CAP. 41 ENTRE RECUERDOS Y PROMESAS: EN BUSCA DE ARTHUR

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Ingrid recordó la relación tumultuosa que tuvo con Mateo, llena de manipulación y violencia. Esa experiencia la dejó marcada, incapaz de confiar plenamente en sus sentimientos y en la capacidad de alguien más para amarla de verdad. Pero con Arthur, todo era diferente. Él la hacía sentir segura, amada y comprendida de una manera que nunca había experimentado antes.

- No puedo seguir así - se dijo a sí misma con determinación, secando sus lágrimas con frustración. - Necesito encontrarlo, cueste lo que cueste. No puedo dejar que el miedo me impida estar con él.

El dolor en su pecho se intensificó al recordar los momentos felices que compartieron, y el vacío que dejó su desaparición se hizo más profundo con cada día que pasaba. Ingrid sabía que tenía que enfrentar sus miedos si quería tener alguna posibilidad de recuperar a Arthur.

- Te encontraré, Arthur - susurró con voz entrecortada, su corazón lleno de determinación y angustia. - Haré todo lo posible para encontrarte y arreglar las cosas. No puedo perderlo... no puedo perder lo único que realmente importa.

Ingrid se recostó en su cama, con la mirada perdida en el techo mientras el recuerdo de Arthur la inundaba. Sus ojos azules, tan profundos y cautivadores, habían sido una de las primeras cosas que la atrajeron hacia él. Pero fue más que eso; Arthur la había tratado con una gentileza y cuidado que nunca había conocido antes. Él la protegió de Mateo, la apoyó cuando más lo necesitaba, y la hizo sentir segura en un mundo que a menudo parecía desmoronarse a su alrededor.

- Arthur... - susurró, su voz temblando con la tristeza de la separación. - Tus ojos azules, como el mar en calma... me enamoré de ellos, de la manera en que me miraban, como si fuera lo más precioso del mundo.

Un nudo se formó en su garganta al recordar los momentos compartidos, las risas, las conversaciones profundas y la calidez reconfortante de su presencia. Pero todo se desvaneció el día que él desapareció, dejando un vacío doloroso en su corazón.

- Me siento perdida sin ti - continuó, su voz apenas audible en la habitación silenciosa. - Te has convertido en mi ancla, en la única persona que me hace sentir completa. Y ahora... ahora no sé si alguna vez te volveré a ver.

Ingrid cerró los ojos con fuerza, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer. La incertidumbre de no saber dónde estaba Arthur, si estaba a salvo o si algún día regresaría, la llenaba de angustia y desesperación.

- Pero no puedo rendirme - se dijo a sí misma con determinación, sintiendo una mezcla de amor y dolor que la consumía. - Te encontraré, Arthur. No importa cuánto tiempo tome o cuánto dolor tenga que soportar. Te encontraré y haré todo lo posible para recuperarte.

Con un suspiro profundo, Ingrid se aferró a la esperanza de que algún día sus caminos se cruzarían nuevamente, rezando para que Arthur comprendiera lo profundo y verdadero de sus sentimientos, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos.

Habían pasado dos largos años desde que Arthur había desaparecido. Todos habían intentado seguir con sus vidas, aunque ninguno de ellos había olvidado realmente lo que había sucedido. Ginebra, era una de las más afectadas. A pesar de que sus padres habían intentado convencerla de que dejara de buscar a su hermano, ella persistía incansablemente en su búsqueda. Cada día preguntaba a sus padres y a cualquier persona que pudiera tener alguna pista sobre el paradero de Arthur, pero nadie le decía nada.

La relación de ginebra con sus padres se había deteriorado en los últimos tiempos. Se había aislado emocionalmente de ellos, enfocándose únicamente en encontrar a su hermano perdido. El dolor de la pérdida y la frustración por no tener respuestas la habían transformado.

Por otro lado, Ingrid también seguía buscando a Arthur. Desde el día en que él había desaparecido, ella se había dado cuenta de cuánto lo amaba. Cada rincón de la ciudad lo buscaba incansablemente, esperando encontrar alguna pista que la llevara de vuelta a él, al amor de su vida.

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