CAP. 81 VERDADES OCULTAS Y CONSECUENCIAS OSCURAS

3 2 0
                                    

Rafael cruza los brazos, visiblemente pensativo. Pero su expresión no cambia.

- Ingrid, te entiendo, pero no puedo hacerlo. Lo que Arthur ha hecho últimamente no se puede ignorar. No se trata solo de ti o de su puesto. Se trata de la seguridad de todos los que están involucrados en la organización. No puedo arriesgar eso solo porque él se haya perdido en su propia oscuridad.

- ¡Pero es suficiente con que esté sancionado durante una semana! —insiste, ahora con un tono casi suplicante— Está bien que lo hayas castigado, tío, pero quitarle su puesto... es cruel.

Rafael la mira fijamente. Su rostro, severo y agotado, muestra que su paciencia está al límite.

- No puedo permitir que siga cerca de ti, Ingrid. Lo que está haciendo es dañino, para ti y para él mismo. Cada vez que tiene la oportunidad, te lastima. ¿Acaso no lo ves? Sus celos obsesivos no son algo que pueda pasarse por alto.

- No es una obsesión... —murmura, negando con la cabeza, aunque su voz refleja su incertidumbre.

- Sí, lo es. Y si realmente no te importara, él no actuaría de esta manera. Lo que hace cada vez que alguien se acerca a ti, lo que hizo con Diego, lo demuestra. Sabes que no exagero.

Ingrid permanece en silencio por un momento, luchando contra las emociones que la están aplastando. Su tío tiene razón, pero admitirlo es demasiado doloroso.

- Arthur no está bien, y necesita entender las consecuencias de sus acciones —dice, con un tono más suave, pero firme— No puedo devolverle el puesto hasta que él demuestre que ha cambiado. Que se ha ganado el derecho de liderar de nuevo.

Las palabras son un golpe para Ingrid, pero sabe que su tío no cederá. No está vez.

- No puedes salvarlo esta vez, Ingrid —continúa Rafael— No puedes hacer que todo vuelva a ser como antes. Él mismo ha destruido todo a su alrededor.

Ingrid siente las lágrimas amenazando con salir, pero se niega a derrumbarse. Levanta la mirada, llena de dolor, pero con la determinación aún intacta.

- Lo sé... —susurra al fin—. Sé que no puedo salvarlo. Pero, por favor, tío, devuélvele al menos el puesto. No por mí, ni por lo que éramos, sino porque... él necesita algo a lo que aferrarse.

Rafael la observa un largo rato, sin decir nada. Finalmente, suspira profundamente, como si llevara un peso enorme sobre sus hombros.

- Ingrid, no puedo. No hasta que él demuestre que lo merece —responde, firme, pero con un toque de compasión— Y tú también debes aprender a dejarlo ir.

La conversación se corta con esas palabras, llenando la habitación de un silencio incómodo y pesado.

Rafael con voz fría

- No. Mi decisión es final. Arthur no volverá hasta que pueda demostrar que puede ser un líder sin desmoronarse por sus sentimientos por ti.

Ingrid con lágrimas en los ojos

- No te estás dando cuenta de que me estás lastimando más de lo que él lo hizo.

Ingrid baja la mirada, sabiendo que no puede hacer más. Ha intentado todo, pero Arthur está perdido en su propio caos, y por más que lo ame, no puede seguir defendiéndolo.

- Entiendo, tío —dice al final, su voz apenas audible.

Rafael asiente, su mirada triste, pero firme.

- Lo siento, hija. Pero es lo mejor.

Ingrid se da la vuelta, sintiendo el peso de la decisión. Sabía que sería una conversación difícil, pero enfrentarse a la realidad duele más de lo que esperaba. Mientras camina hacia la puerta, sabe que el camino para ella y Arthur está más roto que nunca.

QUÉDATE CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora