CAP. 88 DESMORONANDO EL ENGAÑO: NOCHES DE IRA Y CELOS

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Ingrid le devolvió una sonrisa, agradecida por su atención.

- Sí, estoy bien. Es solo... bueno, ya sabes, la típica fiesta —respondió Ingrid, encogiéndose de hombros. Tomó un sorbo de la bebida, tratando de relajarse.

Alejandro, siempre atento, detectó la incomodidad en su voz. Sabía que había algo más detrás de esa fachada tranquila, pero no quería presionarla.

- Sabes que puedes hablar conmigo si necesitas desahogarte —le dijo suavemente— Siempre estaré aquí para ti, Ingrid.

Ingrid lo miró, conmovida por su amabilidad. Alejandro siempre había sido un apoyo constante en su vida. Pero, aunque apreciaba su presencia, sabía que sus sentimientos por él no eran los mismos que él sentía por ella.

- Lo sé, Alejandro —dijo, posando una mano en su brazo— Y realmente lo aprecio. Eres un gran amigo.

Esas palabras, aunque dichas con sinceridad, fueron como un balde de agua fría para Alejandro. "Amigo". Esa palabra que tanto temía escuchar de sus labios. Pero él disimuló su decepción, sonriendo con suavidad.

- Siempre lo seré —murmuró, aunque por dentro deseaba que ella pudiera verlo de otra manera.

Cambiando de tema, Alejandro extendió su mano hacia ella con una sonrisa juguetona.

- ¿Te gustaría bailar? Solo por diversión, prometo que no seré tan malo como el último.

Ingrid rio, agradecida por el intento de levantarle el ánimo. Aceptó su mano, y los dos se dirigieron de nuevo a la pista de baile. Esta vez, su cuerpo se movió con más facilidad al ritmo de la música, y por un momento, se permitió relajarse y disfrutar.

Sin embargo, desde el otro lado de la sala, Arthur observaba cada movimiento, sintiendo una creciente ola de celos arder dentro de él. Ver a Ingrid tan cerca de Alejandro, riendo y bailando, lo hacía sentir como si su sangre hirviera. Sabía que Alejandro estaba enamorado de Ingrid, lo había notado desde hacía tiempo. El hecho de que Ingrid estuviera compartiendo ese momento con él solo alimentaba más su ira.

- ¿De verdad es tan fácil para ella? ¿Solo cambiar de chico cuando le plazca? — pensaba Arthur, su rostro endureciéndose a medida que sus pensamientos se oscurecían.

Olivia, que seguía a su lado, intentó atraer su atención una vez más, pero Arthur apenas la escuchaba. Su mirada estaba fija en Ingrid y Alejandro, y su mente estaba atrapada en una espiral de celos y frustración. Quería acercarse, separar a Ingrid de Alejandro y reclamarla para sí, pero su orgullo seguía reteniéndolo.

Mientras tanto, después de algunos minutos bailando con Alejandro, Ingrid se excusó y decidió tomar un descanso. Caminó hacia una de las mesas más apartadas, buscando un poco de tranquilidad. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Christian.

- ¿Te cansaste tan rápido, Ingrid? —dijo Christian, sonriendo mientras se sentaba junto a ella, aunque también se veía afectado por lo de Mateo saber que haberse enamorado de Íngrid le traería grandes problemas con Mateo, pero intento fingir a la perfección que no pasa nada— Te vi bailando con Alejandro. ¿Te divertiste?

Ingrid sonrió, aunque en su mente aún flotaban los restos de la conversación anterior. Christian era alguien en quien confiaba mucho, pero sabía que él también tenía sentimientos por ella. Y aunque lo apreciaba profundamente, esos sentimientos no eran recíprocos.

- Sí, fue divertido, pero necesitaba un pequeño respiro —respondió Ingrid con sinceridad.

Christian asintió, su mirada cálida y comprensiva.

- Es bueno, verte relajada, después de todo lo que has pasado —comentó— Siempre pensé que te mereces ser feliz.

Ingrid sintió una punzada de culpa al escuchar esas palabras. Sabía que Christian, al igual que Alejandro, la veía de una manera especial. Y aunque no podía corresponderles de la forma en que ellos querían, no quería perder su amistad.

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