CAP. 82 ECOS DE MENTIRAS Y VERDADES PERDIDAS

3 2 0
                                    

Ingrid se quedó quieta, sintiendo la mezcla de dolor y desesperación que emanaba de Amelia. Aunque la mentira era grave, también entendía el contexto de desesperación en el que Amelia había estado atrapada.

- Amelia... —susurró Ingrid con tristeza— entiendo que estabas en una situación muy difícil. Pero culpar a Diego no arregló nada, ¿verdad? Solo empeoró las cosas para todos. Y ahora, él está pidiendo justicia. Quiere limpiar su nombre, y te aseguro que también podemos ayudarte a ti y a tu familia. Pero tienes que ser honesta conmigo.

Las lágrimas finalmente rodaron por las mejillas de Amelia, y todo su cuerpo se sacudió por los sollozos.

- Lo siento... -gimió, casi sin poder hablar entre las lágrimas—Yo solo quería que alguien me creyera... ¡Estaba tan asustada, Ingrid! No sabía qué más hacer. Mi padre... él me... él nos golpeaba... y yo solo quería que alguien me escuchara.

Ingrid sintió un nudo en la garganta. Amelia era una víctima, aunque de una manera diferente de lo que había imaginado. Sabía que no podía dejar que Diego siguiera sufriendo por algo que no había hecho, pero también sabía que Amelia necesitaba ayuda.

- Te escucho ahora —dijo Ingrid suavemente— Y vamos a ayudarte, pero tienes que admitir lo que realmente sucedió. No podemos seguir adelante si mantienes esta mentira.

Amelia asintió débilmente, todavía llorando. Ingrid la observó durante un momento antes de acercarse un poco más y colocar una mano reconfortante en su hombro.

- Vamos a hacer todo lo posible para sacar a tu familia de esa situación —dijo Ingrid con calma — Pero también vamos a limpiar el nombre de Diego. Él no merece llevar esta carga, y tú tampoco mereces seguir viviendo con este peso sobre tus hombros.

Amelia la miró con los ojos hinchados por el llanto y asintió lentamente.

- Gracias —murmuró entre sollozos— Lo siento mucho, Ingrid. No quería hacerle daño a nadie... Yo solo... solo quería ser libre.

Ingrid le dio un apretón suave en el hombro.

- Y lo serás, Amelia —le prometió— Pero ahora vamos a empezar de nuevo, con la verdad. Es la única manera.

El viento soplaba suavemente mientras Ingrid continuaba observando a Amelia. Sabía que algo no cuadraba, pero no era solo cuestión de detalles; era la energía nerviosa que Amelia desprendía, la tensión que se notaba en su cuerpo.

- Amelia, necesito que seas honesta conmigo —insistió, endureciendo su tono—. Las mentiras solo harán que todo sea peor para ti. Quiero ayudarte, pero si no puedo confiar en ti, no hay nada que pueda hacer.

Amelia entrelazaba y desenlazaba las manos sobre su regazo, los dedos temblando ligeramente. Evitaba la mirada de Ingrid, como si la culpabilidad comenzara a colarse por las grietas de su fachada.

- te estoy diciendo la verdad... —murmuró, aunque su voz temblaba— Diego me violo.

- ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? —presionó Ingrid, su tono volviéndose más agudo— Necesito que me des detalles, Amelia. Esto no es un juego. Estamos hablando de la vida de alguien. ¿Por qué los detalles son tan vagos?

Amelia apretó los labios, claramente atrapada entre el miedo y la frustración. Sus ojos comenzaron a parpadear con más frecuencia, un signo de que su resistencia se estaba debilitando.

- No recuerdo todo... —respondió en voz baja— Fue hace años... en una fiesta...

- Eso ya lo dijiste —la interrumpió— Pero no me has dado nada concreto. Si de verdad Diego te hizo algo, debes recordarlo. No puedo quedarme con una historia incompleta. ¿O es que hay algo más que no me estás diciendo?

QUÉDATE CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora