CAP. 59 DESTINOS CRUZADOS: LA NOCHE DE LA VERDAD EN EL BOSQUE

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El ambiente se llenaba de murmullos y risas a medida que el grupo avanzaba, pero las tensiones internas de Arthur y Alejandro estaban lejos de resolverse. Alessia, que había estado dramatizando cada momento de la caminata, seguía quejándose.

- ¡Esto es horrible! Hay no, ¡mi rostro! Mi hermoso rostro está reseco, ¡no! —se quejaba Alessia, con un tono exagerado— ¡Me voy a Morir!

Ximena y los demás trataban de mantener el ambiente ligero, pero Alessia no dejaba de hacer comentarios cómicos sobre su situación.

- ¡Miren mis ojos! —decía Alessia— ¡Parece que estoy a punto de morir de sed!

Finalmente, después de una larga caminata, el grupo llegó al campamento. Rafael, con una sonrisa de satisfacción, anunció:

- ¡Ya llegamos! — dice Rafael

El lugar era un verdadero paraíso natural. Rodeado por imponentes árboles verdes, el campamento estaba al borde de un claro con una cascada cristalina que caía en un pequeño lago azul. El sonido del agua al caer creaba una atmósfera relajante. Flores silvestres de vivos colores adornaban el entorno, y el aire fresco estaba impregnado del aroma a pino. Las montañas en la distancia completaban el cuadro perfecto.

- ¡Qué bonito! —dijo Alessia, asombrada— Es como un cuento de hadas.

- Sí, realmente es hermoso —coincidió Arthur, mientras contemplaba el paisaje— Me alegra que hayamos llegado.

Ximena, notando la conexión entre Alessia y Arthur, hizo una broma.

- ¡Vaya, parece que están conectados con la naturaleza! —dijo, riendo.

- Por supuesto que no —respondieron Arthur y Alessia al unísono, tratando de ocultar su incomodidad.

Olivia, que había escuchado el comentario, frunció el ceño al ver la interacción entre Arthur y Alessia.

- ¿De nuevo están conectados? —murmuró Ximena riéndose.

- ¡Ya basta, Ximena! —dijo Olivia, tratando de mantener la calma— Fue solo una casualidad.

Ximena se encogió de hombros y sonrió, mientras Rafael se adelantaba para dar instrucciones.

- Bueno, chicos, ahora que hemos llegado, es momento de organizar las cosas —anunció Rafael— Cada uno de ustedes recibirá una tienda que tendrán que montar.

Rafael, con una sonrisa satisfecha, les asignó las tareas y les mostró las áreas donde debían montar sus tiendas. Mientras todos se dispersaban para comenzar a trabajar, Arthur observó con creciente frustración cómo Cristian e Ingrid se acercaban para construir su campamento juntos.

Cristian, con una actitud relajada y amable, estaba ayudando a Ingrid a montar su tienda. Cada movimiento de Cristian parecía estar cargado de una confianza que hacía que Arthur se retorciera de celos. Cristian incluso hizo una broma, tratando de aligerar el ambiente:

- Si quieres un consejo, el mejor truco para montar una tienda es mantener siempre una sonrisa —dijo Cristian con una sonrisa juguetona— Es contagiosa.

Ingrid rio, agradecida por la ayuda y la compañía. Sus ojos brillaban con aprecio mientras Cristian se inclinaba para ajustar la tela de la tienda. La risa compartida entre ellos hizo que Arthur apretara los puños, sintiendo la rabia y el dolor acumulándose dentro de él.

- ¿Por qué tiene que ser tan cercano? —se preguntaba Arthur, su mente inundada de celos—. ¿Qué es lo que tiene él que no tenga yo?

Cada gesto y cada sonrisa de Cristian hacia Ingrid parecían ser una bofetada para Arthur. La escena se volvía más dolorosa a medida que él veía cómo Cristian le ayudaba a Ingrid con cada pequeño detalle, como si se conocieran desde siempre.

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