Kurama y Medu estaban comiendo tranquilamente. Aunque Kurama no necesitaba alimentarse, disfrutaba compartir ese momento con Medu, quien sí lo requería. En un instante, Medu lo miró seriamente y preguntó:
—Señor Kurama, ¿cuándo nombraremos a los habitantes de la ciudad?
Kurama la miró confundido.
—¿Por qué deberíamos nombrarlos? —respondió.
Medu, con calma, explicó:
—Descubrí que cuando un ser mágico nombra a otro, el más débil de los dos evoluciona y se vuelve más fuerte.
Kurama recordó algo similar:
—¿No fue esto lo que le pasó a Rimuru? —Sacudió la cabeza, aún desconcertado—. ¿Pero por qué querríamos mejorar a los ciudadanos? Solo nosotros somos suficientes para que nadie se atreva a hacer algo contra ellos.
Medu se acercó, le agarró los cachetes y los estiró, exclamando con irritación:
—¡Señor Kurama, tu arrogancia nos destruirá algún día!
Kurama, visiblemente indignado, comenzó a pelear con ella. Los semi-lagartos observaban desde lejos cómo un rayo gigantesco salía del techo del castillo, seguido de hechizos de fuego, viento y electricidad que iluminaban el cielo a kilómetros a la redonda. Desde cinco kilómetros más allá, los destellos eran visibles.
Después de un rato, Medu logró inmovilizar a Kurama, asfixiándolo con sus brazos hasta que este se rindió. Irritado, Kurama creó un lugar específico para nombrar a los ciudadanos.
Dos horas más tarde, Kurama estaba sentado frente a una larga fila de semi-lagartos, listo para nombrarlos. Al primero le dijo:
—Te llamarás Rose.
Al siguiente:
—Tú serás Melano.
Luego:
—Te llamarás Vegeta. Ese de allá será Goku, y aquel de verde... lo llamaré Picoro. Este pequeño será Dende, y tú, Krillin. Ella será Bulma.
Así continuó, dándole a los semi-lagartos nombres de personajes de anime. Cuando ya no pudo pensar en más nombres, Medu lo reemplazó, otorgando nombres más normales. Edgar, que estaba al margen, se animó y pidió:
—¡Yo también quiero nombrar a algunos! Este se llamará Jin, esa será Karrie, él será Will Smith, este Morgan Freeman, y ese de allá, John Scott. Y a esta... Mia Khalifa.
Así, tanto Edgar, Medu como Kurama pasaron 14 horas nombrando a los habitantes. Al final, Kurama se estiró, sintiéndose agotado. Medu también estaba cansada, pero ambos estaban felices de haber dado identidad a sus ciudadanos. ¿Edgar? Edgar se había quedado dormido tras nombrar a 210 lagartos con nombres de famosos. Kurama casi se rió cuando Edgar llamó "Shrek" a un hombre lagarto verde y robusto.
Pasaron tres días, y los seres mágicos comenzaron a mostrar cambios notables. El primer día, los semi-lagartos se hicieron más fuertes. El segundo día, adoptaron formas más juveniles. Y para el tercer día, muchos de ellos, especialmente los que habían sido nombrados por Kurama y Medu, habían adquirido forma humana, lo cual complació enormemente a Kurama.
Medu, sin embargo, lo miraba en silencio. Sabía que, si no hubiera sido por ella, probablemente Kurama no se habría molestado en fortalecer a los ciudadanos. Notando su mirada, Kurama levantó su dedo medio de manera despreocupada y declaró con grandilocuencia, mirando al cielo:
—¡El pueblo es parte de la gente, y la gente es parte del pueblo! Si el pueblo se vuelve fuerte, ¡nos volvemos fuertes!
Dicho esto, se retiró con las manos en la espalda, como si fuera un sabio de miles de años. Aunque lo que decía no era incorrecto, resultaba irónico viniendo de alguien que solo buscaba fortalecerse moralmente.
Medu lo vio alejarse, suspirando. Tenía otro trabajo que hacer. La gran emperatriz, la más fuerte de todas, según kurama ahora se veía encargada de tareas administrativas mientras Kurama se sumergía en sus investigaciones mágicas, analizando cómo los nombres afectaban la energía y el fortalecimiento físico. medu Furiosa, se dirigió a cumplir con sus deberes.
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...