(si ves esto aviso que el capitulo titulado relleno o spoiler a sido borrado) si no era relleno, eran spoilers de hasta que punto tengo la trama.
El día siguiente, Kurama se relajó en el sofá con su ropa nueva. Tomó un frasco peculiar, uno que contenía nada menos que el alma de Veldanava, un ser que había sido omnipotente, pero que por amor se transformó en un humano común y murió de vejez.
Kurama se encontraba reflexionando, confuso. ¿Con todo ese poder, no pudiste haberle dado inmortalidad a tu amada? Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos que ahora no le servían de nada. Miró a su compañera Medu, que descansaba a su lado, y sonrió. Pasaron algunos momentos de tranquilidad, hasta que Kurama sintió una energía abrumadora, una fuerza tan intensa que lo llenó de terror al instante. Tomó a Medu de la mano y le dijo con urgencia: "¡Vámonos de la Tierra! No me importa si todo se destruye; nuestras vidas son más importantes."
Medu lo miró con una mezcla de curiosidad y miedo. "Señor Kurama, ¿qué pasa si nos ataca por haber huido?"
Kurama se quedó en silencio, confundido. Medu tenía razón; huir podía no ser la mejor opción. Decidieron entonces dirigirse hacia el posible enemigo, pero con cautela. Al llegar, lo vieron: un chico de aspecto moderno flotando en el cielo. No era gordo ni delgado, ni especialmente atractivo, pero tenía un aire enigmático. Kurama se agachó en el suelo, y Medu lo imitó.
"¡Quiero dos sirvientes!", exclamó el joven, señalándolos. Los que estaban alrededor se alejaron, y Kurama, sintiendo el cansancio de la situación, levantó las manos en señal de rendición, pensando ¿Por qué siempre me pasan estas cosas? Medu lo siguió.
Para su sorpresa, el joven los trató con amabilidad y hasta un poco de ternura, aunque su comportamiento era algo molesto. De vez en cuando, acariciaba la cabeza de Medu y, a veces, la de Kurama. ¿Qué clase de trato es este?, pensaba él, desconcertado.
El joven los llevó a un comedor donde jugaron Roblox, mientras Medu veía televisión y disfrutaba de un helado que el chico le dio. Finalmente, Kurama descubrió que el joven se llamaba Santiago, aunque prefería ser llamado "Santiag220044" o simplemente "San". Le pareció extraño, pero no le dio importancia.
Después de unas horas—o tal vez minutos, ya que Kurama había perdido la noción del tiempo tras tantos años de vida—Santiago les dio unas fichas antes de desaparecer. Kurama observó la ficha en su mano, sintiendo una energía extraña en ella. Según Santiago, al morderla, su poder se multiplicaría por diez mil.
De regreso afuera, Kurama vio a Rimuru y los demás esperando expectantes frente a la casa, pero no sabía cómo explicar lo ocurrido. ¿Cómo les iba a decir que ese ser de poder inmenso me hizo jugar un videojuego y me dio café? Decidió no dar explicaciones y simplemente se marchó con Medu.
Pasaron los días y estalló la guerra. Rimuru se enfrentó a Clayman y, tras vencerlo, se consolidó como un rey demonio. Un día, Kurama miró a Medu y le preguntó: Oye, Medu, ¿qué tan fuerte eres ahora?
Con una sonrisa traviesa, Medu levantó una mano y respondió: ¡Puedo vencer al señor Kurama con una sola mano!
Kurama no pudo resistir el desafío y empezaron a pelear. En poco tiempo, estaba en el suelo, rindiéndose mientras Medu le inmovilizaba los brazos con una mano. Con el paso del tiempo, el Imperio de Tempest se fortaleció, los monstruos evolucionaron, y finalmente, cuatro años después, Rimuru ascendió al rango de dios. Entonces, una voz resonó con un mensaje: ¡Felicidades, has completado el mundo de Tensei Shitara Slime Datta Ken!
Un portal se abrió frente a ellos. Kurama miró a Edgar y, con una sonrisa, le dijo: "Me has ayudado mucho en este viaje. ¿Te gustaría seguir acompañándome? Edgar lo miró con una sonrisa y, tras un asentimiento de Milim, aceptó. Juntos, atravesaron el portal
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...