trascurso

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Cuando Kurama imbuyó su chakra en la caja de los deseos, o caja de la oscuridad, se asombró por la cantidad de chakra que contenía. Aunque la llamaran caja de la oscuridad, él ya se había acostumbrado a llamarla caja de los deseos, y seguiría llamándola así. La cantidad de chakra era espantosa. Comparó su propio chakra con el de la caja y se dio cuenta de que la cantidad en la caja era cinco veces mayor. Inmediatamente pensó: "Mínimo, esta cosa tiene entre 310 y 460 veces más chakra que el que Hagoromo imbuía en el árbol durante el entrenamiento."

Miró a Hagoromo y le dijo:
"Gracias, viejo."

Hagoromo, con amabilidad, le advirtió:
"Ten cuidado con el chakra maligno de la caja. Refínalo cuidadosamente y no tomes más de lo que puedas manejar."

Kurama asintió, y desde ese día su rutina cambió. Ahora, además de acariciar a Shukaku hasta que se enojara y pasar tiempo con Indra y Ashura —aunque en su mayoría los amenazaba con comérselos—, también seguía presumiendo su forma de zorro frente al Cuatro y al Cinco Colas. Por supuesto, se jactaba de ser más grande que el Ocho Colas.

Además, cada día corroía la caja de los deseos, refinaba su chakra y, por último, lo absorbía lentamente

Pasaron otros seis años. El Hagoromo que Kurama conoció, que tenía 78 años, ahora tenía 91 y estaba sentado, visiblemente cansado. Kurama, algo triste, reflexionó sobre todo lo que había vivido en esos años. Sumó dos años aprendiendo a absorber chakra, cinco años más para dominar la absorción de chakra y seis años refinando la caja de los deseos. Trece años habían pasado desde que reencarnó.

Kurama se acercó a Hagoromo y le dijo:
"Posiblemente sea la última vez que nos vemos, viejo."

Kurama había obtenido, sin entrenar, las habilidades del Kurama original: la capacidad de detectar malicia y una gran percepción. Sentía el poco chakra que le quedaba a Hagoromo; era como una vela a punto de apagarse en medio del viento.

Hagoromo lo miró y, con calma, dijo:
"No te preocupes, así es la vida. Nos vemos, pequeño."

Kurama, sin darse cuenta, comenzó a llorar. Luego se secó la cara con su pata y dijo:
"Fue un gusto conocerte."

Se despidió y, mientras se alejaba, vio a lo lejos a Indra y Ashura entrar en la casa. Pensó para sí mismo: "Si se preguntan cómo entré en la casa de Hagoromo, es simple: la rompí con mi pata." En esos momentos, Kurama medía 30 metros de largo y 12 metros de ancho. Comparado con el Kurama original, era casi del mismo tamaño que el Kurama sellado dentro de Naruto.

Luego miró la caja de los deseos, que contenía el 60% del chakra total de la caja. Se dio cuenta de que en seis años solo había logrado absorber el 40%, y cuanto más chakra tomaba, más difícil se hacía refinarlo. De hecho, ese era el problema: Kurama se aseguraba de refinar perfectamente el chakra de la caja antes de absorberlo. Si quisiera, podría absorber todo el chakra restante en cuatro días, pero correría el riesgo de ser corrompido

Tres días después, Kurama y sus ocho hermanos observaban la pelea entre Indra y Ashura. Solo podían pensar en una cosa: esta batalla era espectacular. Un Susanoo de 120 metros, habilidades de repulsión y atracción que alteraban el entorno, golpes a velocidades sónicas, o tal vez a la velocidad de la luz. A veces, simplemente desaparecían de su vista. Kurama, impresionado, pensó mentalmente: "Este es el nivel de un sabio a medio paso." Sabía que tanto Indra como Ashura solo tenían el 50% del poder de Hagoromo.

Después de un destello increíble, ambos liberaron sus habilidades al máximo. Tras tres días de lucha incansable, ambos, exhaustos, murieron, iniciando un nuevo ciclo de reencarnación.

Mirando a sus hermanos, Kurama habló:
"Ya no tenemos nada que hacer en este lugar. Separémonos por el mundo y vivamos felices

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora