peleando contra el biju en el mundo paralelo (parte 2)

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 Mientras Kurama se acercaba al Diez Colas, comenzó a crecer inmensamente: 200 metros... 400 metros... 515 metros. Entonces, alcanzó su forma final. Su cuerpo comenzó a crear una armadura de madera, recubierta por un chakra rojo. El sello que le había puesto Hagoromo comenzó a brillar intensamente en un tono escarlata. Brazos de madera crecieron de su cuerpo, y en un instante, Kurama alcanzó los 610 metros.

Mirando al Diez Colas, que medía 800 metros, se sintió un poco inferior, lo que lo enfureció al instante.
"¡Yo, Kurama, no perderé contra una bestia sin cordura que solo sabe destruir!", gritó con determinación.

Sin más, corrió sobre dos patas hacia el Diez Colas. En cada una de sus patas y colas, creó varios Rasengan que lanzó contra la bestia. Sabía que el Diez Colas tenía cuatro formas: inicial, musculosa, completa y dios árbol, y en este momento estaba en su forma inicial, la más débil. Aprovecharía eso al máximo.

Los Rasengan chocaron contra el Diez Colas, lanzándolo hacia atrás con un impacto masivo. La bestia aterrizó con un rugido, claramente furiosa. En respuesta, comenzó a crear cientos de clones de sí misma para atacar a Kurama. Pero al ver los clones, Kurama gritó con una mezcla de arrogancia y alegría:
"¡Sí, bestia, mándame todo tu chakra!"

Kurama agarró a varios clones del Diez Colas, envolviéndolos en su chakra corrosivo, refinándolos y absorbiendo su energía rápidamente. El Diez Colas, al ver cómo destruían a sus creaciones, se enfureció aún más y creó cientos de clones adicionales. Al mismo tiempo, comenzó a cargar una Bijūdama enorme.

Perspectiva de los ninjas:

De repente, los ninjas vieron cómo un rayo cayó desde la nada y tocó al Nueve Colas (Kurama original), dejándolo inconsciente. Lo que vino después los dejó completamente atónitos. Un zorro gigante comenzó a crecer rápidamente hasta alcanzar un tamaño comparable al del Diez Colas, aunque aún era un poco más pequeño.

El nuevo Kurama cargó 11 esferas de energía: 9 en sus colas y 2 en sus patas. Sin vacilar, las lanzó todas hacia el Diez Colas, enviándolo volando con una explosión monumental. El Diez Colas se levantó furioso y, al caer, creó muchos seres gigantes para atacar al zorro. Pero Kurama, en lugar de retroceder, los agarró uno por uno, los corroyó con su chakra y comenzó a absorberlos, mostrando una sonrisa de satisfacción.

Y entonces, los ninjas lo escucharon gritar:
"¡Sí, bestia, mándame todo tu chakra!

  Perspectiva de Kurama:

En un momento crítico, el Diez Colas comenzó a cargar una Bijūdama. Kurama, sin dudarlo, comenzó a formar la suya. Sentía que tenía la capacidad de envolver, corroer, refinar y, finalmente, absorber la Bijūdama del Diez Colas. Sin embargo, también sabía que, si no lo lograba, podría salir gravemente herido por un exceso de confianza. No podía permitirse ese error, así que puso todo su esfuerzo en crear una Bijūdama lo suficientemente poderosa y la lanzó al mismo tiempo que la bestia.

Las dos Bijūdama chocaron en el aire, provocando una tremenda explosión que sacudió todo a su alrededor. Pero a Kurama no le importó. Creó alas de chakra y voló hacia arriba, esquivando la mayor parte de la explosión. Luego, se lanzó en picado hacia el Diez Colas, agarrándolo con fuerza mientras gritaba con una risa desquiciada:
"¡Vamos, dame tu chakra!"

El Diez Colas, una criatura maligna que no activaría el sello de Hagoromo, era una fuente perfecta de poder para Kurama. Hizo todo lo posible para envolver a la bestia con su chakra corrosivo y comenzó a corroerlo lentamente. Sin embargo, el Diez Colas no se dejaría devorar tan fácilmente. Comenzó a crear cientos, tal vez miles, de brazos, los cuales agarraron a Kurama mientras otros comenzaban a golpearlo con furia.

Kurama, aferrándose con todas sus fuerzas al Diez Colas, sintió cómo su armadura comenzaba a romperse bajo la presión de los golpes. Aun así, continuó envolviendo al Diez Colas en su chakra. Cuando había logrado cubrir aproximadamente el 60% de la bestia, comenzó a refinar su chakra y a absorberlo. Ya no le importaba refinarlo por completo; lo refinaba solo lo suficiente antes de absorberlo, determinado a ganar a cualquier costo.

El Diez Colas, en su desesperación, comenzó a cargar otra Bijūdama, pero esta vez la dirigió hacia el suelo.
¡Kaboom!
La onda expansiva golpeó tanto a Kurama como al Diez Colas, pero Kurama utilizó a la bestia como escudo. Una luz cegadora se extendió por el campo de batalla.

Cuando la luz se disipó, Kurama estaba extremadamente feliz. Había logrado absorber el 20% del chakra del Diez Colas en ese pequeño enfrentamiento. Aunque, siendo honesto, había salido bastante herido; probablemente era la batalla en la que más daño había sufrido. Afortunadamente, como ser de chakra, su cuerpo se curó en unos momentos.

Al mirar al Diez Colas, Kurama notó que la bestia había disminuido de tamaño, tal vez a 760 metros de los 800 originales, mientras que él había crecido de 610 metros a 650 metros.

Rápidamente, Kurama decidió atacar nuevamente, pero esta vez iba a arriesgarlo todo. Se compactó hasta el tamaño de un zorro normal y comenzó a absorber todo el chakra natural de su entorno. Su cuerpo se envolvió en joyas, concentraciones de chakra natural compactado al máximo en forma de diamantes. Su cuerpo comenzó a cambiar, concentrando todo su chakra corrosivo en su cabeza, que se convirtió en la parte vital de su técnica de compactación. Su cuerpo tambaleaba, pero corrió hacia el Diez Colas y se lanzó directamente a su boca.

Dentro de la bestia, Kurama sintió cómo su cuerpo comenzaba a fusionarse con el Diez Colas mientras perdía la conciencia. En su último momento de claridad, gritó:
"¡Prueba mi chakra corrosivo y mi habilidad de absorción!"

El Diez Colas se quedó inmóvil por un instante... y luego explotó. La mitad de su cuerpo fue destruida, y esa mitad comenzó a tomar la forma de un zorro gigante.

En cuestión de segundos, un zorro de 890 metros apareció en el campo de batalla. Kurama había logrado lo que se propuso. Reflexionó sobre su plan mientras se reconstituía:
"Me compacté y concentré todo mi chakra corrosivo en un solo punto, explotando desde dentro, usando el chakra natural que se desestabilizaba al no tener quien lo controlaba Luego, solo tuve que refinar y absorber su chakra ya corroído." Miró al Diez Colas, ahora reducido a 700 metros, y pensó con satisfacción:
"Gané.

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora