CAP. 28 EXPLOSIÓN DE FURIA

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Ginebra, estaba muy feliz viendo como su hermano tocaba la melodía, pero Cuando vio cómo rechazaban a su hermano, se llenó de una furia incontenible y estaba a punto de dirigirse hacia Ingrid, pero Diego, la detuvo junto a Adam, Camilo y Mánzer. Intentaron calmarla y hacerla razonar.

- ¡Déjame ir, Diego! —gritó, forcejeando con él— No puedo permitir que se salga con la suya.

- ¡Ginebra, por favor! —dijo Diego, sujetándola firmemente por la cintura— No solucionas nada así. Piensa en Arthur, no en tu enojo.

- ¡No entiendes! Ella no puede hacerle esto a Arthur —respondió, con los ojos llenos de lágrimas y rabia.

Los amigos observaban, preocupados por la intensidad de sus emociones. Intentaron tranquilizarla, pero Ginebra seguía enfurecida.

- Tenemos que pensar con claridad. Esto no ayudará a Arthur —dijo Adam, tratando de ser la voz de la razón.

- ¡Arthur no merece esto! —gritó Ginebra, luchando por liberarse— Ingrid le ha destrozado el corazón y yo no voy a quedarme de brazos cruzados.

En ese momento, Ginebra vio a Ingrid salir del lugar, seguida de cerca por Arthur. La escena que presenció la llenó de una ira aún mayor, Ingrid se estaba besando con Mateo. Ginebra intentó lanzarse hacia ellos, pero Diego la sujetó de nuevo.

- No hagas algo de lo que te arrepientas, Ginebra —dijo Diego, tratando de mantener la calma— No vale la pena meterse en problemas por esto.

Ginebra, con el rostro enrojecido por la furia contenida, se debatía entre el deseo de actuar y la razón que intentaban imponerle sus amigos. Diego la mantenía firme, pero podía sentir cómo ella temblaba de rabia en sus brazos.

- ¡No puedo quedarme quieta! - exclamó Ginebra, su voz temblorosa por la intensidad de sus emociones - ¡Ingrid está destrozando a Arthur!

Adam, con su habitual serenidad, intentó intervenir de nuevo.

- Ginebra, entiendo tu enojo, pero lanzarte así solo empeorará las cosas. Necesitamos un plan.

Mánzer, generalmente callado, se sumó con cautela.

- Diego tiene razón. Golpear a Ingrid no cambiará lo que siente Arthur.

Camilo, tratando de mantener la calma, añadió

- Tal vez deberíamos hablar con Arthur primero.

La tensión en el aire era palpable mientras Ginebra luchaba por soltarse. Finalmente, cuando Arthur se marchó en su moto, devastado y con el corazón roto, Ginebra no pudo contenerse más. Se liberó de los brazos de Diego y se acercó a Ingrid con determinación.

- ¡¿Cómo te atreves?! - gritó Ginebra, dándole una fuerte cachetada a Ingrid que resonó en toda la calle. Ingrid, sorprendida y dolida, apenas pudo reaccionar ante el golpe.

- ¡¿Por qué le hiciste esto a mi hermano?! - continuó Ginebra, su voz llena de furia contenida, pero palpable - Eres un asco de mujer, tal como dijo Arthur. ¡Nunca debiste haber jugado con sus sentimientos!

- ¡Ginebra, espera! - dijo Ingrid, tratando de calmarla mientras se frotaba la mejilla enrojecida por el golpe. - Déjame explicarte. Esto no es lo que parece.

- ¡No quiero escuchar nada de ti! - gritó Ginebra, su mirada clavada en Ingrid con intensidad. - Le destrozaste el corazón a mi hermano, y ahora sé que todo lo que dijo es cierto. ¡Eres patética! ¡No tienes idea de lo que has hecho!

La confrontación era intensa, con palabras afiladas como cuchillas cortando el aire. La fiesta parecía haberse detenido por completo, con todos los presentes observando la escena, conmocionados por el giro dramático de los acontecimientos.

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