peleando contra el biju en el mundo paralelo

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Kurama, mirando el cielo, se sentía confundido. Repasó los últimos 5 años en su mente. Había logrado absorber el meteorito de la Aldea de la Estrella y la Caja de los Deseos, aumentando su chakra en un 15%, lo que demostraba que realmente habían sido de gran ayuda. Aun así, suspiró. El meteorito de su mundo aún no había caído, lo que temporalmente lo dejaba sin una fuente de fortalecimiento clara.

Pasaron 100 años. Kurama se preparaba para su ritual habitual: medir su edad mientras miraba al cielo y susurraba las sumas de años.
*"588 años con 1 mes y 5 días... ahora han pasado 100 años, lo que me da 688 años... más los 4 meses que estuve absorbiendo chakra del ganado... *688 años con 5 meses y 3 días." pensó. Se quedó contemplando qué hacer. Faltaban 200 años como mínimo para que el meteorito de su mundo cayera a la tierra, así que suspiró y decidió seguir esperando.

Diez años después, ya con 698 años, no podía soportarlo más. No es que no pudiera fortalecerse lentamente de esa manera, pero exclamó:
"¡Diablos, qué aburrido es estar acostado todo el tiempo!"

Decidió entonces experimentar. Empezó a crear alas utilizando la manipulación de chakra, una habilidad que había obtenido gracias al meteorito. En un momento, todos los aldeanos del clan Uzukuma vieron con asombro cómo un zorro de 200 metros volaba fuera del clan. Suspiraron con admiración, el protector supremo podía volar.

Kurama fue a visitar a sus hermanos. Usó su percepción y se dirigió al desierto, donde encontró a Shukaku, quien medía 80 metros de alto. Gritó con entusiasmo:
"¡Hermano pequeño, cómo estás!"

Shukaku, al ver a Kurama, quedó impactado. "¿Cómo es que este zorro es tan grande?", pensó. Antes de que pudiera reaccionar, Kurama lo levantó y comenzó a acariciarlo. Shukaku, indignado, gritó:
"¡Maldito zorro! ¿Por qué siempre me acaricias la cabeza?"

Pero Kurama no lo tomó en serio y siguió acariciándolo. Finalmente, Shukaku, resignado, se dejó acariciar, aunque su orgullo estaba claramente herido. Kurama lo soltó y le dijo:
"Shukaku, puedo volverme un gigante más grande que las colinas."

Shukaku lo miró y respondió:
"¡Pero ya eres del tamaño de pequeñas colinas!"

Con arrogancia, Kurama gritó:
"¡Mira cómo crezco!"

Y comenzó a aumentar su tamaño: 230 metros... 280 metros... 340 metros... 410 metros... 500 metros... 515 metros. Finalmente, se detuvo. Sabía que en su forma más fuerte podía llegar a los 620 metros, pero decidió no mostrar esa forma a menos que estuviera en una batalla real. Miró a Shukaku, quien ahora parecía del tamaño de su pie, y volvió a acariciarlo.

Shukaku estaba estupefacto, tanto que ni siquiera se dio cuenta de que lo estaban acariciando otra vez. Entonces gritó:
"¡Qué grande te has vuelto, hermano mayor!"
Se aferró a la pata de Kurama y pidió emocionado:
"¡Súbeme! ¡Vamos, súbeme rápido, quiero ver cómo ves el mundo!"

Kurama lo subió a su cabeza. Desde allí, Shukaku vio cómo los árboles apenas se veían y las colinas parecían pequeñas. Gritó emocionado:
"¡Quiero ser así de grande! Kurama, ¡enséñame cómo hacerlo!"

Kurama, sin mucho que hacer en ese momento, le explicó su técnica de absorción de chakra. Shukaku, lleno de determinación, prometió:
"¡Juro que absorberé chakra hasta ser tan grande como tú!"

Kurama no creía realmente que Shukaku pudiera llegar a ser tan grande, pero le respondió:
"Te creo."

Pasaron 4 días mientras Kurama visitaba a cada una de las bestias con cola, presumiendo de sus 500 metros de altura antes de regresar. De repente, recordó el templo rojo y decidió dirigirse hacia él. Entró en su forma más pequeña, y, al cruzar la puerta, sintió que desaparecía, llegando al mismo lugar donde había estado la última vez.

De repente, sintió una mezcla de miedo y rabia. Se detuvo, confundido:
"¿Qué me pasa? ¿Qué me enoja?"

Usó su habilidad Corazón de Bijū para sentir la presencia de las demás bestias con cola, pero solo pudo percibir dos. Asombrado, corrió a gran velocidad y en poco tiempo llegó a un lugar donde vio miles de humanos con chalecos verdes, rojos y amarillos. Inmediatamente los reconoció: eran ninjas, posiblemente jōnin y chūnin. A lo lejos, vio un Kurama de energía naranja, no en forma realista, sino más bien como un ser de pura energía.

Lo entendió. Miles de ninjas, un Kurama gigante de energía... esto era la Cuarta Guerra Ninja.

En un instante, apareció al lado del Kurama de energía y usó la habilidad Corazón de Bijū para obtener la información que quería de su contraparte. Mientras ordenaba los sucesos, comprendió lo que había ocurrido. Después de que él se fuera, el Kurama original había comenzado a absorber chakra de varios ninjas y seres de energía, volviéndose más fuerte rápidamente. Pero 20 ninjas poderosos, junto a Tobirama y Mito Uzumaki, la primera jinchūriki del Nueve Colas en la línea original, se enfrentaron a él.

Aunque 16 de los 20 ninjas murieron, finalmente el Kurama original fue sellado en Mito. Supo entonces que Tobirama y Mito habían separado a las bestias con cola entre las aldeas porque Tobirama no quería factores inestables en sus peleas, y tampoco podía hacer lo mismo que Hashirama.

Después de esto, el Kurama original fue sellado en Kushina, y más tarde, perdió el 50% de su chakra al ser sellado en Naruto. Kurama lo vio todo y se quedó sin palabras.

Kurama, observando al Kurama original bajo control, suspiró.
"No quiero que veas esto...", murmuró con calma. Sin más, lanzó un ataque certero que noqueó a Naruto, el jinchūriki del Kurama original, dejándolo inconsciente al instante.

Luego, se acercó al Diez Colas. "¿Cómo podría resistir la tentación de absorber el chakra de una criatura tan poderosa como las Diez Colas?", pensó. Sabía muy bien que si lo hacía, los hermanos del Kurama original desaparecerían para siempre, pero no le importaba en lo más mínimo. No eran sus verdaderos hermanos, solo seres parecidos a ellos de un mundo distinto, sin ninguna relación con él.

Recordó que había ayudado al Kurama original en la pelea contra Hashirama y Madara, pero eso fue únicamente por conveniencia. Había visto una oportunidad para robar un poco de su chakra y la aprovechó, logrando absorber el 20% de su energía. Pero ahora, no tenía interés en ayudarle más. Su única prioridad era una: absorber al Diez Colas y volverse más fuerte.

Con una mirada decidida, caminó hacia la gigantesca bestia, su mente completamente enfocada en el poder que estaba a punto de obtener

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora