conquista

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Kurama y Medu estaban ocupados con tareas administrativas, algo común para Medu, pero sorprendente en Kurama. Sin embargo, cuando uno no tiene nada más que hacer, hasta las tareas más monótonas pueden resultar entretenidas. Así que, con algo de resignación, Kurama comenzó a ayudar a Medu en los asuntos administrativos, aunque tuvo que aprender desde cero.

Durante 120 años, ambos mantuvieron este ritmo, y bajo su gobierno, cada ciudad prosperaba increíblemente. Si algo no iba bien, tanto Kurama como Medu se encargaban personalmente de buscar al responsable. Con 2,123 años, Kurama observaba a los guerreros de la ciudad y había creado varias armas de alto nivel, incluidas siete de grado único. Sin embargo, se preguntaba a quién entregárselas. Para Kurama, no importaba qué tan fuertes fueran los soldados, seguían siendo insignificantes a sus ojos. El más fuerte de ellos apenas era una hormiga un poco más grande. Medu, notando su expresión de frustración, tomó las armas y las distribuyó sin dudarlo.

Kurama repasaba su pasado: había pasado 15 años con una de sus parejas, otros 48 años con dos más, y luego los 120 años que acababan de transcurrir. De los 1,698 años que quedaban hasta el inicio de la trama original, solo faltaban 1,515. Kurama suspiró con impaciencia y exclamó para sí mismo: "¡Falta demasiado tiempo!" Pensando seriamente en la posibilidad de conquistar el mundo, decidió que ya no podía esperar más.

Se levantó de su asiento, se dirigió al trono donde encontró a Medu y, levantando la mano con entusiasmo, declaró: "¡Conquistemos el mundo, Medu!"

Medu lo miró, asintió y luego, con tranquilidad, dijo: "No."

Kurama, confundido, bajó la mano y preguntó: "¿Por qué no?"

Medu, con calma, respondió: "Porque no quiero."

Atónito, Kurama la levantó como si fuera un saco de papas mientras le decía: "Cuanto más esperemos, más difícil será conquistar el mundo." Medu, aún cargada como un saco, replicó: "Señor Kurama, necesitamos un plan, ¿no lo cree?"

Kurama, ignorando la sugerencia, respondió con desdén: "Solo derrotamos a los más fuertes hasta que se sometan." Ya fuera del castillo, le dijo a Medu: "Cree una barrera para proteger nuestras ciudades mientras conquistamos el mundo."

Así fue como pasaron los siguientes 50 años. Ahora, con 2,173 años, y aún quedando 1,465 para el inicio de la historia principal, los ciudadanos vieron cómo aquellos que no pertenecían a su reino eran expulsados, y aparecieron barreras protectoras alrededor de sus ciudades. En el último día, se enteraron de que sus reyes estaban a punto de intentar conquistar el mundo, y las barreras eran para protegerlos durante ese proceso.

Kurama, a pesar de su orgullo, era increíblemente meticuloso, una característica compartida incluso por su contraparte malvada. Creó 111 espejos de grado único, con la capacidad de aumentar el poder en un 20%. Repartió tres a cada una de sus 37 ciudades, y así, todo estaba perfectamente calculado.

Empezaron su conquista atacando primero las ciudades medianas. Derrotaban a los líderes de rango alto y dejaban a salvo a los niños, mientras ofrecían oro a los ciudadanos para evitar rebeliones. Kurama, usando anillos de almacenamiento, cambiaba las banderas de las ciudades por las de su reino, Meruma, a una velocidad sobrehumana. Iba al centro de cada ciudad, donde se encontraban las normas, y las reemplazaba por las suyas. Mientras tanto, Medu modificaba el entorno para que las ciudades se asemejaran a su reino. Para los aldeanos, el cambio era instantáneo: un rayo rojo claro y uno rojo oscuro cruzaban la ciudad, las casas de los líderes desaparecían en un parpadeo, las banderas cambiaban, y las normas se transformaban ante sus ojos. Luego, cada habitante recibía una bolsa de oro. Antes de que pudieran procesarlo, una voz resonaba: "¡Esta ciudad ha sido conquistada por el reino Meruma!" Todo sucedía tan rápido que los ciudadanos apenas podían comprender lo que había ocurrido.

En una sola hora, Medu y Kurama conquistaron 57 ciudades. Luego llegaron a la ciudad vampírica de Luminous, quien los esperaba en la sombra de la puerta principal. Con un suspiro, dijo: "Solo no destruyan mi castillo, ¿vale?" Ambos sonrieron y, en un instante, la ciudad cambió.

No solo las ciudades, sino también los bosques élficos fueron conquistados. La única diferencia fue que, en lugar de modificar el entorno para asemejarse a su ciudad, crearon árboles en forma de casas y clavaron sus banderas en ellos. Los elfos, resignados, aceptaron su destino.

Todo fue fácil hasta que se encontraron con el dúo de Edgar y Milim Nava. Ambos grupos se miraron, y sin más, Kurama cargó a Edgar como un saco de papas, y Medu hizo lo mismo con Milim. Aunque Milim intentó resistirse, Medu liberó un aura de magia tan abrumadora que incluso Kurama tembló, haciendo que Milim casi rompiera en llanto. Así, Milim se unió a ellos, encargándose de cambiar las banderas, mientras Edgar entregaba las bolsas de oro.

Finalmente, llegaron al reino de Clayman, el titiritero, pero al ver la velocidad de Medu y Kurama y cómo Milim les obedecía, comprendió que no tenía ninguna oportunidad contra ellos. Siguieron su camino hasta encontrarse con dos dragones verdaderos, hermanos de Veldanava. Aunque Medu los intimidó con su aura, no logró mucho, así que simplemente los dejaron atrás.

Cuando llegaron al territorio de Guy Crimson, Kurama liberó una asombrosa cantidad de hechizos para amenazar con destruir todo su territorio si se interponía. Guy, sabiendo que no podía contra tantos hechizos de nivel catástrofe, suspiró y se retiró.

En menos de tres días, el mundo entero había cambiado. Kurama suspiró satisfecho, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía no tener a un ser tan poderoso como Veldanava observándolo.

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora