CAP. 20 LA NOTICIA TRÁGICA DESATA UNA TORMENTA EMOCIONAL

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- Ingrid... - murmura Diego, con los ojos abiertos de par en par.

- ¿No, creo imposible que sea ella? - pregunta Camilo, incrédulo. Adam asiente solemnemente.

- no vez, lo confirmaron en el noticiero. Era Ingrid - responde.

- No puede ser Ingrid - exclaman, incrédulos.

- ¿Cómo es posible que pase esto? No, esto debe ser una bomba – agrega Adam

El aire en la habitación se vuelve denso mientras los amigos procesan la noticia.

- No puede ser... - susurra Mánzer, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

- ¿Cómo pudo suceder esto? - se pregunta Diego, sacudiendo la cabeza en incredulidad.

La conversación cambia hacia el dilema de si deberían informarle a Arthur sobre lo ocurrido.

- Debemos avisarle a Arthur lo antes posible – murmura Adam

- Él necesita saberlo - insiste Mánzer, con determinación en su voz - Ingrid era importante para él. No podemos ocultarle esto – agrega

- Sí, eran cercanos. Creo que Arthur debería saberlo lo antes posible – responde Diego, sintiendo la responsabilidad pesar sobre él.

Sin embargo, hay una breve discusión sobre si es apropiado o no contarle a Arthur la noticia. Algunos se muestran preocupados por cómo reaccionará, pero finalmente camilo dice:

- Pero, ¿cómo le decimos? No podemos simplemente aparecer y decirle que su amada Ingrid se suicidó - señala Camilo, frunciendo el ceño.

- Pero tampoco podemos dejar que se entere por alguien más - interviene Adam -Somos sus amigos, tenemos que estar allí para él

- Tienes razón, somos sus amigos. Debemos apoyarlo en este momento difícil - insiste Mánzer

- Podríamos intentar ser sutiles al principio - sugiere Diego, buscando una solución - Asegurarnos de que esté bien antes de revelar la noticia por completo - propone. Los amigos asienten, considerando la idea.

- Tal vez podríamos ir juntos, mostrarle nuestro apoyo - sugiere Gonzalo

- Sí, podríamos estar allí para él cuando lo necesite - agrega Adam, mostrando su acuerdo.

Después de una larga deliberación y un intercambio de opiniones, los amigos deciden que es mejor informar a Arthur sobre lo sucedido. Con un sentimiento de determinación y solidaridad, se preparan para enfrentar juntos la difícil tarea de compartir la trágica noticia con su amigo. Salen de la casa y se dirigen hacia donde saben que pueden encontrar a Arthur.

Ingrid se tambaleaba por la calle desorientada, toda sucia, con los pies descalzos, todo desarreglada, su mente abrumada por la angustia, dolor y el desconcierto. Al llegar a la clínica del amigo de su difunto padre, su corazón latía con fuerza en su pecho. Vaciló antes de tocar la puerta, sintiendo un nudo en la garganta.

Cuando un hombre mayor finalmente abrió la puerta, Ingrid luchó por contener las lágrimas que amenazaban con escaparse.

- Por favor... ayúdame - susurró, apenas audible.

El hombre la miró con desconcierto, pero algo en sus ojos reflejaba una chispa de reconocimiento.

- ¿Quién eres? ¿Qué te ha sucedido? - preguntó con voz grave, su ceño fruncido por la confusión.

Ingrid sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor.

- Soy yo, Ingrid... por favor, ayúdame - alcanzó a decir antes de desplomarse en sus brazos.

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