Kurama comenzó a hablar, despertando a Medu.
—¡Medu, despierta!
Medu, desde su cabeza, se estiró y preguntó:
—¿Ya llegamos?
Kurama asintió.
—Sí.
Medu, curiosa, continuó:
—¿Qué hacemos aquí?
Kurama respondió con total confianza:
—Obtener dinero.
Medu, algo confundida, replicó:
—¿Pero no tenemos trabajo ni dinero, verdad?
Kurama asintió nuevamente, con una sonrisa.
—Exacto, solo observa.
Kurama creció hasta alcanzar los 5 metros de altura, y con desprecio gritó:
—¡Rápido, denme el dinero!
Los ciudadanos, aterrorizados, observaron al gran zorro de diez colas. El banquero, nervioso, dijo:
—P-pero señor zorro, usted no necesita dinero...
Kurama lo miró con arrogancia y respondió:
—¿Y qué si no lo necesito? ¡Solo dámelo!
Justo cuando el banquero estaba por entregar el dinero, un hombre con un traje de tigre apareció y gritó:
—¡Tú, bestia! ¿Cómo te atreves a aterrorizar a esta gente? ¡Te mataré!
Kurama lo reconoció de inmediato. "¿No es este el tipo que intentó despreciar a Saitama después de la caída del meteorito?", pensó. Sin darle importancia, Kurama sopló en su dirección. Utilizando sus colas como sellos de manos, lanzó el jutsu de viento "Gran Vacío", enviando al hombre volando.
Con un saco de dinero en su espalda, Kurama se alejó, seguido por Medu. Repitieron la misma acción en otro banco, pero esta vez un hombre de pelo amarillo y zapatos elegantes fue su víctima.
—Tus zapatos... me los quedo —dijo Kurama, antes de que el hombre fuera clavado a la pared por el fuerte viento.
Después de varios bancos saqueados, las noticias informaban: "¡Una nueva amenaza ha surgido! Un zorro de diez colas, de 5 metros de altura, ha estado saqueando bancos y derrotando a varias personas fuertes conocidas".
En su noveno banco, Kurama pidió el dinero una vez más, pero esta vez una chica de pelo verde, llena de arrogancia, se acercó diciendo:
—Yo te detendré, insecto.
Sin siquiera mirarla, Kurama dijo:
—Medu, asústala.
Medu, con su voz telepática, saludó:
—¡Hola!
Tatsumaki, confiada al principio, recordó inmediatamente esa voz. Se quedó estática, palideció y, sin decir una palabra, se fue volando. ¿Bromeas? Esa medusa ya la había derrotado antes, y si solo estaban robando dinero, ¿para qué interferir?
Kurama, ahora con un saco de 9 metros lleno de dinero, caminaba junto a Medu, quien, cargando todo el botín, gritaba indignada:
—¡¿Por qué llevo yo el dinero?!
Kurama respondió con calma:
—Porque tienes más brazos.
Medu miró sus cientos de tentáculos pequeños y protestó:
—¡Esto no es justo!
Continuaron su camino, y poco después, Kurama vio a un anciano sentado junto a un joven de pelo blanco. Los reconoció de inmediato: eran Bang y Garou, pero no le importaba.
—Recuerda, Medu, ve por el dinero —le indicó.
Medu, algo aburrida, asintió.
—Vale, señor Kurama. ¿Por qué estamos robando dinero?
Kurama explicó:
—Para tener televisión.
Medu, emocionada de nuevo, fue a obtener el dinero del banco. Mientras tanto, Kurama se acercó a Bang y Garou.
—¡Arrodíllense, seres insignificantes! —gritó, con una frase que parecía estar usando cada vez más.
Bang, calmado, respondió:
—Ya me he enfrentado a seres más fuertes que tú y los he derrotado.
Garou interrumpió:
—Déjame a mí, viejo. Así me enseñas las técnicas más rápido.
Kurama se enojó.
—¿¡Quién te crees para subestimarme!?
En un instante, apareció junto a Garou y lo golpeó con una velocidad ultrasónica, dejándolo sin aire. Sin embargo, para sorpresa de Kurama, Garou no se desmayó.
—¿Esto debería impresionarme o frustrarme? —se preguntó Kurama en voz alta.
Mirando a Bang, agregó:
—Escucha, viejo. Déjame robar el banco en paz o te destruiré.
Bang, desafiante, replicó:
—Soy más fuerte que mi discípulo, bestia.
Y comenzó la pelea. Kurama, aprovechando la oportunidad, usó solo la fuerza suficiente para hacer que Bang utilizara todo su poder. Durante diez minutos, pelearon intensamente. Justo cuando Medu regresaba con 10 bolsas de dinero en lugar de las 9 con las que había llegado, dijo:
—Señor Kurama, debemos irnos al próximo banco.
Kurama, satisfecho, miró a Bang.
—Fue una buena pelea —dijo, y liberó su aura del fuerte. Una sensación casi tangible de desprecio hacia el mundo invadió el lugar, haciendo que Bang sintiera su propia debilidad.
Kurama se fue con Medu y las 10 bolsas de dinero.
Garou, mirando al zorro que había derrotado a su maestro, pensó: ¿Es esta la maldad absoluta? ¿Es este el villano invencible que quiero ser?
Bang, pálido y tembloroso, miraba a lo lejos. Garou, confundido, le preguntó:
—¿Qué te ocurre, viejo?
Bang, con una mezcla de preocupación y alivio, murmuró:
—Esa medusa...
Sacó una foto y se la mostró a Garou. En la imagen, Tatsumaki estaba arrodillada, sangrando, frente a una medusa monstruosamente grande que llegaba hasta las nubes. Luego, otra foto mostraba a una pequeña medusa roja.
Garou, sorprendido, observó la mirada de terror de Bang y la imagen de la medusa que se había ido con el zorro.
—Esa pequeña medusa... es Medu, la Medusa de Sangre —dijo Bang—. Según lo que le dijo a Tatsumaki antes de derrotarla, es la mayor amenaza registrada. El rayo que lanzó, de 760 metros, tenía la potencia de 15 bombas nucleares.
Garou, atónito, exclamó:
—¡¿15 veces más fuerte que una bomba nuclear?!
—Sí —respondió Bang—. Afortunadamente, la energía del rayo se disipó casi por completo, pero dejó a Tatsumaki gravemente herida.
Bang, mirando hacia el lugar por donde Kurama y Medu se fueron, reflexionó:
—¿Pensar que seres tan poderosos estarían robando dinero?
Se rió, pero luego tosió, claramente agotado.
—Vámonos, Garou.
Garou asintió y ambos se marcharon
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...