Kurama dormía profundamente, abrazando a Medu como si fuera una almohada. Pero su descanso fue interrumpido cuando la pequeña medusa lo despertó con entusiasmo:
—¡Señor Kurama, quiero absorber energía! —dijo Medu, rebosante de emoción.
Kurama abrió los ojos de golpe, aterrado. Recordaba bien lo que había pasado la última vez. Medu había absorbido energía en un radio de 800 kilómetros, y solo escucharla decir "absorber" ya le ponía los pelos de punta. Aún no había terminado de procesar toda la energía que le había pasado el día anterior.
Con un suspiro resignado, Kurama y Medu salieron de la casa de Saitama y se dirigieron a un desierto. Allí, Kurama, con la postura de un maestro que ha vivido mil experiencias —y eso no estaba muy lejos de la realidad, ya que tenía 1,758 años en ese momento—, le dijo a Medu con sabiduría:
—Pequeña Medu, una energía que no puedes controlar no es tuya. Absorbe solo la energía que puedas manejar.
Medu, siempre dispuesta a seguir sus enseñanzas, respondió con un alegre:
—¡Okey, Señor Kurama!
Y en cuestión de segundos, toda la energía en un radio de 2,100 kilómetros fue absorbida por Medu. Creció rápidamente hasta alcanzar su tamaño máximo de 3,800 metros. Pero no se detuvo allí. Después de una hora, Medu había alcanzado los 4,980 metros.
—Señor Kurama, ¿cree que soy grande? —preguntó la medusa, emocionada.
Kurama, en su forma máxima de 2,400 metros, activó su armadura de madera, alcanzando los 2,700 metros. Asimiló la energía que Medu le había pasado hace horas, lo que le permitió crecer un poco más, hasta 3,020 metros. Pero al mirar a Medu, se sintió pequeño... algo extraño y desconcertante para alguien que casi siempre había sido el ser más grande.
—¿Cuánta energía puedes manejar del total? —preguntó Kurama, con una mezcla de esperanza y resignación.
—¡El 98.80% de la energía, señor Kurama! —respondió Medu alegremente—. El 2.20% lo dejo para poder sobrevivir.
Kurama, afligido y desorientado, miró al cielo, extendiendo su mano como si quisiera agarrar las estrellas. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Soy el protagonista o lo es Medu?.
Mientras reflexionaba sobre su identidad, Medu interrumpió sus pensamientos:
—Señor Kurama, quiero absorber más energía. Ya no queda nada en estos 2,100 kilómetros.
Kurama, abatido, pensó: "Entonces, ¿no dejó de crecer porque alcanzó su límite, sino porque no quedaba energía?". Con los ojos vacíos, como alguien que ha perdido su propósito, se encogió. Por primera vez, fue Medu quien llevaba a Kurama sobre su cabeza, en lugar de al revés. Era un reflejo visual perfecto de cómo se sentía.
Medu, emocionada, comenzó a viajar de un lugar a otro, absorbiendo energía en cada sitio. Su tamaño creció de manera impresionante, y después de repetir esta situación siete veces, alcanzó los 7,600 metros de altura. Kurama, aún sobre su cabeza, reflexionaba por décima vez consecutiva. Medu tenía 8 o 9 veces más energía que él. ¿Sería posible que Medu pudiera destruir el mundo de un solo golpe?
En ese momento, Medu, con su voz telepática llena de entusiasmo, le dijo:
—Señor Kurama, lo veo triste. ¿Quiere el 20% de mi energía?
Kurama, como si fuera un hombre que acababa de encontrar una fuente de agua en el desierto, respondió rápidamente:
—¡Sí, por supuesto que sí!
Medu, fiel a su promesa, le dio el 20% de su energía total. Kurama, eufórico, comenzó a absorberla con una alegría desbordante, como si le pagaran cientos de millones por hacerlo. Medu, al sentir la felicidad de Kurama, dijo con satisfacción:
—¡Medu está feliz de ayudar al Señor Kurama!
Kurama, revitalizado y con su arrogancia característica restaurada, pensó para sí mismo: "Puede que sea débil, pero ¿quién puede derrotar a mi linda compañera Medu?".
Así pasaron siete horas, durante las cuales Medu siguió creciendo hasta alcanzar los 9,830 metros. Cada cierto tiempo, le daba energía a Kurama, como un adulto dándole dulces a un niño para que no llorara. Finalmente, regresaron a la casa de Saitama. Kurama, ahora en su forma compacta de un metro de altura, entró pavoneándose con arrogancia, mientras Medu, gracias a su habilidad de la fruta del diablo, se redujo a 20 centímetros.
Vieron a Saitama, que se estaba vistiendo para salir. Al verlos, suspiró profundamente.
—¿Las mascotas de hoy en día son siempre tan arrogantes? —pensó Saitama, mientras miraba el techo de su modesta casa y se preparaba para otro día de entrenamiento.
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...