CAP. 25 TORMENTA DE SENTIMIENTOS

4 2 0
                                    

Ingrid lo miró, sus ojos llenos de emoción.

- Tío, creo que estoy enamorada de él. Arthur siempre ha sido mi apoyo, mi refugio. Pero también tengo miedo... miedo de que aún no perdone, pero miedo a volver a caer en la misma pesadilla - confesó, sus ojos llenos de lágrimas.

Arthur estaba sentado en su habitación, mirando por la ventana mientras una tormenta se desataba afuera. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Desde que Ingrid había vuelto, todo en su vida parecía haber dado un giro inesperado. La rabia y la confusión iniciales estaban dando paso a otros sentimientos que no lograba identificar con claridad.

Se preguntaba a sí mismo qué sentía realmente por Ingrid. Habían pasado tanto tiempo juntos últimamente, y aunque la tensión inicial seguía presente, también había momentos en los que se sentía increíblemente feliz y aliviado al estar a su lado. Era como si una parte de él que había estado rota comenzará a sanar.

Justo cuando estaba perdido en sus pensamientos, la puerta de su habitación se abrió y Ginebra entró.

- ¿Hermano, estás bien? - preguntó, su voz suave y preocupada.

Arthur la miró y trató de sonreír.

- Sí, Ginebra, estoy bien - respondió, aunque su mente seguía atormentada por sus sentimientos.

Ginebra se sentó en el borde de la cama, observando a su hermano. Siempre había sido una persona fría, que rara vez mostraba sus emociones. Verlo así, tan pensativo, era algo nuevo para ella.

- Arthur, ¿qué es lo que te pasa? - preguntó, intentando entender lo que le preocupaba.

Arthur suspiró, buscando las palabras adecuadas.

- Estaba pensando... ¿Qué es lo que le gusta a una mujer? - preguntó de repente, sorprendiendo a Ginebra.

Ginebra lo miró con los ojos muy abiertos.

- ¿Qué? ¿Tú preguntando sobre romanticismo? Esto sí que es nuevo - dijo, riendo.

Arthur se encogió de hombros, sintiéndose un poco incómodo.

- Es que... Quiero ayudar a un amigo. Él se quiere declarar a una chica, pero no sabe cómo - explicó, tratando de sonar casual.

Ginebra lo miró con escepticismo.

- Arthur, conozco a todos tus amigos. ¿De quién estás hablando? ¿De Adam? ¿Diego? –"dudo que sea de Diego, él está conmigo" piensa - ¿Camilo? ¿Mánzer? - preguntó, enumerando los nombres de sus amigos.

- Sí, es de Camilo, ya sabes cómo es él- respondió, intentando no sonrojarse.

Mateo estaba en su casa, planeando cómo recuperar a Ingrid. La obsesión lo consumía y no podía soportar la idea de que ella estuviera con otro hombre. Decidió hablar con su madre, esperando obtener información que le ayudara.

- Mamá, necesito saber dónde está viviendo Ingrid - dijo Mateo, su voz tensa.

Su madre, una mujer de mirada fría y distante, lo miró con indiferencia.

- ¿yo? Que voy a saber dónde está viviendo esa chica. Y, sinceramente, no me importa. Siempre ha sido un problema - respondió, su voz despectiva.

Mateo apretó los puños, tratando de controlar su ira.

- Mamá, necesito saber dónde vive. No puedo dejar que esté con otro hombre - insistió, su voz llena de desesperación.

Ella lo miró con una mezcla de desaprobación y lástima.

- Mateo, siempre has sido tan impulsivo. Ingrid no te merece. Pero si insistes en buscarla, hazlo. Solo no esperes mi apoyo - dijo, su voz firme.

Mateo sintió una oleada de frustración, pero no podía rendirse. Salió de la casa decidido a encontrar a Ingrid, sin importar las consecuencias.

QUÉDATE CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora