CAP. 53 ECOS EN LA NOCHE: LA OSCURA OBSESIÓN

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Un mes después

Rafael estaba en el consultorio de su amiga, la doctora Sandra Muñoz, una psicóloga reconocida. La oficina de Sandra era acogedora, con paredes pintadas de un tono suave de azul y estantes llenos de libros de psicología y bienestar. Rafael, visiblemente preocupado, se sentó en una de las cómodas sillas frente al escritorio de Sandra.

- Gracias por verme en tan corto aviso, Sandra —dijo Rafael, su voz cargada de preocupación.

Sandra le sonrió con amabilidad.

- Rafael, para eso están los amigos. Cuéntame, ¿qué sucede?

Rafael tomó un profundo respiro antes de comenzar.

- Es sobre Ingrid. Hace dos años y medio, ella me pidió ayuda para escapar de una relación abusiva con Mateo. La ayudé durante seis meses y logró recuperarse bastante bien. Durante los últimos dos años, ha estado bien, pero recientemente ha recaído. Está muy afectada, y parece que ha vuelto a tener miedo, incluso de mí. No sé cómo ayudarla, Sandra. Es como si todo el progreso que hizo se hubiera desmoronado.

Sandra asintió, escuchando atentamente.

- ¿Cuándo notaste el cambio en su comportamiento?

- Hace un mes. Ingrid ha empezado a retraerse, no me deja acercarme mucho a ella. La veo temerosa, y eso me rompe el corazón. No sé qué hacer, a pesar de ser médico. Es como si todo mi conocimiento no fuera suficiente para ayudarla en este aspecto —respondió Rafael, su voz temblando ligeramente.

Sandra inclinó la cabeza, pensativa.

- Entiendo tu frustración, Rafael. Es difícil ver a alguien que amas sufrir así. Lo primero que debes recordar es que su miedo no es hacia ti, sino hacia el trauma que ha vuelto a resurgir. Puede que algo lo haya desencadenado. ¿Has hablado con ella sobre lo que podría haber causado esta recaída?

- Lo he intentado, pero se cierra. No quiere hablar de ello. Solo menciona que se siente insegura y asustada. Y lo peor es que últimamente ha tenido episodios de pánico —confesó Rafael, apretando las manos con desesperación.

Sandra se inclinó hacia adelante, con una expresión seria pero compasiva.

- Es crucial que Ingrid sienta que tiene un entorno seguro y de apoyo. Necesitará terapia para abordar estos sentimientos y trabajar en su trauma nuevamente. Puedo recomendarte a alguien de confianza que podría ayudarla. Y recuerda, Rafael, a veces lo mejor que podemos hacer es estar presentes y ofrecer nuestro apoyo incondicional, sin presionarla demasiado.

Rafael asintió, agradecido por las palabras de su amiga.

- Gracias, Sandra. Agradezco tu ayuda. No quiero verla sufrir más.

Sandra le dio una palmada en la mano.

- Estamos aquí para ella. Haremos todo lo posible para que supere esto.

Justo cuando Rafael se estaba despidiendo, al salir del consultorio, se encontró con Alessia en el pasillo. Alessia, con su habitual actitud despreocupada, se acercó con una sonrisa.

- ¡Señor Rafael! ¿Qué hace usted aquí? ¿No me diga que está loco también? —dijo Alessia, bromeando.

Rafael esbozó una sonrisa forzada.

- Buenas tardes, Alessia. Estoy aquí por motivos personales.

Alessia soltó una risa ligera.

- Oh, ¿de verdad? Bueno, ya sabe, siempre es bueno cuidar la salud mental. Pero si necesita ayuda, ya sabe dónde encontrarme. ¡Yo también soy buena para escuchar!

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