CAP. 93 RISAS ROJAS: EL PRECIO DE LA VENGANZA

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Todos se mataban de risa. Las carcajadas resonaban en el lugar mientras Alejandro y Abigaíl, cubiertos de pintura, intentaban quitarse el desastre de encima. Pero no había nada que hacer: la pintura no se iba, y cuanto más se limpiaban, más resbaladizo se volvía todo.

- ¡Ya chicos, ya se fueron! —exclamó Adam entre risas, secándose las lágrimas de la risa incontrolable— ¡Dejemos de reírnos!

Ximena, entre carcajadas, añadió:

- Te luciste, Alessia. ¡Te luciste con lo que hiciste! —señaló en dirección a los dos que se habían marchado enojados— ¡Esos dos no me caían para nada bien!

Todos seguían riéndose, comentando lo ridículo que se habían visto Alejandro y Abigaíl con toda la pintura encima, tropezándose y golpeándose mientras intentaban romper la piñata. El ambiente estaba lleno de diversión, pero en medio de toda la algarabía, había una persona que no compartía las risas.

Rafael, perdido en sus pensamientos sobre Ingrid, apenas había participado en la fiesta. Estaba profundamente preocupado por no encontrarla. Pero al ver la escena frente a él, algo dentro de él explotó. Su rostro cambió completamente, llenándose de una ira que nadie esperaba.

- ¡¿Pueden decirme qué demonios fue lo que hicieron?! —gritó Rafael, enojadísimo, cortando en seco las risas.

El silencio fue instantáneo. Todos se quedaron callados, mirándolo con sorpresa. Nadie se atrevía a hablar. La furia en los ojos de Rafael era palpable.

- Se supone que este es el aniversario de la organización —continuó, su tono lleno de indignación— ¡No es para sus estúpidas payasadas!

Todos intentaron explicar lo sucedido, pero Rafael no daba espacio para respuestas. Estaba furioso.

- ¡Rafael, fue solo una broma! —se atrevió a decir Alessia, con su tono juguetón habitual, tratando de calmar la situación— Solo queríamos divertirnos un poco, no es para tanto...

- ¿Divertirse? ¿Eso les parece divertido? —respondió Rafael, cortando sus palabras— Se supone que estamos aquí para unirnos como compañeros de equipo, no para hacer el ridículo. ¡Esto no es una fiesta cualquiera! ¡Es el aniversario de una organización, sería que ayuda a los demás!

La tensión en el aire era tan espesa que se podía cortar. Nadie se atrevía a decir nada. Rafael estaba visiblemente estresado, no solo por lo que acababa de ocurrir, sino por la preocupación constante que llevaba en el corazón por Ingrid. No sabía dónde estaba ni qué hacer para encontrarla.

Arthur, que también estaba perdido en sus propios pensamientos sobre Ingrid, intentó calmar el ambiente, aunque su voz sonaba distante.

- Rafael, no fue la intención... —comenzó a decir, pero fue interrumpido.

- ¡Nada de eso! —cortó Rafael— Hablaremos de esto el lunes. Por ahora, ¡la fiesta se acabó! —exclamó con una determinación firme— ¡Todo el mundo, fuera!

El silencio cayó de nuevo sobre el grupo. Nadie se atrevió a discutir más. Sabían que no tenían oportunidad contra la ira de Rafael, especialmente en ese estado.

Arthur salió con Olivia a su lado, quien lo tomó de la mano.

- Amor, ¿sucede algo? —preguntó Olivia, preocupada por el silencio de Arthur, pero él simplemente sonrió por cortesía, sin dar una verdadera respuesta. Su mente seguía en otro lado, llena de pensamientos sobre Ingrid, preguntándose dónde estaría, qué estaría haciendo, ya que no lo vi más en la fiesta.

Los demás invitados comenzaron a salir, todos en silencio. El ambiente había cambiado completamente de risueño a tenso. Las risas y bromas de hace un momento se desvanecieron bajo el peso de la reprimenda de Rafael. El aniversario de la organización había terminado de una manera mucho más sombría de lo que todos esperaban.

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