Kurama miró a la pequeña medusa en su cabeza, mientras ella lo observaba con sus ojos inocentes. La medusa preguntó con curiosidad:
—¿Qué es un desempleado?
Kurama, sorprendido por la pregunta, se quedó en silencio por un momento. Se dio cuenta de que, en el mundo de One Piece, conceptos como "desempleado" no existían de la misma manera. Había piratas, marinos y granjeros, pero no personas sin trabajo. Suspiró y respondió:
—Un desempleado es alguien que, siendo mayor de edad, no tiene trabajo y, por lo tanto, no tiene dinero.
Con la misma voz inocente de siempre, la medusa, a quien Kurama decidió llamar Medu, respondió:
—Señor Kurama, entonces usted también es un desempleado, ¿verdad?
Kurama casi tropezó con sus propias patas, y con un tono firme, pero claramente incómodo, replicó:
—¡Yo no cuento! No soy un humano. Y tú tampoco, así que no importa.
Con Medu aún posada sobre su cabeza, continuaron su caminata. La pequeña medusa, con su energía característica, preguntó emocionada:
—¡Señor Kurama, quiero absorber energía!
Kurama asintió sin pensarlo demasiado. No esperaba que la habilidad de absorción de Medu causara algo desastroso. Sin embargo, en cuestión de segundos, se arrepintió de inmediato. Medu comenzó a utilizar su habilidad de absorción de haki, algo que Kurama ya conocía. Pero lo que lo dejó atónito fue el hecho de que Medu estaba absorbiendo energía de todo en un radio de 800 kilómetros. La pequeña medusa empezó a crecer descomunalmente, alcanzando los 3800 metros. Kurama, congelado por la sorpresa, observó incrédulo, mientras su ego se hacía trizas.
—¿Yo soy el protagonista, verdad? —se preguntó a sí mismo, su orgullo destrozado.
Medu, como si no fuera gran cosa, exclamó telepáticamente:
—¡Solo usé el 40% de mi habilidad de absorción porque sé que al Señor Kurama le gusta ser discreto!
Kurama, en shock, casi se desmaya. Escuchar la voz alegre de Medu resonando en su cabeza solo hizo que no quisiera hablar con ella. En un intento desesperado de conservar lo que quedaba de su dignidad, le dijo:
—No hagas ruido.
Medu, confundida, respondió:
—¿Pero, señor Kurama, yo hablo telepáticamente, según usted?
Kurama fingió no haber escuchado eso y, con rapidez, ideó un plan para deshacerse de la situación:
—Pequeña, te enviaré en una misión. No sé si podrás lograrlo, pero quiero que lo intentes.
Medu, emocionada como siempre, preguntó:
—¡¿Qué quiere que haga el Señor Kurama?!
Kurama, con la esperanza de no tener que verla por un largo tiempo, respondió:
—Métete al mar y conviértete en el rey de los mares, el ser acuático más fuerte. ¿Vale?
No es que no confiara en Medu, pero sentía que, si permanecía más tiempo a su lado, su orgullo se desintegraría en pedazos. Así que decidió enviarla lejos, sin saber que esa decisión cambiaría muchas cosas en el futuro.
Poco después, Medu, siempre obediente, encontró un río, se sumergió en él y desapareció.
Kurama, ahora libre de su "compañera", vagaba por la ciudad buscando un cangrejo humanoide o un joven con los ojos muertos y un traje de empleado. Durante su búsqueda, se topó con una escena sorprendente. El Hombre Cangrejo estaba peleando a gran velocidad. Kurama, desconcertado, asumió que estaba luchando contra Saitama, pero no podía sentir la energía de ninguno de los dos. Si no hubiera pasado por esa calle en ese preciso momento, no habría visto nada, como si la batalla entre ellos fuera algo casi imperceptible para él.
Kurama observó la pelea y, finalmente, vio cómo el Hombre Cangrejo caía de la misma manera que en la línea temporal original. Sin embargo, lo que realmente captó su atención fueron los ojos de Saitama. Kurama notó una llama de determinación en esos ojos, la misma que había sentido en sí mismo cuando se esforzaba por volverse más fuerte. Pero la llama en Saitama era diferente; era 100, tal vez 200 veces más intensa. Kurama sabía algo con certeza: esa determinación era algo que ni siquiera él podía tener. Tal vez podría alcanzar una fracción de ella, pero no toda.
Saitama, sin duda, merecía ser el protagonista, o al menos, eso pensaba Kurama en ese momento.
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...