Kurama, atrapado en su espacio mental, que ahora se había convertido en una lúgubre alcantarilla, no podía evitar preguntarse en voz alta:
—¿Sigo siendo invencible?
La definición de "invencible" le rondaba la cabeza: incapaz de ser derrotado. Pero al analizar la situación, se preguntaba si contaba realmente como derrota, ya que no había sido vencido en su máxima capacidad. Intentó despejar esos pensamientos y centrarse en algo más importante: su situación actual.
Ya no tenía todas sus habilidades. Solo le quedaban su físico, la Mera Mera no Mi, su capacidad de absorción y una idea que, aunque arriesgada, podría ser su única oportunidad. Comenzó a concentrarse en sacar fuego de sus patas mientras simultáneamente activaba su habilidad de absorción, tratando de absorber su propia llama. Aunque esta idea le parecía descabellada, no tenía muchas más opciones.
Observando al soldado que lo portaba, Kurama quedó sorprendido por la fuerza de los humanos de este mundo. El soldado fue enviado a matar a un pirata común, y ambos usaban haki de armadura y de observación. Aunque el soldado ganó, Kurama comenzó a infundirle su propio haki cada cierto tiempo, fortaleciendo su cuerpo sin que el humano se diera cuenta.
Así pasaron los años, y Kurama descubrió quiénes habían intentado capturarlo. El pelirrojo se llamaba Tewin, el mayor controlador de hielo. El hombre de pelo blanco era Kijort, que controlaba la fruta del humo. Pascu, el gordo, controlaba la fruta de la inmovilización, y Korgas, el conductor del barco, poseía dos habilidades: la fruta sombra y la fruta tonelada. Estos eran algunos de los más poderosos, conocidos como los 20 Reyes.
Kurama sintió una mezcla de tristeza y frustración. Había llegado a este mundo debilitado, y en tan solo una semana ya había tenido que enfrentarse a los más poderosos. Al recordar la pelea con Tewin, Kurama comprendió que el pelirrojo solo había utilizado carámbanos de hielo y el haki del conquistador. En ningún momento usó el haki de armadura ni de observación. Esa pelea, al parecer, había sido deliberadamente "igualada" para medir su poder.
Saber esto enfureció a Kurama, pero al mismo tiempo, ¿qué podía hacer? Apenas había llegado a este mundo y se enfrentó a un rey, uno de los nobles que habían destruido la antigua y poderosa civilización. Con rabia contenida, volvió a concentrarse en perfeccionar su técnica de absorber chakra con fuego.
Una noche, el soldado que lo llevaba sellado entró en su espacio mental. Al observar detrás de los imponentes barrotes, vio a un pequeño zorro de apariencia hermosa. Kurama estaba a punto de hablar cuando, de repente, el soldado comenzó a acariciar su cabeza.
Kurama se enfureció inmediatamente. Había perdido contra el pelirrojo, sí, pero ese pelirrojo era un rey, un noble de los que destruyeron la Antigua Ciudad. Sin embargo, este soldado común no tenía ningún derecho a tocarlo. Sin más, lo golpeó sin piedad.
Luego de ese incidente, Kurama le explicó al soldado su plan: él le otorgaría haki en las batallas, lo que lo haría ganar más poder y estatus. Sin embargo, al final de su vida, el soldado debería permitir que Kurama lo absorbiera por completo. El soldado, viendo la oportunidad de ganar fuerza y prestigio en este mundo donde poder, riqueza y estatus eran lo más importante, no dudó en aceptar.
Para él, la oferta de Kurama era una oportunidad irrenunciable.
Kurama observaba con satisfacción cómo el soldado que lo llevaba en su interior entrenaba con intensidad. El soldado, ahora un general de 50 años, practicaba haki de observación en una sala de entrenamiento diseñada con cañones que disparaban en un ciclo perpetuo. Con los ojos cerrados, el general utilizaba el sonido y el haki para esquivar cada ataque. Después de estos entrenamientos, salía a luchar con otros soldados, perfeccionando sus habilidades.
Pasaron algunos años más, durante los cuales el soldado general ayudó en muchas misiones. Siempre que se encontraba en una situación crítica, Kurama tomaba el control de su cuerpo, usando su haki del conquistador para incapacitar a todos los enemigos en un instante. Para cuando el general recuperaba el control, la batalla ya había terminado. Este patrón se repetía hasta que se convirtió en una leyenda viviente entre los soldados del campamento, que ahora contaba con más de 70 mil hombres.
Kurama, sin embargo, no se preocupaba por la fama del soldado. Su mente estaba completamente enfocada en un solo objetivo: fortalecer su poder. Durante este tiempo, descubrió una nueva habilidad y estaba eufórico.
—¡¡Lo logré!! —gritaba entre carcajadas en su espacio mental—. ¡He fusionado mi habilidad de absorción de chakra con la Mera Mera no Mi!
Kurama había perfeccionado lo que llamaba la "absorción de haki llameante", una técnica que le permitía absorber el haki de los demás a través de las llamas. Esta nueva capacidad lo llenaba de confianza. Sabía que con este poder no solo se mantendría a la par de los más fuertes, sino que, al igual que en su mundo anterior, alcanzaría la cima y se convertiría en una figura invencible.
Ahora, mientras los soldados se preparaban para la guerra contra el Reino Antiguo —un conflicto provocado por insultos dirigidos a los 20 Reyes en una ceremonia del Reino—, Kurama veía esta batalla como la oportunidad perfecta. Esta guerra no solo era una misión para el general o una venganza de los Reyes, sino una ocasión inigualable para que él absorbiera el haki de los guerreros más poderosos del mundo. Esta guerra serviría para catapultarlo una vez más hacia la cima del poder.
—Esta guerra... —dijo Kurama, sonriendo con malicia—, será mi camino hacia la verdadera invencibilidad.
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...