un pequeño mosquito capturado

428 62 10
                                    

Cuatro meses habían pasado desde la destrucción y reconstrucción de Marte. Saitama, ahora calvo y multimillonario, era mundialmente conocido por su riqueza, pero curiosamente nadie parecía notar que derrotaba kaijus casi todos los días. ¿Y qué hacían en este momento? Pues, Kurama, Saitama y Medu caminaban por Ciudad Z. ¿Por qué? La razón era simple: iban a comprar el nuevo videojuego de pelea basado en el anime favorito de Medu y Kurama, Detective de Élite en Otro Mundo. Saitama tenía que pagar con su tarjeta, ya que en este mundo donde existían tantas habilidades, las tarjetas funcionaban con huella digital, y Kurama no iba a arrancarle el dedo a Saitama solo para comprar un videojuego.

—Todo el dinero se fue a la cuenta de Saitama —murmuraba Kurama mientras caminaban.

En medio de su camino, apareció un gigante morado. Kurama, molesto, le gritó:
—¡Tú, bicharraco! ¡¿Qué te entrometes en mi paso?! ¿No ves que estoy cruzando la calle?

El ser morado rugió:
—¡Yo, Toxineman, fui creado por el mundo para...!

Kurama lo interrumpió, creando un Rasen-Shuriken que lo desintegró en segundos.

Llegaron a la tienda, y Kurama y Medu tomaron el videojuego, mientras Saitama pagaba. La cara de la empleada al ver un zorro de un metro con 10 colas y una pequeña medusa observando un videojuego era realmente indescriptible.

Tres días después, los tres se dirigieron a una tienda de controles 3D para consolas. En el camino, Kurama gritó enojado:
—¡Que Medu te gane en cada ronda debería hacerte mejorar en el juego, no romper el mando!

Saitama miró el cielo, despreocupado, y respondió:
—Un hombre que no sale de su casa es un amo de casa, y yo no soy un amo de casa.

—¡Solo di que te enojaste y rompiste el mando! —gritó Kurama, frustrado.

Medu también le gritó:
—¡Calvo-san, rompiste el mando favorito de Medu! ¡Ojalá te pise un gigante!

Como si los dioses le dieran la razón, un gigante apareció en Ciudad B, y en cuestión de segundos, Saitama fue aplastado bajo uno de sus pies.

—¡Ja, ja, ja! ¡Mira, un gigante te pisó, Calvo-san! —se burlaba Medu entre carcajadas.

Luego, mirando a su alrededor, gritó:
—¡Maldito gigante! ¡Pisaste al señor Kurama!

El gigante y su hermano fueron pulverizados en el acto.

Tres días después, nuevamente caminaban por Ciudad Z. Kurama regañaba a Medu:
—¡Te dije que no jugaras el nivel infernal del nivel 87! ¡Nadie le gana al Detective de Élite! —suspiró—. Te enojaste después de perder 18 veces y nos quedamos sin televisión.

Medu, al borde del llanto, respondió:
—¡Pensé que podía ganarle! ¡Solo le dejé con 70 de vida, y tiene 80 mil!

Kurama suspiró y miró a Saitama:
—¿En qué nivel quedaste tú?

—Mucho peor que ustedes —dijo Saitama—. Quedé en el nivel 54.

Kurama asintió y comentó:
—¿No me digas que escogiste el arco?

La cara de Saitama se puso verde. Kurama, atónito, exclamó:
—¡El arco te quita un 30% de velocidad total! ¡¿Por qué diablos lo escogiste?!

Saitama replicó:
—¡Tiene un 15% más de daño que las otras dos armas!

Kurama lo miró como si estuviera loco y se alejó de él. Saitama, algo incómodo, miró a Medu.
—¿Qué opinas, Medu?

Medu simplemente respondió:
—Te desprecio.

Saitama se quedó sin palabras. En ese momento, un pequeño mosquito apareció e intentó absorber sangre de Saitama, pero no pudo. Saitama intentó aplastarlo, pero el mosquito salió intacto. Medu lanzó un rayo, pero el mosquito seguía ileso.

Kurama, asombrado, dijo:
—Es el dios de los mosquitos.

Sin dudarlo, lo atrapó con su pata y creó una barrera a su alrededor.
—¡Rápido, dame un frasco! —le dijo a Saitama.

Saitama, que tenía una botella de jugo vacía, abrió la tapa, y Kurama metió al mosquito dentro. Mirándolo, Kurama añadió:
—Seguramente alguien está controlando los mosquitos. Deberías adelantarte.

Kurama y Medu fueron a la tienda de televisores. Kurama, mientras examinaba los modelos, le recordó a Medu:
—Recuerda no destruir la televisión que compremos.

Medu asintió con culpa, y Kurama eligió un televisor. Un rato después, Saitama entró desnudo a la tienda.

—¡Maldito exhibicionista! ¡¿Qué haces desnudo?! —gritó Kurama, mientras le lanzaba una caja de televisor.

Saitama se miró y dijo:
—Parece que había una televisión en esta caja.

—Compramos una y pagamos por la que acabamos de romper —dijo Kurama, resignado.

Después de comprar la televisión, Kurama fue a ver al único científico en el que confiaba: el doctor Genus. Llegó a su base y, al encontrarlo, le mostró el frasco con el mosquito dentro.

—Señor Genus, he encontrado al mosquito más formidable que existe —dijo con confianza.

El doctor Genus, sorprendido por la seguridad de Kurama, respondió:
—¿Está seguro, señor Kurama?

—Nunca vi un ser con tanta vitalidad —afirmó Kurama.

El doctor tomó el frasco y dijo:
—Investigaré a este mosquito.

Kurama asintió y luego preguntó:
—¿Cómo va la creación con mi sangre?

—Bastante bien, tanto que la usé en mí —dijo Genus.

Kurama se quedó estupefacto y preguntó:
—¿Y qué te pasó?

—Mi fuerza se incrementó 96.8 veces —respondió Genus.

Kurama, aún sorprendido, preguntó:
—¿Y qué pasó con la investigación de Medu?

Genus respondió con seriedad:
—No pude investigarla. Su ADN es similar al suyo, pero parece tener una habilidad de "borrado" cuando otro organismo lo consume. Los efectos de su cuerpo desaparecen. Es algo que no logro entender.

El doctor Genus observó al mosquito con fascinación y dijo:
—Investigaré a este mosquito.

Kurama, curioso, preguntó:
—¿Qué pasaría si alguien toma mi sangre y consume un tentáculo de Medu al mismo tiempo?

—Simplemente moriría —afirmó Genus con seriedad.

Con esa respuesta, Kurama se fue.

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora