CAP. 61 ENTRE LAS SOMBRAS DEL DOLOR Y LA PASIÓN

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Finalmente, Arthur rompió el silencio, su voz apenas un susurro.

- ¡No quiero volver a ver a ese imbécil cerca de ti! ¡ni a el ni a nadie tu eres mía!

- ¡No puedo creer que estés haciendo una escena de celos ahora, Arthur! Tienes una novia, ¿recuerdas? ¡Olivia! ¡No tienes derecho a reclamar nada!

- ¿Y tú crees que es fácil para mí? ¡Cada vez que te veo con Christian, siento como si me estuvieras apuñalando en el corazón!

- ¡Christian es solo un amigo! ¿Qué esperas que haga? ¿Que me aleje de todos porque tú no puedes manejar tus celos?

Arthur se acercó más a ella, su rostro lleno de una mezcla de furia y desesperación.

- No se trata solo de Christian. Es cada maldito tipo que se te acerca. ¡No puedo soportar verte con alguien más!

- ¡Eso no es justo! ¡No puedes controlarme de esa manera! ¡No soy tu posesión!

La noche se había vuelto aún más oscura, envolviendo a Ingrid y Arthur en un manto de sombras mientras continuaban su acalorada discusión. La tensión entre ellos era palpable, una cuerda tirante que estaba a punto de romperse.

- No es justo para ninguno de nosotros, Arthur. Yo también estoy sufriendo, pero no puedes seguir haciéndome esto. Tienes que entender que no podemos seguir así —Ingrid dijo, su voz quebrándose ligeramente.

Arthur dio un paso hacia ella, sus ojos llenos de una mezcla de ira y desesperación.

- No puedo soportar verte con otro, Ingrid. No puedo soportar la idea de que estés con alguien más. Me duele demasiado.

- ¿Y crees que a mí no me duele verte con ella? —Ingrid replicó, su voz temblando— Pero tú decidiste estar con ella, y yo tengo que respetar eso. No puedo seguir viviendo en esta montaña rusa emocional.

Arthur apretó los puños, su frustración creciendo.

- ¡No es tan simple! Olivia... ella no significa lo mismo para mí. ¡No como tú!

- ¡Entonces déjala, Arthur! —Ingrid gritó, sus ojos llenos de lágrimas— Si no significa nada para ti, ¿por qué sigues con ella?

Arthur bajó la mirada, su voz reduciéndose a un susurro.

- No lo sé. No quiero lastimarla. Pero cada vez que te veo con Alguien, siento que me estoy volviendo loco. ¡No puedo soportarlo!

- ¡Eres un cobarde! —Ingrid exclamó, su voz cargada de furia— ¡No tienes el valor de hacer lo que sabes que es correcto! Prefieres mantenerme en esta tortura constante en lugar de tomar una decisión.

Arthur la miró, su rostro contorsionado por la rabia.

- ¿Cobarde? ¡Tú eres la que no puede superar a Mateo! Sigues viviendo en el pasado, dejando que ese maldito te controle incluso ahora.

Arthur se rio sin humor, su voz teñida de amargura.

- ¿Y qué hay de Mateo? ¿Qué hay de él, Ingrid? ¿Cuánto tiempo piensas seguir huyendo de lo que él te hizo?

Ingrid sintió como si la hubieran golpeado. Su rostro palideció y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sus labios temblaron. Las palabras de Arthur eran como cuchillos clavándose en su corazón.

- No tienes derecho a mencionar a Mateo. No sabes lo que él me hizo pasar.

- ¡Oh, claro que lo sé! Sé que te maltrataba, que te controlaba. Y, sin embargo, aquí estás, alejándome a mí, que te he tratado con amor, por miedo a repetir lo mismo. ¿Acaso no ves la ironía?

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