CAP. 80 CADENAS INVISIBLES: ENTRE EL FUEGO DE LA NEGACIÓN Y LA SOMBRA DEL PASADO

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Arthur atravesando una tormenta de emociones. Su enojo se siente como un fuego que quema su interior, intensificándose con cada segundo. Está en casa, caminando de un lado a otro, con las manos crispadas y los pensamientos desordenados. La imagen de hombres hablando con Ingrid, sobre todo con Diego, le viene una y otra vez a la mente, como una espina que no puede arrancarse.

Olivia está a su lado, sentada en el sofá, observándolo con una expresión de furia contenida. La tensión entre ellos se puede cortar con un cuchillo.

- ¡No puedo creerlo, Arthur! —exclama Olivia de repente, levantándose del sofá— ¿Cómo te atreves a seguir con este comportamiento? ¡Te han sancionado, te han quitado todo por tu maldita obsesión con esa... con ella! —Las palabras salen de su boca llena de veneno, y su voz se eleva con cada frase— ¡Ingrid! ¡Es siempre sobre Ingrid!

Arthur se detiene un segundo, apretando los puños, tratando de controlarse. Está furioso, pero no solo con Olivia. No sabe cómo manejar todo lo que siente. El castigo, la destitución, la misión con la señora María y sus hijos, todo está desmoronándose, y lo peor de todo es que no puede soportar la idea de Diego acercándose a Ingrid, o cualquier otro tipo. Solo imaginarlo lo hace hervir por dentro.

- ¡Esto no tiene nada que ver con Ingrid! —grita Arthur de vuelta, girándose para enfrentarla— Esto es por la organización. Todo lo que hago es por el bien de la organización. Diego me provocó. Sabía lo que hacía cuando empezó a hablarle, sabía que yo... —Se detiene, dándose cuenta de que está diciendo más de lo que debería.

Olivia lo mira con los ojos entrecerrados, su expresión cambiando de furia a incredulidad.

- ¿Sabía que tú qué, Arthur? —le desafía, avanzando un paso hacia él— ¡Dilo! Sabía que sigues obsesionado con ella. ¿Verdad? No importa lo que yo haga, no importa cuánto lo intente. Siempre es ella. ¡Siempre ha sido Ingrid! —Su voz se rompe, pero sigue cargada de furia— ¿Por qué carajos sigues negándolo? No me digas que esto es por la organización. ¡No soy estúpida!

Arthur la observa, su mandíbula apretada. Quiere gritar, desahogar todo su enojo, pero en lugar de eso se cruza de brazos, intentando mantener la compostura. Todo dentro de él grita que Olivia tiene razón, pero no quiere admitirlo. No puede.

- Esto no tiene nada que ver con Ingrid —repite con voz grave— Ya no siento nada por ella. Lo que pasó, pasó, y punto. No me importa lo que haga o con quién esté.

- ¡Mentiroso! —exclama, su rostro rojo de ira— ¡Cada vez que un hombre se acerca a ella, pierdes el control! Lo vi en tu mirada. ¡Estás furioso porque ellos hablan con ella, estás fuera de sí cunado diego hablo con Íngrid, no porque te haya provocado! Arthur, mírame a los ojos y dime que no te importa. Dime que ya no piensas en ella cuando estás conmigo.

Arthur se queda en silencio, incapaz de mirarla directamente. Las palabras de Olivia lo golpean con fuerza, pero no puede admitir lo que siente. No puede aceptar que, a pesar de todo, a pesar de las cosas crueles que le ha dicho a Ingrid para alejarla, aun la ama.

- Olivia, yo... —intenta decir algo, pero las palabras se le atascan en la garganta. Finalmente, sacude la cabeza, enojado consigo mismo— Esto no es sobre ella.

- ¡Claro que lo es! —grita — ¡Siempre ha sido sobre ella! —Sus lágrimas empiezan a rodar, pero no por tristeza, sino por frustración— Y lo peor es que sigues negándolo. Te destituyeron porque no puedes controlarte cuando se trata de ella. Arthur, ¡te estás destruyendo por esa mujer! ¡Y a mí me estás arrastrando contigo! —Su voz se apaga en un susurro mientras las lágrimas caen libremente.

Arthur siente una mezcla de enojo, culpa y desesperación. Olivia tiene razón en muchas cosas, pero no quiere admitirlo. Él la eligió a ella, le prometió que dejaría el pasado atrás, que Ingrid ya no significaba nada. Pero cada vez que la ve, algo en él se desmorona. Y ahora, el castigo, la sanción, todo lo que ha perdido, sobre todo Íngrid... es como si el universo lo estuviera obligando a confrontar lo que tanto ha tratado de evitar.

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