guerra de elbaf

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Kurama, consciente de que le quedaban 470 años hasta llegar a la línea temporal original, comenzó a obsesionarse nuevamente con su fortaleza y el deseo de seguir creciendo. Reflexionaba sobre las armas celestiales que, según sus recuerdos, estaban en la ciudad de Wano. "¿Debería ir por ellas?", se preguntó, pero rápidamente descartó esa idea. "No me sirven las armas, necesito absorber haki del conquistador", pensó, recordando la historia de Elbaf y su guerra.

Kurama tenía conocimiento de que Elbaf, situada en una región conocida como Warland, era una tierra de gigantes, con montañas empinadas y un inmenso árbol en su centro. Se encontraba al este y al noroeste de Egghead. Sabía que los bosques de Elbaf albergaban bestias monstruosas y colosales. Sin embargo, esa guerra legendaria aún faltaba entre 330 a 400 años para comenzar, por lo que Kurama decidió centrarse en mejorar su dominio de los hakis mientras exploraba las cercanías de esa isla.

Pasaron 220 años durante los cuales Kurama logró dominar completamente su habilidad de transformarse en fuego, perfeccionando el uso de la Mera Mera no Mi. Luego, mientras vagaba por el mundo en busca de más poder, encontró a un joven aventurero que estaba decidido a viajar a la ciudad de los gigantes, Elbaf. Kurama, sin perder la oportunidad, se selló en el joven.

Pasaron 40 años, y el joven, ahora viviendo en Elbaf, se casó con una gigante, formando una familia. Kurama, observando todo el proceso, no podía evitar sentirse asombrado por la vida que llevaba el joven: "Un verdadero caballero", pensó. Ya con 1602 años, Kurama hizo un recuento del tiempo restante: "Quedan entre 280 a 305 años", se dijo, mientras observaba cómo el joven vivía una vida plena, criando a sus hijos y finalmente muriendo feliz, algo que le sorprendió aún más.

Al morir el joven, Kurama salió de su cuerpo, bueno salió del cuerpo del joven antes que muriera mejor dicho, y se sello en el cuerpo de su hijo gigante. Ahora, con 1682 años, sonrió al darse cuenta de lo cerca que estaba del final de su espera: "Faltan entre 20 a 40 años", pensó mientras suspiraba, sabiendo que pronto su destino en la línea original de One Piece estaba por cumplirse.

Un día, mientras Kurama permanecía sellado en el hijo del joven gigante que vivió en paz, observó cómo este se encontraba con dos jóvenes a los que ya conocía: Dorry y Brogy. Aunque no los conocía personalmente, sí había escuchado sus nombres. Estos dos gigantes legendarios, según sus recuerdos, habían enfurecido tanto al Gobierno Mundial que llegaron a poner una recompensa de 100 millones por sus cabezas. "Haré que ese número aumente", pensó Kurama con una sonrisa maliciosa.

Decidido a intervenir en secreto, Kurama comenzó a ayudar al joven gigante a fortalecerse. Recordando cómo Vegapunk había descubierto su presencia en el espacio mental por accidente, Kurama selló el espacio mental esta vez, impidiendo que el joven lo notara y permitiéndole observar sin ser detectado.

Como predijo, el Gobierno Mundial no tardó en actuar. Atacaron a los jóvenes gigantes, ahora adultos de 32 años, con todo su poder. En ese momento, Kurama ya tenía 1705 años, y observaba con calma el desarrollo del conflicto. Los gigantes más fuertes, incluyendo al joven en el que Kurama estaba sellado, fueron capturados. Fue entonces cuando Kurama decidió intervenir. Desplegó una de sus patas desde el cuerpo del joven y, en un instante, todos los enemigos perecieron bajo su poder.

Kurama no se detuvo allí. Le otorgó más haki al joven, quien se convirtió en el más fuerte del grupo. 20 años más tarde, todos los gigantes fueron capturados, excepto Dorry y Brogy, quienes fingieron su muerte en la batalla para escapar. Solo Kurama fue testigo de su astucia.

Finalmente, Kurama decidió apoderarse del cuerpo del joven gigante. Utilizando su habilidad de fuego, devoró a aliados y enemigos por igual, absorbiendo sus hakis. Después de la masacre, dejó al joven herido y le susurró:

Tu padre vivió una buena vida, haz lo mismo.

Al escuchar esas palabras, el joven recordó su infancia, derramó lágrimas y se desmayó. Kurama, ahora de solo 2 metros de altura, se dio cuenta de algo que lo emocionó profundamente: cuando usaba su forma de fuego, podía utilizar su técnica de encogerse. Al hacerlo, su fuego se volvía lo suficientemente denso como para tomar la forma de un zorro completo.

Mirando el cielo, Kurama dijo con satisfacción: —En 20 años, comenzará la línea original

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora