Kurama observó el vacío que le rodeaba tras sentir cómo su sello fue absorbido por Rimuru, y no pudo evitar preguntarse en silencio: ¿Cómo funciona esto? Ante él, el pequeño slime, que no era más que una masa gelatinosa de unos 20 centímetros de alto, había expandido su cuerpo hasta devorar un sello de más de 200 metros. ¿Cómo demonios era posible eso? Kurama no podía entenderlo. A diferencia de él, que podía comprimir su cuerpo hasta hacerse más pequeño gracias a su habilidad de compactación, agrandarse requería algo más complejo, algo que no podía ser generado de la nada. Incluso la magia seguía algunas leyes básicas; el poder no desaparecía, solo se transformaba.
Y sin embargo, ese slime... ese Rimuru era lo mas ilógico que cualquier cosa que hubiera visto. Incluso si fuera 15 veces más poderoso que el Rimuru original, seguiría siendo un slime. En este mundo, donde un monstruo podía fortalecerse al ser nombrado por alguien más poderoso, Rimuru no solo había sido nombrado por Veldora, sino también por él, Kurama, un ser mucho mas poderoso. Y en sus propias palabras, Kurama podría ser el más fuerte de todos.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un bostezo resonante. Medu, su compañera, había despertado. Al abrir los ojos y ver la oscuridad que los envolvía, exclamó asustada:
—¡Señor Kurama! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué está todo negro?
Liberando su aura, que no salió del sello, Medu provocó que Kurama se encogiera de miedo y le gritara desde la esquina:
—¡Cálmate, Medu! ¡No hay enemigos, lo juro! —le explicó lo sucedido. Tras escuchar atentamente, Medu, aún confundida, respondió:
—¿Entonces un slime de bajo nivel que fue nombrado tanto por Veldora como por usted absorbió un sello que ni siquiera nosotros podíamos romper sin quedar gravemente heridos?
Kurama asintió, resignado.
—Exactamente. Eso fue lo que pasó.
Medu se quedó atónita.
—¿Sabes lo fuerte que era ese sello? —murmuró, incrédula—. Estaba sellada con el poder de destruir planetas, y aun así no podía romperlo sin salir herida por la onda de choque... ¡¿Y un slime de 20 centímetros lo absorbió?!
Kurama suspiró. Lo entendía perfectamente.
—El mundo es vasto, Medu —respondió mirando hacia el techo del sello—. Hay de todo, desde campesinos hasta dioses. Nosotros no somos más que sapos en un pozo, sin saber qué hay más allá... Pero recuerda, siempre habrá alguien más fuerte que tú —dijo en un tono filosófico, antes de murmurar para sí mismo—. A menos, claro, que seas Kirby, la bola de chicle capaz de sobrevivir hasta un borrado existencial...
Medu observó a Kurama mientras éste parecía rezar en silencio, aunque en realidad estaba calculando su edad. Tenía 3070 años... Le faltaban 568 años para la línea temporal original, la cual había comenzado cuando Rimuru absorbió su sello. En resumen, tenía 3638 años.
Kurama suspiró profundamente. El tiempo había pasado volando.
—¡Estuve 568 años encerrado en este maldito sello! —exclamó, más para sí mismo que para Medu—. No podía hacer más que hablar. Súper aburrido. Le conté toda mi vida a Medu por puro aburrimiento, enseñé magia de viento a Veldora... ¡Todo por no perder la cordura!
Medu, entendiendo el tedio, se acurrucó en su forma humana contra Kurama, que había vuelto a su forma de zorro gigante de 20 metros. Ella adoraba sentir su suave pelaje, algo que no podía disfrutar en su forma de Medusa.
Kurama suspiró de nuevo, esta vez con más resignación que nunca. Este maldito encierro...
Paso el tiempo mientras el como medu dormían o hablaban.
Kurama comenzó a reflexionar sobre su propio mundo, el de Naruto. ¿Aún quedaban cosas que debía explorar? Las dudas lo atormentaban, especialmente respecto al pavo real en el que se había transformado el Diez Colas. ¿Cómo era posible? ¿Qué era diferente en su mundo para que el Diez Colas cambiara su forma a algo tan inusual? Por más que pensaba y pensaba, las respuestas no llegaban. Hasta que una nueva duda lo golpeó, una que nunca había considerado realmente importante: ¿Por qué Shukaku era más grande que Matatabi e Isobu?
Se quedó paralizado al recordar que él mismo había enseñado a Shukaku cómo absorber energía, y que habían pasado 90 años desde entonces.
¿Pero qué podría haber hecho que Shukaku, el más pequeño y débil de todos, superara en poder al Tres Colas en solo 90 años? Entonces su mente viajó al pasado, a su primera estancia en el mundo de Naruto. Recordó las cosas que teóricamente podrían haber aumentado su poder: ¿La Caja de los Deseos? ¿El Agua Súper Divina? ¿El Meteorito de la Aldea de las Estrellas? ¿La magia de la Sacerdotisa? Quizás el templo que te enviaba al pasado...
Abrió los ojos de golpe, atónito. Había pasado por alto algo crucial. Nunca absorbió el poder de la sacerdotisa.
¿Qué era ese poder, exactamente? Según las películas que recordaba con perfecta claridad (gracias a su memoria excepcional como Bestia con Cola), la magia de la sacerdotisa permitía ver cómo morirían los demás, un don que la había mantenido distante de las personas. Pero más importante aún, ese poder contenía a un demonio increíblemente poderoso, tan fuerte que incluso Naruto, usando su con las Cuatro Colas, no pudo resistirlo en lo más mínimo. Eso debía ser lo que Shukaku había usado para fortalecerse en esos 90 años. Seguramente había absorbido el poder de la sacerdotisa.
Kurama suspiró. No sabía cuán fuerte era ese demonio, pero no le preocupaba en lo más mínimo. Fuera lo que fuera, él era mucho más fuerte en todos los aspectos. Con solo mirar a Medu, su confianza se triplicaba. Tenía a Medu, y Medu podía destruir un planeta con su habilidad más fuerte. ¿A qué debía temerle?
De pronto, una luz cegadora lo envolvió. Había sido liberado. Finalmente, podría volver a caminar libre por el mundo.
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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡
FantasySan, un pobre diablo con mala suerte, transmigró al cuerpo de Kurama, pero no a cualquier Kurama, sino al ¡Kurama recién creado! Plácidamente pensó: "Tengo 800 años para fortalecerme y conocer a Hashirama y Madara. Estoy seguro de que podré ¡derrota...