madrugada. Un ruido al entrar despierta a su hermana, quien baja alarmado al salón y se encuentra con la figura desaliñada, todo empapado de lodo y lo peor estaba todo mojado, echo un desmadre.

- - ¿Por Dios, pero que te paso? - murmura Ginebra, sorprendida por el estado de Arthur - Arthur, ¿qué te paso? - pregunta, preocupado, mientras observa a su hermano perdido en sus pensamientos.

Arthur no responde de inmediato, su mente abrumada por el peso de lo ocurrido

- No pude salvarla - murmura, finalmente, su voz cargada de dolor y frustración - No pude evitarlo.

Su hermana no entiende del todo lo que dice, confundido por la angustia en la voz de Arthur.

- ¿Cómo? - pregunta, tratando de entender lo que sucede - Arthur, ¿qué pasa? - interviene su hermana, alarmada por la escena que presencia. Pero Arthur simplemente la mira y se desploma, su cuerpo cediendo al agotamiento acumulado. Se desploma en el suelo, incapaz de soportar más el peso de la noche.

El único sonido que escucha su hermana son los golpes sordos de su caída.

- ¡Arthur! - exclama con preocupación, corriendo hacia él mientras la oscuridad de la noche los envuelve a ambos.

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