aura del fuerte

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Kurama, mirando la televisión apagada, se volvió hacia Medu y preguntó:

—¿Vamos a caminar?

Medu respondió con entusiasmo:

—¡Claro! —pero luego, con su pereza característica, agregó—: Pero no me quiero mover...

Kurama, sin más, la colocó en su cabeza y salió a caminar. A pesar de estar en su forma compactada de un metro, Kurama irradiaba arrogancia y superioridad con cada paso. Medu, por otro lado, colgada en su cabeza, tenía toda la apariencia de un pescado salado, completamente relajada.

Mientras caminaban, Kurama le preguntó a Medu:

—Oye, Medu, ¿por qué me haces caso si eres más fuerte que yo?

Medu, como si fuera la pregunta más tonta del mundo, respondió:

—¡Obviamente porque el señor Kurama me derrotó y me rendí a él!

Kurama continuó con otra pregunta:

—¿Y qué harías si un oponente más fuerte que tú te atacara?

—Me rendiría o escaparía —respondió Medu sin dudar.

Kurama, curioso, siguió preguntando:

—¿Y si el enemigo es más débil que tú?

—Lo golpearía hasta que me venere —contestó Medu sin perder su calma.

Kurama lanzó una última pregunta, intrigado:

—¿Y si alguien te derrota, te rindes, pero luego te haces más fuerte que él?

Medu, como si fuera la respuesta más obvia, replicó:

—¡Me rindo, y cuando me haga más fuerte, lo golpeo hasta que se rinda y luego lo hago mi esclavo!

Kurama se quedó pensativo. Esa última respuesta reflejaba perfectamente su situación actual con Medu, pero ella no parecía entenderlo. La confusión llenaba la mente de Kurama, y la última respuesta le dio un escalofrío. Sin poder evitar la inquietud, preguntó:

—¿Pero tú y yo no estamos en esa última situación?

Medu, sin inmutarse, dijo:

—No es lo mismo. El señor Kurama es el señor Kurama.

Kurama quedó estupefacto. "¿Qué clase de razonamiento es este?", pensó. Frustrado, miró a Medu y le preguntó:

—Medu, ¿dónde está tu aura de ser fuerte?

Confundida, Medu respondió:

—¿Qué es el aura de un fuerte?

Kurama explicó:

—Es esa sensación que los seres fuertes irradian cuando caminan o atacan.

Medu, curiosa, dijo:

—Quiero intentarlo, señor Kurama.

Kurama la bajó de su cabeza, y Medu comenzó a levitar mientras intentaba emular lo que Kurama le había explicado. Sin embargo, por más que lo intentara, solo emitía su poder, pero no el aura de un fuerte. Kurama, al ver esto, recordó todas las veces que había visto a Medu en su forma máxima. Incluso cuando tenía 9.860 metros de tamaño, y su poder era aterrador, no tenía ese "aura de fuerte". Cuando derrotó a Tatsumaki, tampoco irradiaba esa presencia de amenaza; solo su tamaño y poder imponían respeto.

Kurama, reflexionando sobre sí mismo, recordó que siempre había tenido esa aura, desde que nació. Su chakra maligno y corrosivo siempre había asustado a sus enemigos, no importaba su tamaño. Él tenía el aura de un ser verdaderamente peligroso.

—Intenta imitarme —le dijo a Medu.

Kurama comenzó a caminar, irradiando su habitual aire de amenaza y superioridad. Medu lo observó y pronto empezó a copiar sus movimientos. Increíblemente, en cuestión de momentos, Medu comenzó a emitir el mismo desprecio por los demás. Adoptó la postura de Kurama, y su mirada se llenó de orgullo, como diciendo: "¿Qué puedes hacerme? ¡Soy el más fuerte!" En poco tiempo, había copiado y mejorado el aura que Kurama emitía, como si fuera tan sencillo como respirar.

Kurama se sintió incómodo. "¿Por qué el aura de Medu es más intensa que la mía?" pensó.

—Bueno, deja de emitir el aura —dijo Kurama de manera natural, ocultando su incomodidad.

Medu detuvo el aura y, preocupada, preguntó telepáticamente:

—¿Cómo lo hice, señor Kurama?

Kurama, sintiendo la expectación en su voz, respondió:

—Lo hiciste bien, pequeña Medu.

Luego, la subió nuevamente a su cabeza. Mientras caminaban hacia la ciudad A, Medu se quedó dormida. Kurama, por su parte, buscaba un lugar específico: un banco. "¡No viviré sin televisión!" pensó decidido.

Ya en la ciudad, Kurama, con Medu en su cabeza, entró al banco. La gente lo miraba como si fuera un bicho raro: un zorro de 1.40 metros con una medusa roja de 10 cm en la cabeza. Un dúo peculiar. Lo más extraño era el color rojo sangre de Medu y las 10 colas de Kurama. Sin preocuparse por las miradas, Kurama se acercó, listo para causar caos. Pero primero, decidió despertar a Medu.

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora