cambio del estilo de vida

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Kurama se despertó al día siguiente y vio a Saitama contando dinero y metiéndolo en una maleta. Sorprendido, Kurama se acercó y Saitama lo miró.

—¡Prepárate, pequeño! ¡Nos mudamos! —dijo Saitama con entusiasmo.

Kurama, casi habla, pero se contuvo. En lugar de eso, usó sus colas para realizar sellos y murmuró un hechizo. Aparecieron cuatro clones suyos que, junto con el original, comenzaron a contar y organizar el dinero.

Kurama murmuraba mientras trabajaba: "Usa mi chakra para detectar cuántos billetes hay, utiliza tus patas para moverlos y las colas para apilarlos".

Rápidamente, las montañas de billetes se apilaron ordenadamente frente a Saitama. Uno de los clones salió y regresó con papel y un plumón, anotando los montos en las pilas. Cuando los clones desaparecieron, Saitama observó sorprendido el trabajo de Kurama.

—¿Por qué mis mascotas organizan y cuentan el dinero más rápido que yo? —pensó mientras su mente divagaba. Luego, con curiosidad, preguntó:
—¿Cómo te clonaste?

Kurama, que estaba viendo caricaturas junto a Medu, le lanzó un pergamino creado con chakra condensado, el cual desaparecería en tres horas. Saitama lo abrió y empezó a leer sobre refinación de chakra: "El chakra es la energía vital que..."

Mientras tanto, Kurama, maravillado por la calidad de las caricaturas, pensaba: "La animación aquí es incluso mejor que en mi mundo anterior." Claro, en un mundo donde todos son más fuertes, incluso los dibujantes deben ser mejores.

Tres horas después, Saitama se levantó, miró a Kurama y a Medu, y gritó:
—¡Nos mudamos, siganme!

Kurama, sin nada mejor que hacer, lo siguió con Medu descansando sobre su cabeza. Saitama, con una maleta llena de dinero, se compró un traje con zapatos negros. Kurama tuvo que admitir que, con pelo y ese traje, Saitama se veía bastante bien. Luego, Saitama compró un celular y Kurama, que agarró una computadora, dejó a Saitama estupefacto cuando este tuvo que pagarla.

Más tarde, Saitama, hambriento, se compró un helado y, al ver a Kurama y Medu mirándolo con hambre (Kurama mostrando los dientes y Medu generando pequeñas chispas eléctricas), no tuvo más remedio que comprarles uno a cada uno.

Después de varias compras, Saitama los llevó a una empresa inmobiliaria. Al entrar a una sala, el vendedor los detuvo, enojado:

—¿No ves los letreros? No se permiten animales en la sala.

Kurama, sin pensarlo, creció hasta los 3 metros, mostró sus dientes y le gruñó al vendedor, quien, inmediatamente nervioso, respondió:

—¡Pero soy amable! ¡Hablemos, por favor!

Una hora después, Saitama salió feliz de la empresa, acompañado de Kurama y Medu, y se dirigió a una mansión hermosa que había comprado por un billón 980 millones (equivalente a 15% del dinero que habían robado juntos). Kurama, observando la mansión, tuvo que admitir que valía la pena.

Días después, Kurama, aburrido, usó su nueva computadora para escribir una historia de Dragon Ball, creando bocetos de Goku y todo, pero pronto se cansó. Miró a Medu y le preguntó:

—Medu, ¿me acompañas?
Para su sorpresa, Medu respondió:
—Nope.
—¿Por qué no? —preguntó Kurama, confundido.
—Estoy viendo Espía de élite en otro mundo —respondió Medu, mostrándole la serie en su celular.

Kurama vio un poco de la serie y pensó: "Al diablo con salir, ver anime es mejor." Así, ambos se quedaron viendo Espía de élite en otro mundo.

Mientras tanto, Saitama trotaba con su traje negro y un reloj de marca en la muñeca, derrotando a monstruos de vez en cuando. La vida continuó así durante seis meses. Un día, Kurama se levantó y vio a un calvo con traje mirándose al espejo.

Así que así se ve Saitama bien vestido... bastante genial, la verdad —pensó Kurama.

 bastante genial, la verdad —pensó Kurama

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¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora