Reunión de enemigos

885 142 7
                                    

Después de cinco años corriendo y gritando, Kurama cayó exhausto en una isla. La medusa lo observó —o al menos eso creía Kurama— y le preguntó telepáticamente:

¿Por qué quieres desafiar a todo el mundo?

Kurama, jadeando, respondió:

Para salir de este lugar.

La medusa insistió con otra pregunta:

¿Y a dónde te irás?

Kurama se quedó pensativo por un momento y luego respondió, con dudas:

A... otro lugar donde pueda volverme más fuerte.

La medusa, intrigada, preguntó:

¿Puedo ir contigo?

Kurama miró a la pequeña medusa y, tras un breve silencio, dijo:

Tal vez.

De esta manera, pasaron otros cinco años. Durante este tiempo, Kurama seguía apareciendo esporádicamente en gigantescas ciudades o capitales de la marina, anunciando cuándo deseaba el enfrentamiento para luego desaparecer sin más. Todo esto lo hacía con un solo objetivo: atraer tanto a piratas como a marines a la isla.

Un día, Kurama observó a la pequeña medusa bailando en un río cercano. Estupefacto y asombrado, comentó:

¿Cómo es posible que te estés fortaleciendo tan rápido?

La medusa, con su calma habitual, le respondió telepáticamente:

Es fácil, solo absorbo toda la energía que me rodea.

Kurama cerró los ojos con frustración y pensó en silencio: ¿Se supone que estás hecha de mi sangre... por qué eres más asombrosa que yo? ¡El protagonista que fue atropellado por Kamion-kun!

Después de ese día, Kurama dejó de hablar mucho con la medusa, notando que ella ya tenía un 32% más de energía que él. Sin embargo, no se preocupaba demasiado. Cada cierto tiempo, la medusa le ofrecía el 5% de su poder y se acurrucaba con él mientras dormía. En otras palabras, la medusa se mostraba sumisa y le daba su energía constantemente. ¿Por qué debería preocuparse por ella?

Dos años después, varias personas comenzaron a llegar a la isla, pero Kurama no les prestó atención y siguió durmiendo. Con el tiempo, la isla se llenó tanto de marines como de piratas. Sorprendentemente, no se enfrentaban entre ellos, pues tenían un objetivo claro: derrotar al gigantesco zorro frente a ellos.

Kurama, con su habitual arrogancia, se mostró imponente en su forma gigante. Mientras tanto, la pequeña medusa se ocultaba en la rama de un árbol cercano, observando discretamente todo lo que ocurría con su energía.

Kurama, mirando a la multitud, gritó con altivez:

¡Así que ustedes son los que se enfrentarán a mí!

Entre la multitud, Kurama reconoció a seis personas que captaron toda su atención: Monkey D. Dragon, el padre de Luffy; Kaido, la criatura más fuerte del mundo; Barba Blanca, Shanks, Luffy junto a Zoro, y a lo lejos, un viejo con un cigarro, acompañado de varias personas vestidas de blanco —suponiendo que era Garp, el abuelo de Luffy.

Con una voz resonante, que cubrió toda la isla, y con arrogancia y anticipación, Kurama levantó una de sus patas como si fuera un leopardo de las nieves y proclamó:

¡¡¡Nuestra batalla será legendaria!!

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora