conquistando a los semi lagartos

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Kurama y Medu estaban perplejos en ese momento.

-¿Ya hemos terminado de construir la ciudad que sigue? -preguntó Kurama mientras observaba el cielo, visiblemente indiferente.

Medu, estirándose perezosamente y colocando los pies sobre la mesa frente a ellos, respondió con desdén:

-Nos faltan ciudadanos. -Luego, con una calma inquietante, añadió-: ¿De dónde los conseguiremos? ¿Qué raza deberíamos secuestrar?

Kurama quedó en silencio, sorprendido por la sugerencia, pero no tardó en reaccionar:

-¡Raza de semi-lagartos!

Ramiris, que estaba al lado mirando distraídamente el techo, asintió antes de interrumpir:

-Son algo fuertes, pero dudo que sirvan como ciudadanos. No hay tantos de ellos... -dijo, aunque su comentario fue completamente ignorado por ambos, lo que la enfureció.

Kurama, concentrado en un mapa de ciudades y territorios de diferentes razas, localizó el territorio de los semi-lagartos y, sin dudarlo, apuñaló esa región con su espada imperial, Edgar.

-¡¿Qué te hizo la mesa para que me clavaras en ella?! -se quejó Edgar con evidente irritación.

Mientras tanto, en otro lugar, Guy Crimson observaba el horizonte, perdido en sus pensamientos

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Mientras tanto, en otro lugar, Guy Crimson observaba el horizonte, perdido en sus pensamientos. A su lado, sus leales sirvientas, Rain y Misery, lo observaban en silencio. Guy sostenía en sus manos un pergamino con un mensaje escrito con descaro:

"¡Hola, hijos de puta! Soy Kurama. El territorio de las ciudades destruidas en el oeste ahora me pertenece. Se agradece la comprensión. Muchas gracias."

Guy lo releía con interés, su mente ocupada con la idea de si debía intervenir o hablar directamente con ese tal Kurama que había escrito el pergamino. Su intención original era tomar ese territorio para mantener el equilibrio del poder con los vampiros, dividiendo el territorio 50/50. Sin embargo, este tipo se había adueñado de todo de la nada. Tras un breve suspiro, murmuró con arrogancia:

-Interesante. Muy interesante.

Por su parte, Kurama y Medu salieron del castillo, admirando la ciudad que habían construido. Las banderas ondeaban majestuosamente, dándole una apariencia impresionante, aunque vacía.

Kurama asintió a Medu, y ambos, ya cerca de las afueras, comenzaron a volar utilizando magia de viento en dirección a su próximo destino: el bosque Jura. Aunque este aún no era el lugar donde se reunían monstruos de todas clases, las grandes ciudades ya comenzaban a formarse, aunque a menor escala.

 Aunque este aún no era el lugar donde se reunían monstruos de todas clases, las grandes ciudades ya comenzaban a formarse, aunque a menor escala

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En medio del viaje, Ramiris decidió dejarlos. Después de todo, su deber era proteger a los espíritus, y ya había pasado mucho tiempo con Kurama y Medu. Mientras volaban, Kurama comenzó a reflexionar sobre sus años en este mundo. Tras meditarlo, llegó a una conclusión: llevaba 107 años en este lugar, y con un suspiro aceptó que posiblemente tendría que esperar otros 1893 años para llegar a la línea temporal original. Era probable que este fuera el mundo en el que pasaría más tiempo.

Después de dos horas volando a velocidad sónica, llegaron a un vasto bosque: el Bosque Jura. Al aterrizar, lo primero que hizo Kurama fue inspeccionar los alrededores, mostrando su cautela natural, a la par de su arrogancia. Medu, por otro lado, simplemente lo siguió mientras silbaba una melodía. Al principio, ese sonido le resultó agradable a Kurama, pero con el tiempo empezó a irritarlo.

Tardaron tres horas en llegar a lo que era conocido como la "ciudad" de los semi-lagartos. Aunque, al menos para ellos, aquello era una ciudad. Al llegar a la entrada, Kurama liberó oleadas de magia, atemorizando a los hombres lagarto de los alrededores, y gritó:

-¡Únanse a mi ciudad, Meruma, o mueran!

Los hombres lagarto, asustados, rápidamente llamaron a sus líderes. Para sorpresa de Kurama, el líder era un rey demonio, algo que no esperaba. Sin perder tiempo, Kurama lo atacó y lo derrotó con facilidad. Parecía que aquel rey demonio acababa de ascender, pues era demasiado débil.

Durante los dos años siguientes, Kurama y Medu se dedicaron a trasladar a los semi-lagartos a su ciudad. Al principio, los lagartos lamentaban su destino; incluso el rey demonio había considerado auto-destruirse. Sin embargo, al llegar a la ciudad... todo cambió. La hermosa ciudad que se erigía frente a ellos se convertiría en su nuevo hogar. Kurama y Medu, al ver la admiración en los ojos de los semi-lagartos, se sintieron increíblemente satisfechos de haberla construido. De esta manera, los semi-lagartos empezaron a establecerse en la ciudad principal del reino Meruma.

Por otro lado, Medu comenzó a sentirse un tanto desanimada. Kurama le había asignado el papel de administradora de las viviendas y recursos de la ciudad, además de encargarse de guiar a los semi-lagartos en la creación de cultivos y granjas de animales.

Mientras tanto, Kurama observaba con atención las técnicas de combate de los lagartos, pero terminó decepcionado. Sus habilidades con la lanza eran toscas, y en cuanto a las habilidades mágicas... simplemente no tenían. Esto hizo que Kurama los desdeñara ligeramente. Pero la culpa no era completamente de los hombres lagarto; más bien, Kurama había tenido la fortuna de llegar a ciudades con vasto conocimiento mágico, como la ciudad del reino de veldanava, el Bosque de los Elfos, donde aprendió magia de madera y tierra, la ciudad de los enanos donde aprendio lo maximo de herrería, además de la magia vampírica de la ciudad de luminous. En comparación, los hombres lagarto parecían seres primitivos en cuanto a habilidades.

Así pasaron veinte años. Kurama se dedicaba a la investigación de nuevas magias, mientras que Medu administraba la ciudad, algo de lo que ella no tardaba en quejarse. A menudo le recordaba que ella hacía todo el trabajo, mientras Kurama simplemente respondía:

-¡Un gran poder conlleva una gran responsabilidad!

Dicho esto, volvía a encerrarse en su laboratorio a investigar, mientras Medu lo miraba con rabia. De vez en cuando, Kurama se sentía culpable y la ayudaba con las tareas administrativas, aunque solo fuera por un corto tiempo.



¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora