una viejita enojada

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 Kurama atravesaba el portal, observando cómo estrellas, planetas, cuásares y pulsares pasaban a su alrededor. Satélites naturales y todo lo que se podía ver en el espacio se deslizaban mientras él avanzaba a gran velocidad. Sin previo aviso, todo se detuvo de golpe. Una viejita con el pelo amarillo pálido y un plato de sopa apareció de la nada. Comparada con el enorme tamaño que Kurama tenía en ese momento, la viejita parecía insignificante, pero su voz resonaba llena de ira.

—¡Maldito chico! ¿Crees que puedes engañarme y salirte con la tuya tan fácilmente? —gritó mientras golpeaba la pata de Kurama, quien, sorprendido de verla después de un milenio, no reaccionó. El pequeño golpe no le hizo ni cosquillas, pero entonces, una energía morada lo rodeó, envolviéndolo como si una bestia divina lo hubiera atrapado.

Antes de que pudiera reaccionar, su cuerpo fue comprimido por la fuerza hasta reducirse al tamaño de un metro. La viejita, aún irritada, dijo: —Mira, ni siquiera saludas a tus mayores, ¡zorro maleducado! —y le dio otro golpecito.

Curiosamente, Kurama empezó a tomar forma humana, su antigua apariencia, la misma con la que había engañado a la viejita antes. Cuando la anciana estaba a punto de agarrarle la oreja, Kurama se movió rápidamente, colocándose detrás de ella y masajeando sus hombros mientras decía con una sonrisa: —Perdón, viejita. ¿Cómo has estado? Parece que has hecho un largo viaje. Relájate un poco.

Condensando su chakra, Kurama creó una silla de masajes y, con suavidad, la colocó bajo la viejita. Ella asintió, aceptando el gesto.

—Cada segundo, un ser viviente muere y tengo que llevarlo al Río de la Reencarnación —dijo con voz cansada—. Y a veces, algunos son elegidos por dioses que les otorgan habilidades especiales llamadas "sistemas", que los vuelven extremadamente fuertes, solo para su entretenimiento. Y yo tengo que evitar que destruyan todo, lo que me da más trabajo.

—Esos dioses suenan molestos —dijo Kurama, frunciendo el ceño.

—Lo son —respondió la viejita, asintiendo—. No los destruyo solo porque cada 3 mil años me traen buena comida y me muestran historias interesantes sobre sus elegidos.

Kurama observó cómo la anciana miraba a su alrededor, confusa, preguntándose qué debía hacer. Con un tono despreocupado, Kurama le recordó: —Dijiste que te encargarías de disminuir las posibilidades de muerte de esos elegidos.

La viejita asintió, y en un instante, desapareció. De repente, el tiempo volvió a moverse a una velocidad vertiginosa. Kurama sintió cómo la energía morada, que lo había aterrorizado, desaparecía. Suspiró aliviado y, en un momento, su cuerpo regresó a su forma gigante de un kilómetro y 600 metros de altura.

Perspectiva de Naruto:

Después de que Kurama entró en el nuevo mundo, el sistema de Naruto comenzó a notificar su progreso.

—20% del destino recorrido para llegar al otro mundo. —30% del destino recorrido. —50%. —70%.

De repente, un mensaje de advertencia interrumpió el proceso: ¡Advertencia! Un ser trascendente ha interferido en el viaje. ¡Advertencia! Un ser trascendente ha interferido en el viaje. Posibilidades de ayudar al trabajador Kurama: 0%. El ser trascendente puede destruir el sistema. El sistema no puede actuar.

Naruto se quedó completamente estupefacto. Según el sistema, las probabilidades de supervivencia de Kurama siempre habían sido del 99.9%, con un 0.1% solo si el sistema no podía actuar. ¿Qué clase de ser tan poderoso podía interferir hasta el punto de que la posibilidad de salvar a Kurama fuera cero?

Naruto, preocupado, rezó para que Kurama sobreviviera a la situación. Momentos después, otro mensaje apareció en el sistema: La interferencia ha sido cancelada. El viaje puede continuar.

Poco después, otro mensaje llegó: Llegada al otro mundo completada

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora