San, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...
(la razón de porque hice que kurama obtenga la magia de invocación de esa manera es porque en el anime es como "leon cromwell llego al mundo por una dimensión y cuando su hermana adoptiva desapareció hizo lo posible por recuperarla y envió la habilidad de invocación por el mundo" en otras palabras no hay explicación ni un lugar referencial para obtener la magia y me da paja inventarme algo sin mas continuemos)
Kurama, en el bosque, se miró a sí mismo, examinó su mente y se quedó estancado en el acto. Ya estaba preparado para dedicar entre 20 y 80 años a la investigación, pero en ese momento, ya había completado y obtenido la magia en menos de un día. Caminó relajadamente, pensando en dónde usar la magia.
—Quiero probarla... —murmuró—. ¿Qué tipo de persona invocaría?
Incapaz de soportar la curiosidad, comenzó a dibujar un círculo mágico en un prado vacío. La luz cubrió los alrededores, y las runas aparecieron frente a él. La energía de Kurama empezó a agotarse rápidamente, pero no sucedió nada. Cinco minutos pasaron velozmente, aunque el círculo mágico seguía en su lugar, lo cual lo desconcertó.
—¿Qué pasa aquí? —se preguntó.
Sin más, continuó su camino. Decidió traer a Medu a ese lugar, pues no podía contener su curiosidad sobre lo que sucedería con el primer círculo de invocación que había creado. Además, temía invocar algo más fuerte que él. Así, se dirigió a la ciudad.
Al acercarse, Kurama entró a una velocidad casi lumínica, sin ser visto. A veces, se preguntaba:
—¿Cómo es posible que viajar a la velocidad de la luz no destruya los alrededores?
Sacudiendo la cabeza para eliminar esos pensamientos, llegó al castillo, donde vio a Medu, rodeada de una enorme pila de papeles que casi llegaban al techo. Incluso escuchó un suspiro de cansancio de ella. Se acercó y le dijo con alegría:
—¡Hola, Medu!
Medu se volteó, claramente estresada por el trabajo:
—¡Hola, señor Kurama!
Medu se acercó y le agarró el mentón, lo que hizo que Kurama desviara la mirada.
—¿No decías que te ibas por 20 o 80 años? —preguntó Medu, sin rodeos.
Kurama le contó lo que había sucedido, sorprendiéndola. Luego, sin más, Kurama la tomó de la muñeca y la llevó al bosque. Medu, encantada, lo siguió feliz, agradecida de no tener que trabajar más.
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En el bosque, Kurama la guió hasta el lugar del círculo mágico. Sin decir nada, se sentó mirando el cielo y le indicó a Medu:
—Siéntate, vamos a esperar.
Ambos contemplaban el cielo. De vez en cuando, Medu lo miraba de reojo, lo que incomodaba a Kurama. Finalmente, él le preguntó:
