CAP. 68 EL ANIVERSARIO DE LAS MENTIRAS: LA SOMBRA DE LA VERDAD

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En la Organización, Arthur estaba sentado en un rincón, rodeado por sus amigos y otros miembros de la organización. Las conversaciones giraban en torno a temas diversos, pero Arthur apenas prestaba atención. Ginebra, sentada cerca de él, lo observaba con insistencia, esperando que cumpliera con su promesa de contarle la verdad a Olivia.

Ginebra se inclinó hacia él y susurró

- Arthur, es el momento. Debes decirle la verdad a Olivia.

Arthur negó, con la cabeza, su expresión tensa.

- No puedo, Ginebra. No ahora.

Ella suspiró, frustrada.

- Tienes que hacerlo. No puedes seguir ocultándoselo.

- Ya te dije que no, Ginebra —repitió Arthur, alzando un poco la voz.

La tensión entre ellos aumentaba con cada negativa. Ginebra se levantó molesta y salió, Alessia, que observaba la escena, decidió seguirla.

- Hey, Ginebra, espera —dijo Alessia, acercándose.

Ginebra la miró con el ceño fruncido.

- ¿Qué, qué es, Alessia?

- Uy, qué genio —respondió Alessia con una sonrisa irónica— Ya sabes, quería hablar contigo, pero veo que estás muy enojada. Mejor vuelvo cuando se te pase.

- Espera —dijo Ginebra, suavizando su tono— Perdóname, no fue mi intención hablarte así.

- No te preocupes. Mejor dime qué fue lo que pasó —dijo Alessia.

- ¿De qué hablas? —preguntó Ginebra, confundida.

- No te hagas la desentendida. Sé perfectamente qué pasó entre tú y Arthur. ¿Por qué están peleados? Hace días que están así. ¿Qué es lo que realmente pasa?

Ginebra trató de mantener la calma.

- Arthur y yo no nos peleamos.

- ¿Ah, sí? Pero la última vez que llegué a casa, él tenía una marca en la cara. Y la única que estaba ahí eras tú.

- Alessia, no sé a qué te refieres —insistió Ginebra.

- Ahora te haces la desentendida —dijo Alessia, cruzando los brazos— No te hagas. Sé perfectamente que fuiste tú la que le dio esa cachetada a Arthur.

Ginebra exhaló con fuerza, admitiendo la verdad.

- Sí, fui yo. Pero se lo merecía el muy idiota.

- Ya sé que soy inteligente, cariño. Ahora dime, ¿por qué se lo merecía? —preguntó Alessia, curiosa.

Ginebra miró alrededor, asegurándose de que nadie más escuchara.

- Está bien, te contaré todo. Solo porque eres una buena amiga y porque he cuidado a mi hermano mucho tiempo.

- Perfecto, entonces dime. Me muero de la curiosidad —dijo Alessia, acercándose más.

Ginebra comenzó a contarle todo lo que había sucedido entre Arthur, Olivia e Ingrid. Al terminar, Alessia se quedó pensativa.

- Uy, sí que está complicado. Y bien hecho por darle una cachetada. Es más, yo también le voy a dar una ahora mismo.

- Espera —dijo Ginebra, deteniéndola— Luego le das la cachetada que quieras. Ahora ayúdame a pensar cómo hacer que mi hermano deje de pensar en Ingrid.

- No tenemos que pensar en nada. Mejor volvamos adentro. Que tu hermano nos está esperando —respondió Alessia.

- ¿Qué? ¿Cómo que no tenemos nada que hacer? No quiero ir y ver la cara de Arthur —dijo Ginebra, frustrada.

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