CAP. 42 EL RETORNO DE LAS SOMBRAS PERDIDAS

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A medida que Arthur caminaba por el campus, vio a lo lejos a Ingrid. Ella estaba con el cabello recogido hacia atrás con una cinta negra, delicadeza y elegancia. Su vestuario es una blusa blanca maga larga con los hombros descubiertos y un detalle de cordones en la parte delantera, pantalones negros de cintura alta. Sus ojos se encontraron instantáneamente, y un halo de melancolía y amor perdido llenó el espacio entre ellos. Arthur se detuvo por un momento, como si el tiempo se hubiera ralentizado a su alrededor.

- Ingrid... - murmuró suavemente para sí mismo, sus ojos nunca apartándose de ella. - ¿Es ella? - incapaz de apartar la vista de Ingrid. - Sí, es ella. A pesar de todo lo que ha pasado, sigue siendo tan hermosa. Es su mirada y su sonrisa las que me cautivaron desde el principio. Esas son las cosas que tanto extrañé ver. - Inspirado por la presencia de Ingrid, Arthur comenzó a recitar un poema en voz baja, casi como un susurro al viento - El color de tu mirada es como el amanecer, un reflejo del sol en tu piel de miel, Tu sonrisa es el brillo de las estrellas en la noche, un faro que guía mi corazón perdido. Aunque el tiempo nos ha separado, el amor que siento por ti nunca ha cambiado, Eres el eco en mi alma, la melodía en mis días grises, Ingrid, mi musa eterna, siempre serás la razón de mis suspiros.

Ingrid, al notar la mirada de Arthur, también se detuvo, sus propios pensamientos y emociones, reflejándose en sus ojos color miel mientras lo observaba desde la distancia.

- Ingrid tiene unos ojos tan peculiares - continuó Arthur, como si estuviera hablando más para sí mismo que para la directora. - El color de sus ojos es como la miel, cálido y profundo. Siempre me ha fascinado cómo parecen brillar con cada emoción que experimenta.

- Es evidente que significa mucho para ti. – le dice su mente

Arthur sonrió, recordando los momentos compartidos con Ingrid antes de su desaparición.

- Sí, lo hizo. Aunque las circunstancias nos separaron, nunca dejé de pensar en ella.

Ingrid intentó acercarse, él retrocedió y negó con la cabeza, en ese instante Un recuerdo doloroso emergió en la mente de Arthur: aquella fiesta donde Ingrid lo había rechazado de la manera más despiadada. Recordó cómo al salir de aquella fiesta, la vio besándose con Mateo, su ex, el mismo hombre que solía maltratarla. Esa imagen había dejado una cicatriz profunda en su corazón.

Arthur sintió una oleada de emociones encontradas: dolor, nostalgia, pero también una chispa de amor que no había podido apagar. Sus labios se movieron como si estuviera hablando consigo mismo, pero las palabras salían cargadas de amargura y vulnerabilidad.

- Ingrid... ¿Por qué? - murmuró en voz baja, pero su tono resonaba con la agonía de un corazón roto. - ¿Por qué tuve que verte con él? Después de todo lo que pasamos juntos...

Se apartó de la vista de Ingrid, sintiendo cómo el peso del pasado se apoderaba de él una vez más. Las palabras no dichas, los gestos que nunca pudo hacer, todo parecía atormentarlo en ese momento solitario.

Arthur salió de ese lugar rápidamente, moviéndose casi por inercia hacia la salida del colegio. Mientras caminaba, las emociones lo abrumaban y las palabras comenzaron a fluir de sus labios de manera casi descontrolada.

- Ingrid... ¿Por qué me dueles tanto? ¿Ya han pasado dos malditos años, y sigues doliendo? - murmuró para sí mismo, con una mezcla de frustración y anhelo en su voz. - Aunque me hayas rechazado, no puedo evitar sentir que aún te amo. Tus ojos, ese color miel que me cautivó desde el primer día... ¿Por qué todavía me persigues?

Las lágrimas amenazaban con emerger, pero las reprimió con firmeza. Siguió caminando, cada paso, resonando con la intensidad de sus pensamientos.

- No puedo seguir así... esperando algo que quizás nunca llegue. Pero tampoco puedo olvidarte, Ingrid. No después de lo – no puede hablar, intenta, pero no le sale la voz

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