Kurama estaba en su habitación del castillo, sumido en sus pensamientos. Hacía tanto tiempo que no lo veían que tuvo que entrar a supervelocidad para colarse en su propia habitación. En cierto momento, sintió la energía de Medu y, rápidamente, fue en su búsqueda. Al encontrarla, se sorprendió al ver que estaba acompañada por tres sirvientes.
Medu lucía un elegante vestido rojo con detalles negros, tacones a juego y una tiara en la cabeza. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Kurama fue lo que parecía ser un notable aumento en el tamaño de su busto, lo que lo dejó sin palabras. Emocionado, comenzó a sollozar y, mirando por una ventana, exclamó con una mezcla de felicidad y alivio:
—¡Las praderas crecieron 9 centímetros!
Medu lo miró de reojo y, con una actitud refinada, se acercó a él. Con un gesto estoico, les indicó a sus sirvientes que se retiraran. Ellos obedecieron, pero no sin antes lanzar miradas de confusión a Kurama, preguntándose quién era este pelirrojo que parecía tener una conversación privada con la emperatriz.
Una vez solos, Medu gritó de manera efusiva:
—¡Señor Kurama, por fin ha salido de su investigación!
Ambos se abrazaron, y en ese instante, Edgar, desde la cintura de Kurama, exclamó indignado:
—¿¡Es que nadie va a saludar a la espada más increíble!?
Kurama y Medu lo saludaron con un gesto sutil, lo que deprimió aún más a Edgar. Después de esto, Medu comenzó a explicarle a Kurama lo que había sucedido durante los 24 años de su ausencia.
—En resumen —dijo Medu—, se han firmado tratados con 16 ciudades y hemos ganado el control de dos territorios más, sometiendo a los demonios.
Kurama, visiblemente satisfecho, le respondió con una sonrisa arrogante:
—¡Te he enseñado bien!
Medu apretó el puño, luchando por contener sus ganas de golpearlo, y con tono irónico dijo:
—El señor Kurama solo me enseñó a amenazar a los líderes...
Kurama asintió con confianza.
—¡Eso es lo más importante! Controlar al líder es controlar al grupo.
Medu, ya sin poder soportar más su narcisismo, lo golpeó suavemente. Después de esto, se dirigieron al comedor.
Durante la cena, un soldado entró apresurado y visiblemente preocupado:
—Señor, una chica de cabello rosado está atacando la ciudad. Al parecer, un soldado se sobrepasó con ella y ahora el 10% de la ciudad está destruido.
Kurama, intrigado, preguntó:
—¿Y qué pasó con el soldado?
El soldado respondió sin titubear:
—Está muerto, cortado en cinco partes.
Kurama y Medu se dirigieron inmediatamente al lugar del incidente, y cuando llegaron, fruncieron el ceño al reconocer a la agresora: Milim Nava. Ambos intercambiaron miradas, sin saber muy bien cómo proceder. Con el sello de Veldanava en sus cuerpos, atacar a Milim podría tener consecuencias que desconocían.
Kurama ideó rápidamente un plan y le entregó a Edgar a Medu, diciendo:
—Vamos a hacer una pequeña pelea simulada.
En un momento dramático, Kurama se cortó un dedo y exclamó exageradamente:
—¡O me vengo... digo, me rindo!
De repente, Edgar recibió una notificación de su sistema de evolución: "¡Ding! El anfitrión ha ganado 3 millones de puntos de experiencia. Ha evolucionado a Espada Ascendida". De inmediato, Edgar comenzó a transformarse, obteniendo una forma humana. En un abrir y cerrar de ojos, un chico de cabello negro y ropa blanca apareció ante ellos.
Kurama, quien había estado esperando este momento durante años, ahora podía separarse de Edgar por más de cinco metros. Con la sabiduría acumulada durante 1890 años, Kurama lo lanzó sin ceremonias mientras le decía:
—¡Encárgate de esto, muchacho!
Edgar cayó justo frente a Milim, que seguía furiosa. Desde el suelo, Edgar la miró y, con una sonrisa, soltó uno de sus infames chistes:
(me salió mas guapo de lo que quería)
—Soy un tipo saludable, ¿sabes por qué?
Milim, aunque todavía enojada, no pudo evitar la curiosidad y preguntó:
—¿Te gusta comer bien?
Edgar respondió con una sonrisa:
—No, pero siempre me saludan.
Milim lo miró con desprecio.
—Eso es un chiste muy malo.
Edgar se levantó, haciendo como si no le importara, y añadió:
—Oye, no es mi culpa, ¿sabes? Soy tan bueno que cuando me levanté, mi espalda me dijo "crack".
Justo en ese momento, su espalda crujió de verdad mientras se estiraba. Avergonzado, Edgar preguntó:
—Tengo algo de dinero, ¿quieres comer bollos de miel?
Milim, con el enfado ya disminuido, lo miró por un momento antes de aceptar con un gesto. Los guardias, alarmados, quisieron intervenir, pero Medu les ordenó sin más:
—¡Problema resuelto, váyanse!
Ya en una pequeña tienda local, Milim sonreía mientras disfrutaba de los bollos de miel. Edgar, por su parte, bebía algo parecido a jugo, pero mucho menos dulce. De repente, un soldado se acercó y le entregó un pergamino que decía:
"Hola, pequeño Edgar. Medu y yo no podemos ayudarte contra Milim, estás a cargo de que no destruya la ciudad. ¡Confiamos en ti! Atentamente, Kurama".
Edgar suspiró y continuó pagando por los dulces. Milim, señalándolo con el dedo, le preguntó confundida:
—¿Qué eres? No pareces un humano.
Edgar, sin ocultar la verdad, respondió con sinceridad:
—Soy una espada ascendida.
Milim, con sus miles de años de experiencia, no se sorprendió, y ambos comenzaron a charlar. Edgar, intrigado, le preguntó:
—¿Puedo ver tus estadísticas físicas?
Milim, sin saber a qué se refería, le pidió que se lo explicara. Edgar lo hizo de manera resumida, y Milim, tras entenderlo, asintió.
Al ver las estadísticas de Milim, Edgar suspiró con asombro: sus estadísticas eran casi iguales a las de Kurama, aunque un 10% más bajas en lo físico. En cuanto a habilidades, Kurama tenía 120 habilidades más que Milim. Aún así, Edgar continuó con su misión: asegurarse de que Milim no destruyera la ciudad
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...