CAP. 76 TEMPESTAD DE CELOS Y CONFIANZA

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- ¡No! ¡No quiero que trabaje con él! ¡Es demasiado arriesgado!

Mánzer, que había estado observando la discusión en silencio, finalmente.

- Arthur, sé que tienes tus preocupaciones, pero debes confiar en Ingrid. Ella sabe lo que está haciendo.

Alejandro se inclinó hacia adelante, su tono burlón.

- Arthur, parece que tus celos te están nublando el juicio. Ingrid es más que capaz de manejar a Christian y cualquier otra cosa.

La atmósfera en la sala se volvió aún más tensa. Arthur estaba enojado, sintiéndose acorralado por sus propios sentimientos y la presión de sus amigos.

- No es cuestión de celos. Es cuestión de hacer lo correcto. Y no creo que Christian sea lo correcto para este proyecto.

Olivia, ya harta de la actitud de Arthur, se levantó y lo enfrentó directamente.

- Arthur, si no puedes dejar de meterte en los asuntos de Ingrid, tal vez deberíamos reconsiderar nuestra relación. Estoy cansada de ser tu segundo plato.

Arthur se quedó en silencio, su rostro una mezcla de ira y dolor. Sabía que Olivia tenía razón, pero no podía dejar de lado sus sentimientos por Ingrid.

Adam dio un paso adelante, poniendo una mano en el hombro de Arthur.

- Arthur, debes aprender a confiar en los demás. Si no puedes hacerlo, estarás siempre en conflicto, no solo con ellos, sino contigo mismo.

Arthur respiró hondo, tratando de calmarse, pero las palabras de Adam no lograron disipar la tormenta dentro de él.

- No puedo. No puedo dejar de preocuparme por ella.

Diego lo miró con comprensión, pero también con firmeza.

- Entonces, tendrás que encontrar una manera de manejar esos sentimientos sin que interfieran con tu juicio. Porque si no lo haces, podrías perder mucho más de lo que estás dispuesto a sacrificar.

La tensión en la oficina principal no cesaba. Arthur, con los puños apretados y la mirada fija en la puerta, no podía contener sus celos y frustración.

- ¿Dónde está Christian? —preguntó Arthur, con la voz tensa.

Alejandro, siempre listo para provocar, se encogió de hombros y respondió con indiferencia:

- Debe estar con Ingrid en este momento.

Eso fue el detonante. Arthur ya no podía más. Se levantó de su asiento bruscamente, golpeando la mesa con el puño.

- ¡No! Se supone que no estaba de acuerdo con esto. Como jefe del grupo, tenían que hacerme caso.

La sala quedó en silencio mientras Arthur salía furioso de la oficina. Sus pasos resonaban en el pasillo, su ira evidente en cada movimiento. Al doblar una esquina, se encontró cara a cara con Ingrid y la señora que había llegado en busca de ayuda. La señora estaba acompañada por sus dos hijos

Los chicos, que habían seguido a Arthur, Diego se quedó paralizado al ver a la joven. Sus ojos se encontraron y ambos se quedaron inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido. Ingrid se dio cuenta de la reacción de Diego y de la chica, pero no dijo nada.

Arthur, sin embargo, no podía contener su enojo.

- Ingrid, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con voz agitada—. Se supone que no deberías estar trabajando con Christian. Yo no estoy de acuerdo con esto.

Ingrid lo miró con una mezcla de sorpresa y desafío.

- Arthur, estoy haciendo mi trabajo. Ya di el primer paso, y esta señora necesita nuestra ayuda. No puedes seguir interfiriendo por tus propios celos.

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