En la casa de Olivia, la madre de Ingrid, Mateo había ido a visitarla
- Mateo, ¿sabes algo de mi hija? - preguntó, su voz cargada de preocupación.
Mateo la miró con desprecio.
- Sí, la he visto en varias ocasiones en una cafetería. Pero no sé dónde está viviendo ahora - respondió, su tono desafiante.
Olivia frunció el ceño, molesta por la respuesta.
- ¿Cómo es posible que no sepas dónde está? ¡Necesito que la traigas de vuelta! - exclamó, su voz aumentando de volumen.
Mateo apretó los puños, tratando de mantener la calma.
- No es tan sencillo. Ingrid no quiere verme y, sinceramente, no sé dónde vive - respondió, su voz tensa.
Olivia lo miró con una mezcla de desaprobación y desesperación.
- ¡Siempre has sido inútil, Mateo! ¡No puedo creer que no puedas hacer algo tan simple como encontrar a mi hija! - gritó, su voz llena de rabia.
Mateo sintió una oleada de frustración, pero trató de mantener la calma.
- Haré lo que pueda, pero no puedo prometer nada - dijo, tratando de calmar la situación.
Olivia lo miró con una mezcla de desprecio y esperanza.
- Más te vale, Mateo. Porque si no la encuentras, no sé qué haré, siempre te he apoyado, incluso cuando sé que golpeas a mi hija, no hago nada porque sé que se lo merece, así que encuéntrala y has que vuelva contigo - advirtió, su voz cargada de amenaza.
En la casa abandonada, la conversación había tomado un giro más relajado. Todos estaban riendo y compartiendo historias, tratando de disfrutar del tiempo juntos.
- Arthur, ¿cómo es posible que siempre termines metiéndonos en líos? - bromeó Adam, dándole una palmada en la espalda.
Arthur se rio, encogiéndose de hombros.
- Es un talento natural - respondió, con una sonrisa traviesa.
Ingrid, observando la escena, sintió una oleada de calidez. A pesar de las dificultades y malentendidos, sabía que tenía amigos en los que podía confiar.
Después de tanto hablar y reír, Ingrid se sentía un poco cansada. Arthur, notando su fatiga, se levantó y se acercó a ella.
- ¿Quieres que te lleve a casa? - preguntó, con una sonrisa cálida.
Ingrid asintió, agradecida.
- Sí, gracias, Arthur. Estoy un poco agotada - respondió, levantándose lentamente.
- Arthur la ayudó a ponerse de pie y la acompañó hacia la puerta. Mientras salían, Camilo, Diego, Adam y Mánzer lo miran curiosos.
- ¿Creen que esos dos se traen algo? – pregunta Camilo
- ¿Por qué lo dices? – dice Mánzer
- ¿no vieron? ¿Cómo Arthur se comporta con ella, es más atento y caballero? Además, cuando todos creíamos que Íngrid Murió, él está destrozado es como si hubiera perdido a alguien importante
- Deja de decir estupideces – lo regaño Adam – nuestro amigo es esa clase de personas que no le interesa nada y menos cosas románticas, así que dejen de hablar estupideces
- Tienes razón, a él jamás le interesaría Ingrid solo es una amiga – dice Mánzer
- Por cierto Camilo, ¿qué fue lo que hizo Arthur para que estés tan enfadado? - preguntó Adam, con una sonrisa divertida cambiando de tema.
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QUÉDATE CONMIGO
Novela JuvenilIngrid y Arthur se encuentran atrapados en un torbellino de violencia y emociones prohibidas. Ingrid soporta en silencio el tormento infligido por su pareja, hasta que el peso del dolor se vuelve insoportable y toma una decisión desgarradora. Mientr...