CAP. 1 EL COMIENZO

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Brasilia - Brasil

El sol apenas se filtraba por la cortina entreabierta del cuarto de Arthur, mientras él tarareaba una canción romántica, sumergido en la melodía mientras alistaba sus cosas para ir al colegio. Su mamá, al pasar por la puerta entreabierta, lo observó con una sonrisa pícara.

- Quédate conmigo

- Quiero que vivamos juntos

- Quédate conmigo

- No quiero perderme de ti ni un Segundo - bailaba como loco, mientras cantaba a todo pulmón

- ¿Estás enamorado, mi hijo? - comentó con complicidad.

Arthur, sorprendido, dejó escapar una risa nerviosa.

- ¿Por qué no puedo cantar música romántica sin que pienses eso, mamá?

- Es solo que es un gesto bastante... expresivo - respondió ella con una risa juguetona.

- Bueno, es una forma de motivarme para el día, ¿no? - intentó justificarse mientras doblaba una camisa.

- Está bien, pero mejor apresúrate a desayunar - dijo su madre antes de desaparecer por el pasillo.

Bajando a la cocina, Arthur se encontró con su padre sentado a la mesa, leyendo el periódico.

- Respira hondo, todo estará bien – le dice a sí mismo para calmarse

- Vaya hasta que el joven se digna a bajar a desayunar con su familia – lo dice en un tono sarcástico

- buenos días – saluda

- Saluda bien - lo dice molesto

- Buenos días, padre – rueda los ojos

- Hijo siéntate – dice la madre – enseguida te sirvo el desayuno

- Mamá, no tengo hambre - anunció, buscando evitar la tensión en el ambiente.

- Tu mamá preparó el desayuno para que lo comieras - dijo su padre, frunciendo el ceño.

- No tengo hambre - repitió Arthur, intentando evitar una confrontación.

- Siéntate y come - ordenó su padre con firmeza.

- No quiero, papá - respondió Arthur, negándose a ceder.

Su padre se levantó de la mesa con un gesto de frustración, intentando forzarlo a sentarse, pero Arthur se mantuvo firme en su decisión. La tensión en el comedor alcanzó su punto máximo cuando Arthur se negó a desayunar y su padre, molesto, le levantó la voz.

- Dije que no tengo hambre - levanta un poco la voz

- No me levantes la voz - gruñó su padre, mostrando su frustración.

Arhur, sintiendo la injusticia de la situación, se mantuvo firme.

- No tengo hambre - repitió con determinación.

- No me levantes la voz - molesto por la actitud de su hijo, le mete una abofeteada

La confrontación se intensificó, con palabras fuertes y gestos amenazantes. En medio del enfrentamiento, la madre de Arthur llego al comedor, preocupada por el tono de la discusión.

- ¿Qué pasa aquí? - preguntó, tratando de entender la situación.

- Su intento de calmar las cosas fue en vano, ya que su padre continuaba expresando su molestia y de paso le da otra abofeteada, En ese momento, Ginebra, la hermana menor de Arthur, bajó las escaleras y presenció la escena con sorpresa.

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