hechizo de metamorfosis

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Kurama y Medu llegaron rápidamente a la Ciudad de las Hadas; al fin y al cabo, ambos eran seres capaces de moverse a la velocidad de la luz. Al llegar, Kurama usó un hechizo para detectar seres mágicos, pero suspiró al darse cuenta de que su propia habilidad de percepción era mucho más efectiva. Se dirigieron a un lago cercano, donde notaron una espada tirada junto a la orilla, pero no le dieron importancia.

Mientras tanto, Edgar, quien era la espada, observaba sorprendido.
—¡Por fin, otros seres vivos! —gritó emocionado, aunque solo él pudo escucharse, pues no tenía telepatía.

Kurama sentía la presencia de los espíritus mágicos, pero a diferencia de Rimuru, no poseía la habilidad de compactación de espíritus, por lo que no podía interactuar directamente con ellos.
¿Cómo podré conseguir un espíritu mágico? —se preguntó.

Medu, por otro lado, no se complicó tanto. Liberó su energía mágica y, con voz poderosa, pero sin arrogancia, gritó:
—¡Yo, Medu, uno de los seres más fuertes del mundo, quiero un espíritu que me ayude a controlar mi energía!

Varias luces comenzaron a acercarse a Medu, lo que dejó a Kurama sorprendido. Entendió que la poderosa liberación de energía de Medu y su firme pero respetuosa declaración habían atraído a los seres espirituales. Los espíritus se acercaron a Medu, absorbieron parte de su energía y luego se fusionaron con ella.
—¡Lo logré! —exclamó Medu feliz, mirando cómo sus tentáculos brillaban más que nunca. Sin embargo, pronto se asustó y gritó:
—¿¡Tantos espíritus en mi cuerpo!? ¡¿No explotaré, verdad?!

Kurama, manteniendo la calma, le explicó:
—Eres una medusa de casi 12 kilómetros. Tendrían que entrar más de 10,000 espíritus inferiores para que explotes.

Medu se tranquilizó, tomó la ropa preparada previamente y se dirigió al bosque para cambiarse. Mientras tanto, Kurama suspiró y se preparó para intentar lo mismo. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, soltó un grito de sorpresa:
—¿¡Qué mierda!?

Una espada en el lago comenzó a absorber a los seres espirituales. Kurama perdió la compostura y se lanzó hacia la espada, comenzando a absorber espíritus mágicos junto a ella.

[Perspectiva de Edgar, la espada]

Edgar observaba al zorro de 9 metros con 10 colas y a la medusa flotante.
¿Qué están haciendo? Llevan cuatro minutos mirando el lago..., pensó confundido. Luego, Medu dio un salto hacia el lago y declaró con voz imponente:
—¡Yo, Medu, uno de los seres más fuertes del mundo, quiero un espíritu que me ayude a controlar mi energía!

Edgar estaba perplejo. ¿No hay nada allí...?, pensó, pero entonces su sistema le notificó:
"Se ha detectado el lago espiritual. ¿El anfitrión quiere absorber a los seres espirituales?"

Tenía que decidir entre "Sí" y "No". Sin mucho tiempo para pensar, eligió "Sí", y su sistema comenzó a absorber los espíritus. El zorro lo miró fijamente y lo agarró como si fuera un tesoro, lo que hizo que Edgar se sintiera aún más confundido, aunque también comprendió que los seres espirituales eran extremadamente valiosos.

Ambos, la espada y Kurama, comenzaron a brillar, pero mientras Medu parecía una simple luciérnaga después de absorber espíritus, Kurama y Edgar eran como el sol en comparación.

Kurama se miró y, asustado, exclamó:
—¡Mierda, mierda, mierda! —Sentía las energías dentro de su cuerpo y se alarmó al darse cuenta de que había absorbido 9,870 espíritus mágicos—. ¡No explotaré, verdad!?

Desesperado, miró la espada y comenzó a transferir los espíritus a ella. Del lado de Edgar, el sistema alertaba:
"¡Se detecta que el anfitrión está en peligro! El anfitrión ha absorbido 7,540 espíritus mágicos y está en riesgo de explotar."

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora